El ex funcionario de la dictadura y ex parlamentario de la UDI Jovino Novoa ha sido formalizado y no va a la cárcel. Un día los presos de Santiago 1 pusieron un cartel que decía: “Aquí estamos los que robamos poco”. En mis cotidianos trámites en los tribunales chilenos, cada día veo ratificada su sabiduría.
Jovino Novoa, un abogado y dirigente de la ultraderecha de ingresos millonarios, ha sido formalizado, lo que indica que el Ministerio Público tiene presunciones fundadas que le ha cabido participación en calidad de autor de fraudes al fisco, el dinero de todos los chilenos.
El Fiscal ha señalado que los antecedentes permiten presumir que en ciertas situaciones los dineros iban al propio bolsillo de Novoa, lo que constituiría una estafa respecto de los donantes que creían estar ayudando a la ultraderecha. Es decir, que habiendo dinero de por medio el sr Novoa no tiene paz con nadie.
El imputado acusó públicamente a la Fiscalía de llevar adelante una investigación “ideológicamente falsa”, exigió de la casta política un acuerdo que le dejara impune y por último se negó a declarar haciendo las cosas difíciles a la investigación.
El delito imputado tiene una gravedad social enorme, se trata nada menos de la instalación de un poder del estado a partir de dineros fraudulentos, lo que creaba una dependencia directa de los parlamentarios del gran empresariado. Las leyes, como la de Pesca, se dictaban y se dictan al antojo empresarial; el que pone la plata pone la música.
La peligrosidad social del imputado es enorme, al punto de corromper una institución del estado. Sin embargo no va a la cárcel, se va a su casa. ¿Cuantos otros ciudadanos gozan de este privilegio? Muy pocos. ¿Cuántos van a las terribles condiciones de la cárceles chilenas? Casi todos.
Por delitos ínfimos como robar un celular, los otros chilenos, los que roban poco, van por muchos meses y a veces años a ese infierno que son las cárceles de nuestro país.
En toda esta escandalosa situación de los sobornos a parlamentarios y altos funcionarios estatales, no hay nadie preso en una cárcel.
Y como si nada siguen dictando leyes como la que pretende despojar de sus casas a los chilenos pobres mediante las hipotecas de los jubilados.
Chilenos, esto no puede continuar.
ROBERTO AVILA TOLEDO