Diciembre 10, 2024

¿Tras las elecciones es posible una candidatura de unidad popular en España?

 

Concluidas las elecciones municipales y autonómicas y formados los nuevos ayuntamientos, el mapa político sufre un cambio a nivel local a consecuencia del fin de las mayorías absolutas y los pactos alcanzados in extremis. Ciudades en manos del Partido Popular, como Madrid, Valencia, Alicante, Cádiz, Sevilla, Coruña, Huesca, Huelva, Oviedo, Valladolid o Zamora han pasado a manos del PSOE, Compromis, Izquierda Unida o las candidaturas de convergencia. Barcelona, administrada por Convergencia y Unión, queda en manos de Ada Colau, candidata de Barcelona en Comú. En el país vasco, Bildu pierde San Sebastián en favor del PNV, al igual que el Partido Popular en Vitoria. En Pamplona, la coalición EH-Bildu desplaza a la derechista Unión del Pueblo Navarro.

 

 

En A Coruña el PP deja sitio a las mareas atlánticas, mientras el PSOE pierde Orense, recuperado por el PP, y Zaragoza lo gana la coalición Zaragoza en Común, en detrimento del PSOE. Madrid, capital del reino, administrada con mayoría absoluta durante más de dos décadas por el Partido Popular, pierde la plaza en favor de Manuela Carmena, candidata de Ahora Madrid, electa con votos del PSOE. Sin embargo, no todo ha sido coser y cantar. Hubo ciudades, como Gijón, donde Podemos decidió en referendo, donde votaron mil 300 personas, menos de uno por ciento del censo electoral, dejar la alcaldía al derechista partido Foro Asturias, de Álvarez Cascos, ex-ministro de Aznar, expulsando al PSOE, cuya labor en el ayuntamiento había sido elogiada por la izquierda social gijonense. Otros casos similares han poblado la realidad municipal dando lugar a pactos contra natura.

 

Mientras tanto, en la lucha por ocupar la presidencia en las 13 comunidades autónomas que convocaron a elecciones, los gobiernos cambian de mano favoreciendo al PSOE. No hay muchas novedades. Lo más destacado está en la Comunidad Valenciana. Compromis, coalición integrada por Bloc Nacionalista Valencià, Iniciativa del Poble Valencià y Verds-Equo, accede a la vicepresidencia imponiendo a su lideresa, Mónica Oltra, tras los pactos con el PSOE y Podemos.

 

Por otro lado, en las pugnas autonómicas, los partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, cuyos votos son necesarios para decantar la balanza hacia el PSOE o el PP, dado la pérdida de las mayorías absolutas, han optado por establecer las llamadas líneas rojas, renunciando a ocupar cargos de responsabilidad en las consejerías. Su objetivo, firmar protocolos de actuación, donde PSOE y PP se comprometen en la lucha contra la corrupción, garantizar la transparencia, cesar a sus políticos imputados en activo y tomar medidas que frenen las privatizaciones o los desahucios. En este contexto, Ciudadanos negocia con la lista más votada. En Andalucía dio el voto a la candidata del PSOE, Susana Díaz. En Madrid, en cambio, negocia con Cristina Cifuentes, del PP, Podemos, por su lado, apoya al PSOE en Castilla La Mancha y Extremadura.

 

El mapa autonómico se redefine. El PSOE recupera La Comunidad Valenciana, Castilla la Mancha, y Extremadura mantiene Asturias, Andalucía y rescata Cantabria, en manos del PP, para el Partido Regionalista de Cantabria. Aragón sigue pendiente de las negociaciones con Podemos y Chunta Aragonesa. Murcia, La Rioja, Castilla y Leon serán gobernadas por el PP. En Cataluña, las elecciones autonómicas de septiembre permitirán calibrar el nivel de aceptación de la propuesta soberanista de los partidos nacionalistas. Sus resultados, en cualquier caso, no serán extrapolables a las elecciones generales de noviembre de este año.

 

La necesidad de acuerdos con las nuevas fuerzas emergentes se ha convertido en necesidad para el PSOE y el PP, y los partidos nacionalistas mayoritarios en las comunidades autónomas y ayuntamientos de Galicia, Cataluña y Euskadi. No menos importante lo son para Podemos y Ciudadanos, que verán contrastados sus programas con sus actuaciones gubernamentales. Recordando que Podemos ha tildado de casta, corruptos y hacedores de la vieja política a todos los partidos que han participado del llamado régimen del 78. Izquierda Unida, PSOE, PCE, UPyD, PNV, CyU, UPN y otros, subrayando la imposibilidad de llegar a acuerdos con ninguno de ellos. La realidad, a corto plazo, se ha mostrado muy distinta.

 

Hoy, el debate se centra en dos preguntas: ¿es el principio del fin de bipartidismo? ¿Es viable la emergencia de candidaturas de unidad popular para las elecciones generales, a celebrarse en noviembre de 2015?

 

Responder no es fácil, obliga a rescatar la frase de Federico Engels: La ideología no está en la respuesta, sino en la manera de formular la pregunta. En este sentido, España no posee un régimen bipartidista. Basta comprobar la multitud de partidos con representación parlamentaria para cuestionar dicho postulado. Por el contrario, existen dos partidos de ámbito estatal, el PP y el PSOE, hegemónicos, que en determinados momentos han obtenido mayorías absolutas, haciendo innecesario cualquier pacto. Lo dicho crea un espejismo e impide ver el mapa multipartidista. Nunca ha existido un régimen bipartidista, ni siquiera adjetivado como imperfecto. Por tanto, la pregunta debe reformularse: ¿Los partidos mayoritarios y hegemónicos perderán su papel protagónico y cederán su lugar a nuevas formaciones que los desplacen o hagan desaparecer? La respuesta no es fácil. La tendencia señala que el PP y el PSOE siguen concentrando, en el peor momento de su historia política, más de 50 por ciento de votos emitidos.

 

La segunda pregunta también tiene trampa. Nos habla del resurgir político de la izquierda española a manos de una nueva formación, Podemos, junto a la derrota estratégica de Izquierda Unida. Otra falacia. Izquierda Unida tiene crisis de liderazgo y de representatividad, pero mantiene presencia en las instituciones. Sin embargo, el PCE cree agotado su andadura y es partidario de candidaturas de unidad popular a corto plazo. Una estrategia partidaria y electoralista. Por otro lado, Podemos se define como partido atrápalo todo, ni de derechas ni de izquierdas. Dicen ser un método para lograr la participación ciudadana. No tienen intención de formar candidaturas de unidad popular a corto y medio plazos.

 

Ahora quieren asaltar los cielos de las cortes generales en noviembre. El ejemplo inmediato, su posición ante las municipales, donde Podemos se arroga triunfos electores de candidaturas ciudadanas que no les pertenecen, como Barcelona o Madrid, cuyo triunfo no hubiese sido posible sin Izquierda Unida, Equo, Izquierda Abierta, PCE, asociaciones de vecinos, las diferentes mareas y plataformas contra los desahucios, la privatización del agua, asociaciones de vecinos, etcétera. La candidatura de unidad popular, si sale adelante, será pesar de Podemos.

 

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