Diciembre 10, 2024

Derecha latinoamericana ¡Alerta que camina!

Ahora es la derecha la que se ha puesto las botas de siete leguas para reordenar bajo su mando el territorio rebelde de Nuestra América. Pero las botas, en esta vuelta de la historia, no son calzadas por milicos golpistas, sino por gerentes del gran capital que han logrado generar consensos electorales. Lo desafiante para quienes caminamos con las sandalias del pueblo, son esos tantísimos votos logrados por esa burguesía oligárquica, amante carnal de los imperios, neoliberal y banal hasta la exasperación.

 

 

 

Hablo de Venezuela, de Argentina… pero no me olvido de los políticos de Brasil que promueven el impeachmentde Dilma Rou-sseff, para barrer con lo que pueda quedar en su gobierno de compromiso social y democrático… (a pesar de la “buena letra” que hace Lula con sus “recomendaciones” a Maduro realizadas desde Madrid junto a Felipe González). No me olvido tampoco de la derecha que recuperó Bogotá y otras ciudades y Estados colombianos entorpeciendo los esfuerzos de paz, ni de la derecha “neofascista” que se impuso en Guatemala o Paraguay por una misma vía.

 

Sin perder de vista la geopolítica del poder -y las lógicas del capital- es necesario sin embargo observar las diferencias entre las experiencias latinoamericanas, que se han simplificado en numerosos análisis políticos bajo la denominación “gobiernos progresistas”. Es preciso evitar también las tentaciones mecanicistas de interpretar a estos movimientos como “olas arrasadoras que van y vienen”, frente a las cuales sólo nos tocaría navegar a favor de la corriente, intentando guarecernos en las grietas cada vez más pequeñas que pueden proteger nuestros destinos inmediatos, personales o grupales, o dejarnos flotar -si tenemos la posibilidad en algún devaneo posmoderno- hasta la próxima ola.

El lugar de los sujetos en la historia es parte de los debates de revolucionarios y revolucionarias, y debe ser centro de nuestras reflexiones-acciones, si queremos realizarlas desde el lugar que habitamos “abajo y a la izquierda”. Estamos exigidas-os de defender conquistas, y al mismo tiempo darnos el espacio necesario para aprender de la historia, pensarla con serenidad en medio de la tormenta. “Peinar la historia a contrapelo”, sugería Walter Benjamin. Esto invita a realizar ejercicios de humildad, de escucha, de cuidado entre quienes compartimos esfuerzos para no desarticular los colectivos que supimos crear en los momentos de avances del movimiento popular. Estas experiencias, y la acumulación de fuerzas que suponen, están amenazadas por las políticas que se anuncian, pero también por las propias impericias en nuestros debates, que muchas veces se vuelven discursos autoafirmativos, réplicas dogmáticas, ideologías paralizantes, peleas sectarias.

 

VENEZUELA: CADA LATIDO CUENTA

En un continente convulsionado, la encrucijada decisiva se vive en Venezuela. El resultado del 6 de diciembre compromete el futuro de nuestros pueblos. La disyuntiva no es la alternancia de variantes políticas de gobernabilidad del capitalismo, sino la opción entre revolución (bolivariana, antimperialista, popular, socialista, y en algunas de sus franjas feminista y anticolonial), o contrarrevolución (neoliberal, fascista, revanchista). Lo que está en juego es la profundización o la frustración de una revolución popular que se ha puesto como meta el socialismo, y también las relaciones de integración del continente de modo autónomo frente a Estados Unidos y Europa.

Si bien será necesario un análisis más profundo sobre las causas de esta derrota, los colectivos revolucionarios en Venezuela van apuntando algunas reflexiones: el impacto de la guerra económica en la población, la débil implementación práctica de las iniciativas del gobierno para combatirla, el acoso mediático que creó un clima de inseguridad, las fisuras en el régimen por la pérdida del liderazgo de Hugo Chávez -la figura que radicalizó el proceso revolucionario garantizando al mismo tiempo su unidad-, el sabotaje de algunos burócratas y corruptos cuya pertenencia al gobierno nacional o a gobiernos locales desanimaron la participación del pueblo.

El Estado burgués, sostenido en la renta petrolera, comenzó a retroceder ante las manifestaciones de la crisis profundizada por la guerra económica y la caída del precio internacional del petróleo. Sus instituciones no fueron superadas por las expresiones emergentes del poder popular. A pesar de que el legado central de Hugo Chávez se puede resumir en su mandato: ¡Comuna o nada!, la multiplicación de experiencias comunales, siendo ejercicios vitales de autogobierno del pueblo, no lograron la fuerza necesaria para desarticular las maniobras de mediatización de la revolución.

El resultado fue una derrota contundente: la derecha sacó un 18% más que el chavismo, logrando mayoría parlamentaria, con 112 diputados, frente a 55 del chavismo. Es una derecha heterogénea, porque su unidad está dada en torno al derrocamiento del régimen revolucionario; es burda en su descaro antipopular, prepotente, y se valió del desabastecimiento, la provocación, los actos de violencia como las guarimbas, y sus apoyos internacionales para desgastar al gobierno con el fin de recuperar el control de los recursos básicos del país a través de políticas privatizadoras, de “libre comercio”, la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, del extractivismo y la pérdida de derechos sociales. En esa dirección apunta la anunciada derogación de leyes básicas del chavismo -de tierras, trabajo, suelos urbanos, precios justos, etc.- el cambio del Tribunal Supremo de Justicia y la convocatoria a un posible referéndum revocatorio del mandato presidencial. Por supuesto, promueven un nuevo lugar de Venezuela en el juego de alianzas internacionales en el que deje de ser la vanguardia de los pueblos soberanos del continente, para quedar como ejemplo de lo que no se debe ni intentar.

Mirar el impacto de la guerra económica nos trae a la memoria otros procesos revolucionarios como los de Chile y Nicaragua, en los que estas modalidades de guerra fueron decisivas para tumbarlos. Como contracara, tenemos la experiencia de la Revolución Cubana, en donde la violenta guerra económica, el bloqueo, fueron enfrentados valientemente por la capacidad de la dirección y de un pueblo revolucionario, en el que la conciencia social logró la identidad entre las nociones de patria, revolución, socialismo, e internacionalismo. Una clave de esa revolución ha sido el reconocimiento de un liderazgo que camina junto al pueblo, escuchando, rectificando, y asumiendo los riesgos de “guevariar” al mundo.

Venezuela conoció también un liderazgo “guevariano”, que paradójicamente lo encarnó un militar, Hugo Chávez. Como Fidel, supo hablar con su pueblo, no “a” su pueblo; supo aprender, enseñar, y fue un factor decisivo en la creación de la conciencia revolucionaria del pueblo, que hoy sigue expresándose en defensa del proyecto bolivariano, y que se sintetiza en esta coyuntura electoral en los cinco millones seiscientos mil votos que, fajándose con la crisis, le apostaron a la profundización de la revolución.

En los días que siguieron al 6D, el pueblo está movilizado. Una parte del gobierno -incluido el presidente Maduro- lo acompaña en esta lucha que tiene plazos precisos: el 5 de enero asumirá la Asamblea Nacional, y en febrero será la rendición de cuentas de Maduro. En esa movilización de los de abajo, están las claves para el desenlace de la Revolución Bolivariana, en la que están puestos los sueños de tantos pueblos del continente, dispuestos a defender al socialismo comunal como sueño concreto de los oprimidos.

 

POSTALITAS DEL GOBIERNO “MACRIEMPRESARIAL”

• Escribe Horacio Verbitsky que en su primer encuentro con Dilma Rousseff, Macri le solicitó un crédito del BNDE para aplicar a las obras del Ferrocarril Sarmiento, a cargo de un consorcio integrado por la constructora brasileña Odebrecht, la española Comsa, la italiana Ghella y la argentina Lecsa. Estas dos últimas forman parte del grupo que conduce el nuevo jefe de la familia Macri, Angelo Calcaterra, hijo de la hermana de Franco y Tonino Macri, María Pía. Esta postalita mide la íntima relación entre política y negocios que caracteriza la etapa abierta en Argentina.

• Juan José Aranguren, ex presidente de Shell -actual secretario de Energía- expresó que el objetivo de Macri es privatizar YPF. Se asegura que la idea es entregar la participación de YPF en Vaca Muerta a los fondos buitres.

• Marcelo Villegas, designado ministro del Trabajo de la provincia de Buenos Aires, trabajó en los últimos siete años en Telecom, y antes fue director de Recursos Humanos de Walmart y de Jumbo.

• Miguel Punte, director de Recursos Humanos de Techint, es el número 3 del Ministerio del Trabajo de la Nación.

• Santiago Manuel de Estrada, abogado católico, fue designado como nuevo secretario de Culto, en el marco de la Cancillería. Fue secretario de Seguridad durante la dictadura militar (1976-1983) y fue subsecretario de Seguridad en la dictadura de Onganía (1967-1969).

¡Jamás habíamos tenido tantos gerentes y propietarios de empresas en los puestos de gobierno y en los gabinetes!

Otra postalita: En su primer día de gestión, Macri aprobó 29 decretos de “necesidad y urgencia”, modificando leyes y avanzando por esta vía en una modalidad de gobierno que desestima el rol del Congreso. Según sus propios anuncios, no convocará al Congreso hasta marzo. Noventa días de decretazos permitirán configurar esta etapa, modificando Ministerios y desarticulando conquistas.

Sucede que el resultado electoral dio un triunfo amplio a Mauricio Macri, que además del gobierno nacional cuenta con los gobiernos de la capital y de la provincia de Buenos Aires, entre los apoyos centrales, pero que no cuenta con mayoría en ninguna de las Cámaras del Parlamento. Eso hace que Macri y sus secuaces hayan inaugurado este modo de gobierno por decretos, secuestrando de una vez las instituciones creadas por el régimen republicano que dicen defender. Algo que no molesta en esta lógica de las apariencias, donde por un lado convoca a diferentes diálogos mientras por otro suprime los lugares institucionales para la generación de consensos.

 

DERROTA DEL KIRCHNERISMO

¿Cuáles fueron las claves de la derrota de las políticas kirchneristas?

Una vez más, se pueden ensayar diversas respuestas. En el fondo se encuentra la renuncia del kirchnerismo a asumir un proceso coherentemente comprometido con los sectores populares. Se puede confundir los actos con la retórica, pero no se puede gobernar para Monsanto o Barrick Gold en nombre del pueblo eternamente. Se puede hablar y efectivamente hacer mucho en relación a la defensa de los derechos humanos, pero resulta contradictorio con la aprobación de la Ley Antiterrorista, la militarización de los territorios en nombre de la lucha contra el narcotráfico, y la estigmatización como terroristas a los pueblos que impulsan luchas socioambientales en defensa de la vida.

Hay un límite en el discurso antimperialista, cuando se paga la deuda externa al contado y se descartan medidas efectivas para enfrentar la crisis económica como podrían ser la nacionalización del comercio exterior, o la implementación de una reforma impositiva que grave a las grandes ganancias.

Hubo logros que quedan como parte de lo ganado: la renacionalización y ampliación del sistema jubilatorio, la Asignación Universal por Hijo, la restitución de las convenciones colectivas de trabajo, los avances que significa la Ley de Medios, la habilitación de los juicios a los genocidas de la dictadura. Pero las políticas sociales compensatorias, no lograron mitigar el disgusto generado por las lógicas clientelistas, y la enorme corrupción de muchos de los funcionarios.

En la médula de su política aparece un modelo productivo extractivista que hizo al país dependiente de la soya, impuso modalidades destructivas de la biodiversidad y de la naturaleza -como la minería a cielo abierto, el fracking-, sostuvo un sistema impositivo regresivo, y pactó hasta el cansancio con un sindicalismo corrupto y antidemocrático. El gobierno kirchnerista anunció la creación de un capitalismo “serio”, y para eso es más eficaz el staffde gerentes.

Hay que agregar que el giro a la derecha del gobierno ya venía marchando con el nombramiento a dedo de Daniel Scioli como candidato, lo que llevó a que sectores del propio kirchnerismo no movilizaron a su fuerza para garantizar el voto. Estos sectores hablan de un repliegue estratégico, esperando el desgaste del gobierno de Macri -ajustazo mediante- y un posible retorno de Cristina en dos o cuatro años.

Sin entrar en el futurismo fantasioso de las legiones camporistas, queda una interrogante: ¿Por qué el evidente deterioro del consenso con el kirchnerismo fue capitalizado por una variante de derecha, y la Izquierda socialista tanto como la Izquierda peronista no lograron generar una alternativa con impacto en la base popular?

Sin desestimar que la responsabilidad central del triunfo neoliberal se encuentra en las propias fuerzas del kirchnerismo y en su soberbia política, que le impidió escuchar las voces de hartazgo que ya venían sonando, surge la necesidad de entender las dificultades de las corrientes de Izquierda, socialistas, revolucionarias, para presentar un frente articulado con los movimientos populares, que pudiera recuperar la energía de movilización y de impugnación al poder desplegada en 2001, que quedó estrangulada en el disciplinamiento del orden kirchnerista.

La división, el sectarismo, las apuestas al mal menor, impidieron proyectar las múltiples experiencias de base, de poder popular, en una alternativa política de los y las de abajo.

El final está abierto todavía. Habrá que explorar la capacidad de resistencia, de defensa de las conquistas, de unidad, para sostener modos de hacer política que no reproduzcan los de la prepotencia, que recibió como respuesta el voto-castigo. El desafío sigue siendo unidad, trabajo de base, sostener los espacios de lucha callejera, rechazar la normalidad posmoderna del gobierno de los gerentes, y crear una subjetividad rebelde, cueste lo que cueste.

Todo lo aprendido en estos años de creación de proyectos del pueblo tendrá que ser utilizado y reinventado. La imaginación, el deseo, tendrán que ser convocados a la cita. Porque a pesar de la derrota, nuestros sueños están intactos, y desde ellos decimos “Alerta que la memoria y la rebeldía están sembradas, están creciendo en nuestro continente”. No se equivoquen fachos, que aquí estamos. Aprendimos de las Madres de Plaza de Mayo que la única lucha que se pierde es la que se abandona. Alerta que no nos han vencido. Alerta que aún camina la espada de Bolívar por América Latina.

 

CLAUDIA KOROL

En Buenos Aires

 

Publicado en “Punto Final”, edición Nº 843, 18 de diciembre, 2015

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