El populismo es una ideología que trata de mejorar el estándar de vida de las grandes masas populares mediante una distribución más equitativa e igualitaria de la nueva riqueza que se crea. A diferencia del socialismo marxista, el populismo trata de evitar la expropiación sin compensación de los medios de producción en manos de la clase capitalista. Por lo tanto, el modo de producción sigue siendo capitalista, ya que la tierra y la enorme mayoría de las fábricas y negocios, medianos y pequeños, siguen en manos de la burguesía tanto nacional como extranjera.
No obstante, la participación del Estado en la economía es muchísimo mayor que en el modelo neo liberal. En el hecho, el Estado se transforma en el productor principal de la sociedad. La explotación de los recursos naturales está en manos del Estado y también el fisco es dueño de las instituciones que entregan salud, educación, previsión social, transporte, seguridad interna, vivienda, y producción y distribución de bienes de consumo básico tales como agua, productos de primera necesidad, electricidad, gas, telecomunicaciones, alcantarillado, etc., son todos estatales. En este sentido el populismo tiene grandes similitudes con el aparato estatal que tuvieron las sociedades ricas y desarrolladas de occidente antes de la llegada del neoliberalismo y su ola privatizadora a comienzos de los años 80 del siglo 20. Desde el punto de vista valórico, el populismo valoriza la igualdad y la fraternidad por sobre la libertad individual. No obstante propone y defiende la vía electoral y democrática como el único camino legítimo para obtener el poder del Estado.
Este modelo funcionó bien mientras el planeta compraba y pagaba muy bien los productos de exportación de América Latina. El enorme consumo de materias primas entre los años 2000 y 2013, por parte de los gigantes China e India, garantizaron que las economías latinoamericanas funcionaran bien durante este largo periodo de vacas gordas. Sin embargo, hoy día todo este proceso está desapareciendo. China hace algunos años atrás, decidió cambiar su modelo de producción de una economía dedicada a la importación de materias primas y exportación de productos industriales a una economía dedicada a la creación del Estado de bienestar y el consumo interno. El periodo de transición de una economía basada en la exportación de productos industriales a una economía basada en el consumo interno toma varios años de ajuste. Algunos autores piensan que este periodo tomará al menos 10 años. Para los países productores de materias primas, en este caso, todos los países latinoamericanos, este será un largo y terrible periodo de vacas flacas. El modelo económico utilizado hasta hoy día no funcionará y como consecuencia, probablemente se creará una catástrofe económica para todo el continente latinoamericano. Esta crisis ya empezó a comienzos del año 2015 y ella se proyecta que ella se extenderá por lo menos hasta el año 2022.
Este desastre económico eventualmente, podría crear una situación revolucionaria. La ideología populista será rechazada no sólo por las elites neo liberales poseedora de la mayoría de los bienes de producción, sino también por la inmensa mayoría de la población. De esta forma es posible que se repitan las revoluciones electorales que acaban de ocurrir en Argentina y Venezuela. Los inversionistas, capitalistas y empresarios occidentales poseedores de enormes intereses mineros, agrícolas, pesqueros e industriales; tratarán por todos los medios de destruir a los regímenes populistas de la región. En esta tarea. Los intereses multinacionales serán ayudados por las elites económicas locales. La oligarquía planetaria con su enorme poder económico consolidará la “falsa conciencia” entre las masas populares y así esta clase social es casi seguro que ganará todas las elecciones que se realicen en los próximos 7 años.
A través de la historia, en tiempos de crisis económicas catastróficas (vacas flacas), los capitalistas siempre se han radicalizado agudamente y han cambiado su tradicional ideología liberal por la ideología fascista. La última vez que ocurrió este fenómeno a nivel planetario fue inmediatamente después de la gran crisis deflacionaria del año 1929. En todo el planeta, salvo en los países anglosajones, el capitalismo se volvió violentamente fascista. Este fenómeno fue virulentamente trágico en Europa y Asia. Entre 1930 y 1945, varias decenas de millones de seres humanos murieron debido al fascismo tanto en Europa como en Asia. En Europa el terror fascista se apoderó de Italia, Alemania, España, Portugal, Grecia y casi todos los países del este europeo en los años 30 del siglo XX. Después, esta terrible plaga se extendió a toda Europa entre 1940 y 1945, cuando Alemania conquistó a sangre y fuego todo el continente europeo.
Con la segunda gran crisis y catástrofe económica de los tiempos modernos y que se inició en el año 2007 con la debacle de las viviendas en Estados Unidos, y que luego infectó a Europa, pocos años después; hoy día está infectando a los mercados emergentes. La transición del capitalismo de liberal a fascista es un hecho histórico predecible y confirmado. En Europa, los partidos de extrema derecha han empezado a obtener grandes victorias electorales; y en América Latina, las victorias de Argentina y Venezuela, son señales claras que la derecha fascista seguirá ganando elecciones en este continente.
Revolución se define como el derrocamiento de una ideología por otra, ya sea por revolución sangrienta y violenta o por revolución pacífica y electoral. En el texto clásico de ciencia política contemporánea y titulado Comparative Politics Notes and Readings (editado por Roy C. Macridis y Bernard E. Brown, 3ª edición. Dorsey press. Illinois, 1968), inicia la introducción a su capítulo 21 titulado Revolución señalando lo siguiente: “Los modelos de creencias (ideologías) que justifican y sustentan un sistema (político) dado, está sujeto a presión constante. Cuando estas creencias (ideologías) no son aceptadas por la inmensa mayoría de la población, esto es, la legitimidad del Estado es ampliamente cuestionada; surge una situación revolucionaria” [i] El fascismo se impuso en Alemania pacíficamente cuando Hitler, debido a las consecuencias sociales de la gran crisis económica de 1929, fue elegido para el cargo de canciller alemán en el año 1933. Luego el fascismo se impuso violentamente cuando Alemania invadió y conquistó toda Europa entre 1939 y 1945. [ii]
Las fuerzas de izquierda populistas que en América Latina aún gobiernan, deben repensar sus estrategias para conservar el poder. En tiempos de crisis económicas catastróficas como la actual, y que afectan a elites progresistas en el poder; (tal como fue el problema que afectó a la República de Weimar en Alemania a principios de los años 30) la derecha siempre triunfa. Este fenómeno se debe a que las derechas, debido a sus enormes recursos económicos, se han comprado a la intelectualidad, se han comprado a la clase política, y tienen el monopolio de los medios de comunicación de masas. Con estos tres poderosos instrumentos de poder, la racha fascista es capaz de crear una “falsa conciencia” en las masas populares y esto les permite ganar elección tras elección. Las masas no logran comprender que el cambio del modelo productivo en China determina que el precio de las materias primas se hunda y con ello también se hundan las economías emergentes de América Latina. Aquí es irrelevante el signo político de la clase gobernante. La economía latinoamericana se está hundiendo en México, América Central, Colombia, Perú, Paraguay y Chile. Todos estos países tienen distintas tonalidades de neoliberalismo. Naturalmente también se está hundiendo la economía de Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador y Cuba. No obstante, la culpa de esta tragedia colectiva no se le echa a los gobernantes de derecha pero sí se le echa a los gobernantes de izquierda. La causa de este peculiar fenómeno, no es otro que la “falsa conciencia”. La izquierda ha fallado rotundamente en su esfuerzo por controlar la opinión pública en los países que dirigen. Pero la derecha ha tenido un éxito fenomenal en el control de la opinión pública de los países que gobierna. Sobre todo cuando son los mismos intelectuales los que venden el modelo, realmente convencidos de la absoluta veracidad de la bondad, eficacia y eficiencia del nefasto modelo neoliberal que avalan.
Las lecciones politológicas que se pueden sacar de la destrucción de la República democrática de Weimar y realizada por los nazis en Alemania, deben analizarse con sumo cuidado y luego tomar todas las medidas necesarias para salvar a los regímenes progresistas del continente. La hora ha llegado para que Cuba en vez de mandar sus médicos a los países latinoamericanos y del Caribe empiecen a mandar a sus doctores en Ciencia Política para que traten de salvar a los gobiernos progresistas de Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Nicaragua y El Salvador. Si no se toman mediadas drásticas y urgentes, Latinoamérica sufrirá el infierno que sufrió Europa entre 1933 y 1945.