Noviembre 17, 2024

La Nueva Mayoría evoca a Groucho Marx

En vez de inventar eslóganes crípticos e inútiles, que no movilizan a nadie, como por ejemplo “todo por Chile” o “realismo sin renuncia”, sería más oportuno y sabio que el gobierno usara la sentencia de Groucho Marx, “estos son mis principios, si no les gusta, tengo otros”, que ilustra a cabalidad la actual situación de la Nueva Mayoría ante las reformas propuestas en el programa de gobierno y prometidas a la ciudadanía.

 

 

Sería muy fácil que la declaración que lea el Vocero de gobierno, Marcelo Díaz, al término del cónclave, contemplara los siguientes puntos: “estos son nuestros principios y los mantenemos incólumes, pero como hemos podido comprobar, no les gusta al <partido del orden>, tenemos otros que sí podrían agradarles”.

 

La primera parte del discurso del vocero dejaría feliz a los comunistas, a los militantes del MAS, a los de la Izquierda ciudadana e, incluso, a algunos despistados ciudadanos de los movimientos sociales, que exclamaría, gozosos, el gobierno aún mantiene el programa con su relato y correlato, en el sentido de no piensa abandonar sus “principios” y aplicará las reformas aun cuando queden aplazadas para futuras generaciones.

La segunda parte del eslogan dejará satisfechos a los empresarios, al sector democratacristiano de los Walker, de los Martínez, de los Burgos y de otros tantos frescolines que pululan por este bendito país de la Virgen del Carmen.

La Nueva Mayoría – que ya no le alcanza, ni siquiera, para “la Nueva Pillería”, práctica que se ha extendido a toda la casta plutocrática que nos domina – sólo puede sobrevivir sobre la base de ambigüedades y de consignas y nuevas promesas, carentes de todo sentido: el gobierno, con su Presidenta a la cabeza han alcanzado alturas insospechados en cuanto a lenguaje críptico se refiere.

Debemos estar alerta, pues hace bastante tiempo que la Nueva Mayoría no es más que la consagración en el poder de los tenores huecos del partido del orden – democratacristianos más poderes fácticos – que se han coludido para cocinar, a su amaño, la reforma tributaria, que ha terminado siendo un monstruo inútil e insuficiente para recaudar lo estrictamente necesario para llevar a cabo las reformas, desvirtuando la reforma educacional, la laboral, la de salud y la de las pensiones.

Hay que reconocer una dosis de maligna genialidad de parte del sector dominante de la Nueva Mayoría, que se las ha ingeniado para engañar al sector más progresista de esta combinación mediante una larga declaración de principios, esmerándose en no dejar ninguna reforma fundamental por remover pero, en definitiva, recurriendo al expediente de boicotearlas.

Ignacio Walker, uno de los de la banda de los Walker en el parlamento, no requiere la aprobación de la Democracia Cristiana para convertirse en candidato presidencial, pues basta que lo haga la familia y sus más cercanos, en medio de un regado almuerzo familiar. Durante el último período se ha dedicado a desvirtuar y, en muchos casos, a bombardear las reformas propuestas por el gobierno, actitud que muy contentos a los dirigentes de la Concertación – la derecha no existe -. Hay que reconocer que la estrategia de Walker y su clan, en el sentido de marcar diferencia y distancia entre la Democracia Cristiana y la “izquierda”, ha sido exitosa terminando por adueñarse del gobierno y enviando al PPD y los Partidos Comunista y MAS al coro de los niños cantores de Viena. La Nueva Mayoría sólo sirvió como puente para elegir a Michelle Bachelet y para engañar a la ciudadanía con un programa que se posterga hasta “el año de las calendas”.

Aunque vulgares los dichos recurrentes de Edmundo Pérez Yoma y de Gutenberg Martínez no dejan de ser profecías autocumplidas cuando expresaban – y lo deseaban desde el fondo de su alma – que la Nueva Mayoría no era más que una alianza electoral.

Esperemos los resultados del nuevo “lema” del gobierno: “estos son mis principios, si no les gusta, tengo otros”.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

22/07/2015

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