Diciembre 6, 2024

Sinceramente ¿Tercer gobierno de Bachelet?

“Todos sabíamos que no se iba a poder” señaló Gutenberg Martínez refiriéndose al cumplimiento del programa de gobierno de la coalición a la que pertenece su partido. Agregó que la actitud de su partido ante el programa había sido “irresponsable” (por haberlo aceptado se entiende).

 

 

Terminó afirmando que “La Nueva Mayoría perdió la mayoría” (se fundó para esa afirmación en las últimas encuestas, que dan a ese conglomerado menos del 20% de apoyo. Se olvidó pensar en que, si es así, la DC debe tener un apoyo en torno al 6 ó 7% y su base política de menos del 4 ó 5%. ¿Cómo para pontificar? Gutenberg, como la mayoría de la DC , estuvo siempre (no ahora) en contra del programa. Él apoyó una precandidatura distinta a la de Bachelet a fines de 2013 y fue derrotado. No estaba de acuerdo ni con una Nueva Constitución ni con esa Reforma Tributaria (recuérdese “la cocina”) ni menos con la Reforma Educacional o la despenalización del aborto en los tres casos conocidos. El aborto terapéutico, aprobado en casi todo el mundo, fue política pública en el gobierno del Presidente Frei Montalva.

 

Ignacio Walker, aspirante a precandidato a la Presidencia de la República, un decé caritativo, se sumó a Gutenberg: “Enterrada la retroexcavadora; que florezca la República” señaló exultante. Y propuso una “Convención Constituyente” a su pinta para partir…en 2018, en la misma fecha en que finaliza este gobierno.

Los dos, como otros en el mundo capitalista (recuérdese el Caso Banca Europea-Grecia), hablando en nombre de “la economía”, es decir de los dueños de la estructura económica capitalista que vivimos, han puesto los intereses de éstos por encima de “la democracia”, es decir del sistema político en desarrollo que decimos vivir (y que tanto ha costado desplegar).

Vista “la economía” con criterios reformistas duros, podría constatarse que echar a andar la actual Reforma Educacional y su primer año costaría casi una tercera parte de la fortuna personal más alta de Chile, unos 5.700 millones de dólares vs. unos 14.000 millones de dólares. La derecha de la Nueva Mayoría no piensa en esas cosas y la ultraderecha opositora si piensa es para no soltar nada de los 14.000 millones.

El “Tercer Gobierno” no aseguraría gratuidad generalizada de la enseñanza (iríamos viendo según el crecimiento del PIB (¡), licuaría la reforma laboral, patearía lo del aborto terapéutico y borraría del panorama de este gobierno la Nueva Constitución (que, además, no significa más recursos económicos).

Es el programa de “Tercer Gobierno” de Gutenberg y Walker, Camilo y O.G.Garretón entre otros, para dos años y medio.

Este programa de los dos y medio años que restan nunca existió como propuesta a la ciudadanía y nunca fue mandatado por la ciudadanía. Estos políticos de la Nueva Mayoría siguen creyendo que se les eligió para hacer lo que les da la gana.

Michelle Bachelet fue elegida porque propuso y personificó precisamente lo que hoy puede ser botado al tacho de la basura. No fue elegida para administrar una crisis con las viejas recetas del conformismo, que satisfacen a los que se han apropiado y manejan “la economía”.

No nos engañemos. “Sinceramente”, como se dice ahora, la crisis actual no ha sido provocada ni porque China nos compra menos cobre y a menor precio ni por “la incapacidad del Estado” para empujar y posibilitar el programa de gobierno. Si no hay plata para respetar el derecho a la educación Chile debe “sacar más plata”, o de la cúpula de la sociedad vía nuevos impuestos o del endeudamiento externo regular y normal. En educación y salud se trata, además, no de “gastos” sino de inversiones.

La crisis política actual (una crisis de desconfianza y repudio a los grandes empresarios y a las autoridades políticas) ha sido provocada por el conocimiento que hoy la ciudadanía tiene de los delitos permanentes de los grandes capitalistas, por los escándalos de los dirigentes de la UDI (prácticamente todos delincuentes), por los de algunos familiares de la Presidenta y varios miembros de su círculo más inmediato (los que dirigieron y manejaron su campaña con dineros del yerno de Pinochet) y por la utilización de ese despelote y esa vaciedad de esperanza por los que siempre, fuera del gobierno y dentro de él, se opusieron al Programa mandatado.

Los casos de Penta, Soquimich y Caval hicieron que la ciudadanía dejara de confiar “en todos los políticos”. De eso se aprovecharon los señores del neoliberalismo para “diktar”, como Merkel a Tsipras, pero con la oscuridad propia del invierno chileno.

El “Tercer Gobierno” hará que no se pueda confiar ni siquiera en las propuestas programáticas y que se instale la idea de que digan lo que digan los políticos no van a cumplir lo prometido.

Se desconfiará absolutamente de los políticos en el gobierno o en la oposición y en los políticos en campaña.

El gobierno no ha frenado la caída hacia “el Tercer Gobierno”. El eslogan “Realismo sin Renuncia” de Bachelet es muy poco claro, casi igual que el de “El Tercer Gobierno”. Unos van desprendiéndose dichosos de lo que fue el año 2014, otros caen sorprendidos pero inactivos. ¿Dónde vamos a parar?

Los reaccionarios (vale más que nunca el término) se encargarán siempre de frenar los procesos que no les convienen, con el argumento de que “no se puede” (porque no hay cómo hacerlo) o “no se debe” (porque caeríamos en la bancarrota y, lo peor, en el comunismo ateo).

Los progresistas que –a diferencia de Aguirre Cerda o Salvador Allende- bajan el moño y entierran sus banderas argumentando una baja de dos puntos en el crecimiento del PIB, un mal cálculo programático o una insuficiencia de gestión, están condenados a la derrota y al olvido histórico por haber sido “ni chicha ni limonada”.

Hay que apurar lo nuevo.

 

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