Diciembre 5, 2024

El conflicto docente

El origen, desarrollo y los innumerables finales que ha tenido el conflicto docente no es algo ajeno al paradigma que hace de la educación una actividad económica y no un derecho. Es su punto de partida.

 

 

Y lo que sucede en el gremio de profesores es una tensión en la que se verifica la existencia de  estas dos visiones contrapuestas: la sostenida por la Nueva Mayoría del gremio, y otra, por el resto.

 

La irrupción de la Concertación luego del repliegue uniformado perfeccionó un sistema en el que muchos de sus cuadros se transformaron en exitosos y acaudalados sostenedores y en el cual ideológicamente se sintieron muy cómodos.

 

Y como sabemos, la educación es donde se reproducen las condiciones para la supervivencia de la cultura dominante. Hace falta una educación como la que tenemos para que exista todo lo demás.

 

Y desde el primer día en que se implementó mediante la fuerza bruta, la represión y la muerte, los profesores han venido denunciando el sistema como contrario a los intereses reales de los habitantes, como lesivo para la función docente y discriminador y abusivo con los estudiantes.

 

El proceso de democratización del gremio docente, creado ex profeso por la dictadura, puso en el centro la necesidad de democratizar también la educación, oponiéndose desde el comienzo a la municipalización, que no fue otra cosa que el inicio de la privatización del sistema escolar.

 

Sin embargo, la Concertación no le metió mano porque leyó desde el comienzo que su vinculación con el legado de la dictadura era mucho más íntima de lo que reconocieron.

 

Las buenas formas con el tirano, la condescendencia mostrada con criminales de lesa humanidad, el cierre de la posibilidad de ofrecer justicia, verdad y reparación, y sobre todo, por la adscripción a los postulados del neoliberalismo, son decisiones que se proyectan duramente hasta el día de hoy en todos los ámbitos.

 

Inmerso en una crisis monumental, el sistema educacional público, o sus vestigios, ha sobrevivido para establecerse como la educación que el Estado reserva para los pobres.

 

Fracturada brutalmente la sociedad chilena entre los que tienen y los que no, lo que ha llevado a este país a ser el más desigual del planeta, en el plano educacional esa diferencia no solo se hace más aguda, sino que responde a la necesidad de la defensa del modelo y su reproducción.

 

Y por esa razón se ha reforzado mediante una compleja red de leyes que buscan compatibilizar el mercado con el rol social de la educación, que es como intentar mezclar el vinagre con el aceite.

 

Las propuestas de la Nueva Mayoría no consideran un cambio de ese paradigma. Su intento es y sigue siendo, perfeccionar lo que hay por la vía de limar las asperezas en aquello aspectos más complejos y que han tenido la mayor oposición del mundo social, en especial de los docentes.

Para estos últimos la presidenta Bachelet ofreció una carrera profesional que sería hecha en conjunto, lo que por cierto nunca fue.

 

Operadores políticos que nunca ocultaron su aversión a lo que huela a profesor se dieron a la tarea de dilatar encuentros en los que finalmente no se llegó a nada, porque esa era la idea: dar una apariencia de participación gremial, pero de los representantes de los profesores, no se consideró ni una coma.

 

Y entonces, vino la huelga luego de que el 97% de los profesores rechazara la propuesta de Carrera Docente que impulsó el gobierno.

Atenazado por las bases, la conducción oficialista del gremio de los profesores debió recular varias veces antes de traer las cosas hasta el estado en que están ahora: un gremio fracturado, divisiones internas que debilitan su acción, y una Carrera Profesional  que no cuenta con las simpatías del profesorado, e impuesta en contra del alma docente.

 

Resulta notable la fruición con que el gobierno de la Nueva Mayoría hace lo posible por ir siempre a contrapelo de lo que dicen aquellos a los que se supone representa. Parece que en La Moneda se disfruta cuando sus propuestas se hacen en contra de la opinión de la gente.

Hasta ahora, no se ha visto que alguna iniciativa legislativa impulsada por Bachelet, haya contado con el apoyo de los que se supone son sus beneficiarios.

 

Y nunca se ha sabido de alguna manifestación que demuestre  la gratitud de un pueblo por el alma social de la presidenta socialista. Y a nadie del gobierno parece llamarle la atención que las únicas manifestaciones sean en contra.

 

En ese aspecto falló el rol del Partido Comunista, el que por la vía de perder cada vez más su anterior e histórico posicionamiento, decide cada vez menos en el mundo social.

 

Lo que se celebró como un triunfo, la idea de legislar un proyecto que había sido rechazado por los profesores, no fue sino una penosa red de acuerdos y compromisos con la derecha.

 

Para doblegar al profesor debieron aliarse con la ultraderecha. ¿De qué se trata todo esto? ¿En manos de quienes estamos? ¿Cuál es la prevención pedagógica de ese contubernio que debería avergonzar a la gente con más juicio y criterio??

 

Ese extraño triunfo dejó el regusto amargoso de la derrota.

 

Machaconamente, las autoridades y los políticos adujeron que el proyecto aprobado  no era igual al original, lo que demuestra que se podía cambiar. La pregunta que cae de madura es: ¿por qué entonces no se cambio antes?

 

Finalmente el paro de los profesores que por casi sesenta días, enfrentó a los profesores con el gobierno y, por cierto, con las Fuerzas Especiales, organismo oficial que más ha interactuado con los decentes, se bajará.

 

Pero habrá sido solo por la incursión de la amenaza, los descuentos, y la posibilidad de la cesantía. Nuevamente vencieron, pero no convencieron

 

Que ha sido una victoria Pírrica, bien lo saben en el gobierno. Y que esto que se apaga por la vía de otro asqueroso pacto con la derecha, va a comenzar de nuevo a brotar en cualquier momento, también deberían saberlo.

 

No hay seso en el gobierno para darse cuenta que así no sirve. No hay alma. Que la rabia acumulada va a buscar una forma de expresarse en breve, como ha sido siempre, es cosa de tiempo.

 

Poco se puede esperar de la ilegitimidad del Congreso, en el cual un número aún indeterminado de sus integrantes están vinculados con ilícitos relacionados con triangulaciones económicas a niveles de escándalos, no representa un escenario muy pulcro como para ofrecer leyes legítimas.

 

La abdicación de la presidenta es otro elemento. ¿Habrá quien crea lo que dice y ofrece, luego de traicionar sus propias ofertas a los profesores e imponer una Carrera Profesional hecha por tecnócratas enemigos jurados de los profesores y de la educación pública?

 

Con todo, los profesores alcanzaron un par de victorias no desdeñables y que no deben dejar de tener en consideración.

 

Una es que la Nueva Mayoría y su líder han sido desnudados como contrarias a los intereses de los trabajadores, lo que debería alumbrar a los incautos que aún les creen.

 

Otro, es haber sentado en una mesa  a la autoridad, cuya prepotencia debió aguardar antes de desplegarse en toda su majestuosidad, luego de aplicar la máxima de la guerra contrainsurgente aprendida en USA, de no negociar bajo presión.

 

Y quizás la más trascendente es que los profesores que se movilizan lo hacen ya no por una chaucha más o menos, sino por cuestiones de fondo, que tienen que ver con la dignidad de quienes son responsables de los niños y jóvenes de un país, que es como decir de su futuro. 

 

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