Desde el exterior uno de los contactos más frecuentes con el país es el que uno obtiene a través de las emisiones de TV Chile. Para quienes seguimos el panorama político seguramente uno de los programas más vistos debe ser “Estado Nacional” y creo que a los que vivimos fuera debe habernos sorprendido las peyorativas palabras usadas en la pasada emisión de ese programa por el Ministro de Hacienda Rodrigo Valdés en referencia a quienes no tienen casa propia y deben alquilar una lugar para vivir: “pobretones” es la expresión que Valdés utilizó. Por lo demás el deslenguado ministro se refería así a la mayoría de la población chilena, ya que—por lo que yo sé, aunque admito no tener estadísticas a mano—pese a todo el boom inmobiliario en el país sólo una minoría tiene casa propia.
Lo insólito e incongruente es que el ministro Valdés usó un término que si un político aquí en Canadá o en otras partes del mundo utilizara, se vería en grandes aprietos, se vería obligado a emitir disculpas y quizás hasta tendría que renunciar, los equivalentes ingleses que puedo encontrar para la expresión usada por Valdés serían “bum”, originalmente acuñada en Gran Bretaña y utilizada aquí de manera degradante contra los que reciben asistencia social (“welfare bums”) o en Estados Unidos la expresión “trailer trash”, forma derogatoria usada contra aquellos habitantes pobres que viven en casas rodantes que aparcan en las afueras de las grandes ciudades. Un poco más suave, aunque igualmente derogatoria sería la expresión “strapped” (originalmente “strapped for money” o corto de plata).
Para peor, quien llamó la atención al ministro Valdés por su desafortunada expresión fue nada menos que el panelista que representa a la UDI en el programa, Gonzalo Müller. Realmente una cosa de locos, como se podría decir.
Por cierto Valdés—aunque sea parte de un gobierno de centro-izquierda—hace parte también de esa elite tecnocrática que ha ganado tanto poder al alero de la consolidación del modelo neoliberal en el mundo entero. Me imagino que en la intimidad de su casa y en reuniones sociales a los pobretones los tratará en términos aun más despectivos: ¿la rotada? ¿la gallada? ¿la gentuza? ¿la chusma? Vaya uno a saber. Lo que sí su pequeño lapsus reveló, es su pertenencia a ese selecto grupo de intelectuales orgánicos al modelo neoliberal que siente un gran desprecio por esos ciudadanos de segunda y tercera clase.
Posiblemente el lector dirá “pero eso ya lo sabíamos desde que ese señor llegó al gabinete”. En efecto, pero este pequeño detalle, no suficientemente destacado, revela ya no sólo su predisposición política a poner freno a las reformas del gobierno bajo el pretexto de que no hay suficiente dinero, sino que revela además su predisposición psicológica contra quienes al fin y al cabo son la mayoría de los chilenos, los que no tienen casa propia, y que si uno analiza en más detalle la estructura del razonamiento del ministro constituyen en última instancia para él y me imagino que para sus otros colegas del gabinete que piensen como él, un “pain in the ass” (“un dolor en al trasero” para traducirlo elegantemente). En efecto, pareciera que para Valdés el país estaría muy bien si por arte de magia esos “pobretones” se hicieran a un lado, no existieran. Eso de exigir salarios decentes como lo han hecho los funcionarios del Registro Civil le debe producir una tremenda molestia (aunque no tanta como la que le produjo al Subsecretario del Interior el “socialista” Aleuy que mostró su espanto porque el arreglo salarial logrado tras más de un mes de paro era muy favorable a los trabajadores: “¡Adónde vamos a ir a parar, la rotada quiere ganar igual que uno…!” era posiblemente lo que el subsecretario quería decir). Qué decir de los intentos por gastar más dinero en salud. En los hechos creo que es la primera vez que se ve a un Ministro de Hacienda públicamente dictando normas sobre los gastos de otro ministerio, por lo demás uno de alta complejidad por las funciones que debe cumplir. ¿Para qué tener ministerios separados de salud, educación, transportes u otros si al final todos ellos podrían simplemente agruparse como departamentos del Ministerio de Hacienda? Esto también rompe con lo que es la práctica en otros países, aunque debo admitir que a lo mejor es lo que se viene en el nuevo orden de cosas según las reglas del modelo neoliberal: los ministros encargados de las finanzas pasarían a ser los que decidan cómo se gasta y en qué se gasta, a los “pobretones” denle lo mínimo y que se den con una piedra en el pecho, porque lo realmente importante es mostrar estadísticas de crecimiento, atraer inversiones y bueno, tener los libros bien balanceados, ojalá con superávits, para que cuando haya que rendir informe a los grandes capos de las finanzas mundiales a uno le den una palmadita en el hombro y lo citen como ejemplo ante otros países que no han sido tan buenos alumnos.
Qué contento estará el ministro Valdés en alguna próxima cita internacional cuando pueda mostrar sus cifras y explicar cómo ha mantenido los gastos a raya a pesar de las demandas de la gente, pensando que ya han quedado en el olvido aquellas estrofas iniciales de un viejo himno que no pertenece a un partido en especial sino a todos los que luchan por el cambio social profundo: “Arriba los ‘pobretones’(?) del mundo…”