Diciembre 12, 2024

La caída de la economía chilena: una catástrofe anunciada

A fines del año 2009, escribí un trabajo académico sobre China y la India. Ahí se señalaba que ambos gigantes asiáticos entrarían en un corto periodo de cambio turbulento y crítico dentro de los próximos 10 años. Se señalaba además  que  todos los países que hoy día son ricos y desarrollados, sufrieron dentro de su proceso de crecimiento económico, graves crisis temporales que obstruían y retardaban este proceso de desarrollo por algunos años. 

 

 

No obstante, se indicaba que eventualmente la economía y sociedad en desarrollo,  rápidamente se recuperaba y así el país lograba su estatus de país rico y desarrollado. Esta es la historia económica de los países de la Europa occidental, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Japón. En conclusión, todos los países que hoy día son ricos y desarrollados en algún momento de su proceso de desarrollo histórico, se vieron obligados a crear el Estado de bienestar, y esto con el fin de evitar una violenta revolución social.  El Estado de bienestar con sus inmensos gastos en salud, educación, obras públicas, trabajo, transporte, seguridad social, etc., etc., etc.; es un Estado sumamente caro. Estos gastos invariablemente desvían y restan grandes recursos y capitales al proceso de crecimiento económico y estos recursos se invierten en crecimiento social y cultural de la sociedad en desarrollo. De esta forma la velocidad del crecimiento económico  tiende a reducirse sustancialmente.  Este es el costo que es preciso pagar para garantizar la justicia y la paz social.[i]

 

                En el año 2009 también se argumentaba que tanto India como China debían, dentro de la próxima década, iniciar la creación del Estado de Bienestar en sus respectivos países. Se señalaba que esto reduciría sustancialmente la velocidad del crecimiento económico en ambos países. Se señalaba además que Chile debía prepararse para enfrentar con éxito este crucial cambio, ya que  la transformación de una economía dirigida hacia el intensivo fomento de la producción a una economía destinada a crear el Estado de bienestar y fomento del consumo interno; siempre reduce sustancialmente la demanda de materias primas. Una drástica reducción de esta demanda   bajarían radicalmente los precios de mercado de los productos de exportación chilena, particularmente el cobre. Por lo tanto era preciso pensar a la brevedad posible en un modelo productivo nacional que no repitiera los errores que se cometieron cuando se produjo la caída del precio del salitre debido a la invención del  salitre sintético. Este vital descubrimiento hecho por los alemanes arruinó la economía chilena a partir de la segunda década del siglo XX.

 

                Ya han pasado seis años desde que se escribió el artículo titulado: “Una Esperanza Frustrada: La Inminente Crisis Política de los Gigantes Asiáticos y su Probable Impacto en Chile”.[ii] Desafortunadamente el país ha hecho poco o nada para cambiar su matriz productiva, y ha seguido produciendo y exportando materias primas con escaso valor agregado y al mismo tiempo importando maquinarias, productos industriales, medicinas de altísimo valor en el mercado entre otros.  Ahora, a fines de noviembre de 2015, el cobre ya ha caído a dos dólares la libra en los mercados mundiales y su costo promedio de producción supera los dos dólares veinte centavos.  Esto hecho por sí sólo debería despertar alertas rojas por todos lados, pero poco de esto ocurre. Se asume que el crecimiento chino se mantendrá a tasas del  7% al año y que esto garantizaría un precio del cobre aceptable en el futuro.

 

                Como si toda esta enorme  nube negra en el horizonte fuera poco, recientemente se ha publicado un par de artículos en la revista semanal inglesa “The Economist” que señalan que Chile va directo al despeñadero. En efecto, en su número semanal del 14 al 20 de noviembre del 2015, la revista en su página editorial y luego en un artículo de fondo delinea paso a paso, la catástrofe que se avecina. El editorial se titula “The Never-ending story” (página 15). Y el artículo de fondo de titula “Briefing the World Economy Pulled Back In” (páginas 25 – 28). Ambos artículos tienen que ver con el gravísimo endeudamiento de las empresas privadas de los países emergentes. Claramente se señala que esta enorme deuda será la causa principal de la próxima crisis económica planetaria.  La portada de la revista muestra tres libros que como dominós colapsando caen unos sobre otros. El primer libro se titula La Gran Crisis Subprime en USA (2007 – 2009); el segundo libro se titula, La Crisis del Euro (2010 – 2012); y el tercer libro tambaleándose y a punto de caer se titula La Crisis de los Mercados Emergentes (2015 – ?). Se indica que las tres crisis han sido causadas por el mismo fenómeno.  Es decir, el imparable movimiento de capitales que se desplazan de una zona a la otra del planeta en búsqueda de buenas utilidades. En la primera crisis, es decir, la que afectó a los Estados Unidos, capitales occidentales y asiáticos crearon una enorme burbuja inmobiliaria en ese país. Cuando la burbuja explotó, estos capitales ayudados por capitales alemanes, invadieron el sur de Europa y crearon otra burbuja, donde Grecia, España, Irlanda, Portugal,  Italia y en menor medida también Francia, fueron los países más afectados.  Cuando esta burbuja explotó en el año 2010, ella creó la crisis de la Unión Europea, problema que aún continúa. Los capitales golondrina, de Europa saltaron al tercer mundo formado por los países emergentes. Son estos países los que ahora están entrando en una profunda crisis económica y financiera.

 

                Esta vez, gran parte del crédito fácil, ha sido dirigido al sector privado de los países emergentes.  Los bancos occidentales y asiáticos han hecho préstamos poco productivos a empresas privadas mal administradas del tercer mundo, también estos inversionistas globales han comprado en moneda local, bonos emitidos por compañías privadas de dudosa reputación técnica y financiera y pertenecientes a países emergentes.  Se ha creado de esta forma una nueva y gigantesca burbuja crediticia y ella ya está explotando.  Los países emergentes más afectados y en más grave peligro son aquellos donde la deuda privada supera en más del 100% el producto bruto del país. En esta lista se encuentra primero Singapur, con una deuda de sobre el 250% del producto.  En segundo lugar está Malasia con una deuda superior al 200% del producto. En tercer lugar está China con una deuda privada poco inferior al 200% del producto. En cuarto lugar está Corea del Sur con una deuda privada similar a la China. En quinto lugar está Tailandia con una deuda privada del 180% del producto y en sexto lugar está Chile con una deuda privada un poco inferior al 150% del producto.  Finalmente la tabla número dos del artículo en referencia, señala que otros países en serios problemas son Brasil y Turquía ya que en ambos la deuda privada supera el 100% del producto.

 

                El artículo en la página 25 señala textualmente que: “En contraste con la expansión del crédito en Estados Unidos y Europa, donde los hogares eran los deudores principales, tres cuartos del peso de la deuda privada en países emergentes está en manos de empresas privadas. La deuda corporativa ha crecido de un 50% del producto bruto en el 2008, a un 75% en el año 2014. La mayoría de estos préstamos  se hicieron en Asia, particularmente en China. Pero Turquía, Brasil y Chile, también recibieron enormes préstamos. Empresas en el área de la construcción, particularmente en China y América Latina aumentaron su endeudamiento en forma exagerada. La industria del petróleo y gas fue también un gran receptor de créditos. Todo esto de acuerdo con el informe de estabilidad financiera global del Fondo Monetario Internacional. Deuda creciente en mercados emergentes no es tema de preocupación. Sólo puede significar que los ahorros están entrando en el mercado de capitales en forma más efectiva o que mejores oportunidades de inversión están siendo aprovechados en forma más productiva. Desgraciadamente estas posibilidades optimistas no representan para nada lo que en verdad está sucediendo. Mientras el endeudamiento corporativo de los países emergentes se va a las nubes, las utilidades de las compañías se han desplomado en forma catastrófica. Esto lo documenta el Fondo Monetario Internacional. Hay mucha evidencia que sugiere que el aumento drástico de la deuda son signos claros de préstamos indiscriminados y mal hechos y ellos sin duda eventualmente terminarán mal”.

 

                The Economist en su página editorial (página 15) continúa señalando que ya son casi diez años desde la explosión de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos,  y son seis años desde la insolvencia de Grecia que desató la crisis europea. Uniendo ambos episodios está la rapidísima acumulación de deuda seguida por una drástica caída. Un tercer capítulo de la crónica de la deuda se está ahora desarrollando. Esta vez la escena se produce en los países emergentes. Los inversores extranjeros ya se están despojando de gran parte de sus inversiones, pero la total agonía de la desaceleración, está aún pendiente. Crisis de la deuda en países pobres no es nada nuevo. De esta manera, la próxima crisis será para algunos, menos dramática que la quiebra de los mercados que colapsaron en los años 80 y 90 del siglo XX.  Hoy día los mercados emergentes en gran medida tienen, tasas de cambio más flexibles, reservas mucho más grandes y una proporción menor de su deuda en moneda extranjera. No obstante, el colapso afectará el crecimiento en forma mucho más potente de lo que la gente ahora espera. Todo esto debilitará la economía global en un momento en que la reserva federal de los Estados Unidos empezará a subir las tasas de interés. En todos los tres volúmenes de esta trilogía de la deuda, el ciclo empezó con el capital inundando los límites de los países, y así bajando las tasas de interés y empujando el crecimiento exagerado del crédito. En los Estados Unidos, la acumulación de los ahorros globales, la mayoría de Asia, se lanzó hacia las casas baratas con resultados desastrosos. En la Zona Euro, los ahorradores alemanes ayudaron a financiar una avalancha de inversiones en propiedades irlandesas y en gastos públicos en Grecia. Y tan pronto como esta burbuja de los países ricos explotaron, esto tiró las tasas de interés a niveles históricos bajísimos. La corriente de capital cambió de dirección. El dinero se derramó de los países ricos a los países más pobres. Esto fue por fin una tendencia correcta. Pero había un enorme peligro. Mucho capital se pidió prestado y se otorgó demasiado rápido. Una enorme cantidad de deuda fue tomada por compañías privadas para financiar proyectos imprudentes o para adquirir bienes sobrevalorados. En términos generales la deuda de los mercados emergentes subió de 150% del producto en 2009 a 195% del producto en el año 2014. La deuda corporativa subió de menos de 50% del producto en el año 2008 a más del 75% del producto en el año 2014. La proporción de deuda  producto en China ha subido 50 puntos porcentuales en los últimos 4 años. Ahora este rápido crecimiento (boom) está llegando a su fin.

 

                Un crecimiento chino más lento y precios de las materias primas más débiles han oscurecido las posibilidades aún cuando un dólar más fuerte y la cercanía de tasas de interés más altas en Estados Unidos, ya está poniendo barreras al torrente de capital barato. Ahora viene la hora de la verdad. Algunos ciclos de deuda finalizan en graves crisis y recesión. Como testigo de esto está la debacle  subprime y las agonías de la Zona Euro. Otros ciclos resultan en solo un crecimiento más lento a medida que los prestamistas dejan de gastar y los capitalistas arrancan para disminuir sus pérdidas.  La enorme y gigantesca escala del actual crédito para los países emergentes, garantiza que su conclusión causará mucho daño.  En países donde la deuda del sector privado ha aumentado en más de un 20% del producto, la velocidad del crecimiento del producto se desacelera en un promedio del 3% por año en los tres años después que se llega al punto máximo de préstamo. Pero cuánto dolor se sufrirá de aquí en adelante, dependerá de factores locales. Desde la escala de ajuste en la tasa de cambio hasta el tamaño de las reservas que el país tiene. En forma preliminar los países emergentes se pueden poner en uno de los tres siguientes grupos.

 

                Un primer grupo incluye aquellos países en que el crecimiento del crédito (credit boom) será seguido por prolongado malestar. Esto está muy lejos de ser un ataque al corazón. Países tales como Corea del Sur y Singapur, pertenecen a esta categoría, también China (y esto es crucial para la economía global). China todavía tiene defensas formidables para protegerse efectivamente de la salida de capitales. Además, tiene un enorme superávit en cuenta corriente. Sus reservas llegaron a 3.5 trillones de dólares en octubre, y esto equivale a tres veces su deuda externa.  Los líderes chinos tienen la tendencia de salvar a los prestamistas y muestran pocos signos tolerantes hacia las bancarrotas. Pero tirando los problemas bajo la alfombra no los eliminará. Compañías privadas que deberían quebrar seguirán funcionando. Préstamos incobrables se apilarán en los bancos.  El exceso de capacidad instalada como en el acero, llevará a dumpings en otros lados.  Todo esto reduce la velocidad del crecimiento, pero también detiene el peligro de una crisis mucho más severa.

 

                Con riesgo de crisis severas y con resultados catastróficos se debe incluir a los países de la segunda categoría. Estos son los países que no tienen los medios para salvar a los prestamistas imprudentes y tampoco pueden protegerse de la salida abrupta de capital. Dentro de las grandes economías en esta situación, tres países grandes se distinguen.  Primero el mercado de los bonos corporativos del Brasil ha crecido 12 veces desde el año 2007. Su déficit de cuenta corriente significa que depende de capitales extranjeros. Su parálisis política y su inflexibilidad fiscal no ofrecen nada que pueda dar seguridades a los inversores. Los bancos de Malasia, tienen muchísima deuda externa. Y los hogares malasios tienen la más alta tasa de deuda/ingreso de todos los países emergentes. Sus reservas son sumamente escasas y su actual superávit de cuenta corriente se va a reducir drásticamente en un futuro cercano. Turquía combina un déficit de cuenta corriente, alta inflación y alta deuda en moneda extranjera. Todo esto ha pasado a ser muy doloroso a medida que la lira se desvaloriza.  Un pequeño país que se encuentra en el grupo de los condenados es naturalmente Chile. No obstante The Economist  curiosamente en esta parte del texto, no lo menciona. Sin embargo debido a que Chile está en el sexto lugar de los países con una deuda privada del 150% del producto, tiene déficit de balanza de pagos, su moneda se ha depreciado enormemente en los últimos meses, la inversión se ha desplomado y el nivel de optimismo de la clase empresarial está en el suelo;  indudablemente que califica para que Chile sea puesto en la lista de países condenados.

 

                El tercer grupo de países consiste en aquellos países emergentes que ya han escapado a problemas serios y han pasado lo peor. De entre estos países grandes, India es el más sano de todos. Rusia puede superar las expectativas, el rublo ya ha tenido un ajuste mayor que cualquier otra moneda relevante y la economía muestra signos de recuperación.  Según  el artículo, Argentina es un desconocido perenne pero que tiene muy poca deuda privada, puede también salvarse si un reformista gana la presidencia este mes. Fuera de estos brillantes casos, todos los otros países señalan un año muy pálido y débil para la economía global. El Fondo Monetario ha pronosticado un crecimiento más alto para los mercados emergentes el próximo año. No obstante, las lecciones del pasado ciclo de deuda, sugiere que otros años de caídas es mucho más probable. La debilidad del mundo en desarrollo y que representa más de la mitad de la economía global, es ya mucho más importante de los que era antes. Crecimiento lento de los mercados emergentes dañan las utilidades de las multinacionales y el ingreso de los exportadores. Los bajos precios de las materias primas ayudan a los importadores de petróleo, pero ahoga y asfixia a los endeudados mineros, a los super endeudados perforadores de petróleo y a los comerciantes de materias primas,  que todos juntos deben  más de tres trillones de dólares.  La economía europea está más expuesta al enfriamiento de la demanda de los mercados emergentes. Es por esto que el crédito fácil es algo predecible en Europa. Pero el dilema de los Estados Unidos es mucho más grave. La divergencia de política monetaria entre los Estados Unidos y el mundo pondrá enorme presión al alza en el dólar, dañando sus exportaciones y ganancias. Las olas de capital golondrina, podrían una vez más tratar de buscar al consumidor norteamericano como el prestamista de elección. Si esto ocurre, la crisis de la deuda global podría terminar en el mismo lugar donde ella empezó. Es así como la gigantesca crisis del crédito tiene una trayectoria circular. En otras palabras, la crisis vuelve al mismo lugar donde empezó en el año 2007. Aquí terminan los pronósticos del The Economist.

 

                Volviendo a Chile y para concluir, es preciso señalar que con el precio del cobre bajo su costo de producción, y con el precio de los otros productos de exportación chilenos también sufriendo precios bajos, si a toda esta tragedia se agrega ahora la destrucción del sector privado nacional, debido a la salida de capitales extranjeros;  se puede concluir que Chile una vez más se ve enfrentado a un dilema circular parecido al que tiene la crisis global descrita brillantemente por The Economist. La crisis del salitre forzó a Chile a abandonar el modelo neoliberal en 1920. Entre esa fecha y el año 1939, se creó el modelo estatista e  intervencionista  o también llamado modelo de sustitución de importaciones o modelo cepalino. Este modelo funcionó hasta 1973 cuando fue brutalmente destruido por la dictadura militar. La dictadura adoptó el modelo neoliberal, el Estado se redujo y se puso todo el peso del desarrollo económico en el sector privado nacional y en los inversores extranjeros. Ahora que la inversión extranjera seguramente abandonará el país, y el sector privado colapsará bajo el peso de su deuda y la falta de utilidades; una vez más es probable que Chile vuelva a recrear el modelo estatista e intervencionista que tan brutalmente abandonó en 1973. Parece una broma o ironía histórica, pero al parecer la creación del Estado de bienestar en China también será responsable indirectamente por la recreación del Estado de bienestar en Chile y naturalmente en el resto de América Latina. La historia pareciera ser circular y una vez más se vuelve a lo que se abandonó ya hace muchas décadas atrás.

 


[i] Alemania produce y exporta tanto como lo hace China, no obstante China creció dos dígitos por tres décadas y Alemania sólo creció a una pequeña fracción de este crecimiento durante este mismo periodo. La razón principal para estas dos distintas velocidades en la tasa de crecimiento es que Alemania debe financiar un costosísimo Estado de bienestar. China hasta hace muy poco tiempo atrás no ha tenido que hacer este tipo de gastos y ha concentrado sus esfuerzos en sólo aumentar la producción de bienes exportables.

[ii] Ver: F. Duque: Apuntes de Ciencia Política Dictus Publishing. Saarbrücken Alemania 2013 Pgs. 263 – 289

 

 

F. Duque Ph.D.

Cientista Político

Puerto Montt, noviembre 2015

 

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