La imagen, la voz, los valores del ex Presidente chileno, Salvador Allende convocaron a unas mil personas, con la asistencia de la alcaldesa Ada Colau, una numerosa representación del Consistorio y con un invitado familiar y querido por los chilenos, el cantautor Joan Manuel Serrat.
La plaza Salvador Allende en Barcelona estaba vacía. La precipitación de la lluvia puso en jaque la concentración de chilenos y catalanes que se citan cada año a conmemorar el 11 de septiembre chileno y, en especial, la figura del Presidente Salvador Allende.
Pero, la amenaza amainó a poco de la hora señalada, las 10.30 de la mañana. Fue el momento en que, como nunca antes, la plaza fue ocupada por un millar de personas, desbordándola, cuando justo cuando el lugar cumplía sus 30 años, inaugurado por el alcalde de Barcelona de la época, Pascual Maragall, cumpliendo el acuerdo de un Pleno municipal.
Este año, contó con la participación de la primera alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, acompañada por una decena de regidores del consistorio barcelonés y el invitado especial, esta vez, el cantautor catalán, Joan Manuel Serrat
Los refugiados de ayer y de hoy
Eulogio Dávalos, músico chileno, exiliado en Barcelona y presidente del Centro Salvador Allende, decía que la plaza, inaugurada por los representantes de la ciudad, es el fruto de la acogida y relaciones entre refugiados chilenos y asociaciones de vecinos, sociales, de derechos humanos y de partidos progresistas catalanes. Este hecho fue destacado en momentos que una ola de solidaridad comienza a levantarse en Europa con el arribo de centenares de miles de refugiados que huyen de la guerra y de la muerte.
Dávalos, que el viernes 18 de septiembre recibirá, en Madrid, el Premio Pablo Neruda, otorgado por el Gobierno chileno, recordó la experiencia del Winnipeg, el barco que fletó Pablo Neruda desde el puerto de Burdeos (Francia) hacia Valparaíso con cerca de 2.000 refugiados españoles, tras estar internados en campos de concentración franceses, después de salir forzados por la caída de Barcelona en manos del ejército franquista.
El músico chileno elogió a la ciudad de Barcelona de mostrar otra vez -como lo hiciera con los chilenos- su rostro solidario al abrir las puertas a las personas obligadas a salir de sus países por conflictos armados y económicos.
Allende y la solidaridad
Joan Manuel Serrat se refirió a Chile como tierra de acogida de siempre, resaltándola en el hecho que la pintora Roser Bru -a quien le ha sido otorgado este año, el Premio Nacional de Artes Plásticas- fue una de los refugiadas en Chile, tras viajar a los 4 o 5 años en el Winnipeg (ese barco donde cabían 200 y Neruda los multiplicó hasta llegar a dos mil)
La solidaridad reaparece en Europa, un valor que Dávalos subrayó en la visión política y humana de Salvador Allende: fue un visionario del siglo XXI cuando abogaba porque el hombre fuese considerado en una escala de valores distinta a la de aquellos que ponen el dinero como el medio esencial para hacer progresar a la sociedad, en vez, de un hombre en que la inteligencia y la solidaridad con los demás sea su fuerza creadora.
Unos conceptos que estuvieron en su creación de “la vía chilena al socialismo”, que, en su época, fue vista como una fascinante experiencia para transformar la sociedad, que como lo expuso el presentador del acto, se proponía para garantizar una vida digna para todos, superando las limitaciones del capitalismo, todo ello, con la fuerza pacífica de la democracia, la alegría de la fraternidad y la fe del cambio. Allende fue ese anhelo colectivo y aquel 11 de septiembre, decía Serrat, no sólo muere Allende, sino un gran sueño.
Como ya es costumbre en la plaza del barrio barcelonés de Horta, la voz de Allende llenó la plaza con sus últimas palabras, seguido de los himnos de Chile y Cataluña, y la seña de identidad de los tres años de la Unidad Popular, Venceremos.