Diciembre 11, 2024

En Chile no hay soberanía

Manifiesto mi rechazo a las declaraciones formuladas por el ex Ministro, Belisario Velasco en contra del empresario norteamericano, Douglas Tompkins, al responsabilizarlo de ejercer presiones ilícitas contra los colonos de Aysén para que abandonaran sus tierras y, al mismo tiempo, según Velasco, con sus proyectos pusiera en riesgo la soberanía del país.

 

 

Nos preguntamos, ¿se puede hablar de soberanía cuando el mar se regala a siete familias como lo permitió la llamada Ley Longueira o Ley de Pesca?, ¿hay soberanía cuando existen personas que viven en condiciones humanas precarias y en ciudades que están totalmente contaminadas?, ¿hay soberanía, en Chile, cuando nos incorporamos, sin un proceso de diálogo previo y transparente, a tratados comerciales que imponen condiciones que afectan, precisamente, la soberanía nacional?, ¿hay soberanía cuando se aprueba el Decreto N° 701 que permite a las grandes empresas, que se coludieron con el papel Tissú, a plantar Eucalyptus y pinos, despojando brutalmente al bosque chileno de su biodiversidad fundamental?, ¿hay soberanía cuando a los chilenos se les quita el 7% de sus remuneraciones para mantener el modelo comercial de las AFP, que no invierten en Chile para lucrar mejor?

En Chile, no hay soberanía, al menos, no el concepto de Estado-Nación que se fundó  durante la Revolución Francesa y que implicaba un Estado soberano garante de la integridad territorial y de la vida de sus habitantes. Ese Estado nación ya no existe en este momento en nuestro país, ni en América Latina y tampoco en Europa. Los únicos países que conservan “soberanía”, y la ejercen, son Rusia, China y Estados Unidos. Todos los demás países, incluyendo el nuestro, están sujetos de una u otra forma al final del Estado-nación.

Considero que Douglas Tompkins estableció una norma de comportamiento que se podría considerar como lo humanamente esperable, en personas que gozan de grandes recursos económicos, protegiendo con su accionar el espacio chileno y generando condiciones de conservación del bosque austral chileno excepcionales. Esto, contrasta violentamente con el accionar, por ejemplo, de personas que se dicen patriotas, que han nacido en Chile y se han dedicado a destruir el bosque  autóctono y terminan lucrando, a través de carteles.

A mi juicio, frente a las desafortunadas declaraciones de Belisario Velasco, a horas de la muerte de Douglas Tompkins, nos preguntamos: ¿qué ha dicho el propio Velasco sobre la colusión del papel tissú, de los mono-cultivos que permiten fabricar papel a la familia Matte?, ¿por qué acusar a Tompkins de poner en riesgo la soberanía nacional? Eso, no es así, porque el empresario norteamericano hizo todo lo contrario y fue amigable con el Estado chileno. ¿Por qué si un extranjero llega a nuestro país, invierte, protege y devuelve un territorio a la comunidad, alguien piense que esa acción no es un trabajo loable y necesario?, ¿vamos a dejar que el mercado auto-regule las funciones del territorio sólo cuando se genera beneficio y lucro para unos pocos patriotas?

Creo que es tiempo de redefinir el rol del Estado. Cuando la población del territorio chileno no tiene, por ejemplo, salud medioambiental, que está precarizada, ¿dónde empieza y termina la soberanía nacional? Todo lo que contribuya a mejorar la calidad de vida y al bienestar de la ciudadanía son elementos que hay que retener y potenciar desde el Estado, y, en ese sentido, Douglas Tompkins hizo en Chile, un aporte fundamental, porque contribuyó a conservar la calidad del territorio nacional.

Por: Igor Parra. Doctor en Ecología, arqueólogo y palinólogo. Miembro del Centros de Estudios Cultura Ciudadana.

 

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