Diciembre 7, 2024

Crítica Clarín: Parlamento, una clase de historia entretenida y necesaria

Cuenta la leyenda que Simón Rodríguez, el tutor de Simón Bolivar y de Andrés Bello entre otros, recorrió Latinoamérica enseñando con puras locuras: enseñaba los oficios malditos para hacer personas autosustentables; la anatomía del hombre a cuerpo desnudo; política a través del debate y la argumentación y creía que rompiendo todos los esquemas educativos vigentes, incitaba a la imaginación, a la libertad y a la subversión de sus estudiantes.

 

 

Ver “Parlamento” es ver a Francisco Sánchez (Tryo Teatro Banda) desarrollando una juglaría unipersonal que inevitablemente me recuerda a ese “loco”, Simón Rodriguez. Una cátedra de historia de Chile que recorre 200 años de tregua en la guerra de Arauco, sostenida gracias a ese bello don de los seres humanos que se llama conversación.

 

Dirigida por Andrés del Bosque, muestra a un juglar entre bastidores de papel que con innumerables instrumentos musicales y sencillos elementos didácticos, comienza a reflexionar en torno a la comunicación: los pajaritos se comunican en los árboles, la música comunica con vibraciones, pero los seres humanos parece que preferimos las armas y la historia oficial tiende a esconder las excepciones. Así “Parlamento” es una invitación a escuchar un momento de la historia de Chile desconocida para muchos, que llena de detalles y simpáticas anécdotas, nos presenta las grandes asambleas de conversación entre los españoles y los mapuches, aquellos “parlamentos” que conservaron la paz y promovieron la alegre convivencia desde el mítico Parlamento de Quilín.

 

Desde la urgencia y la necesidad de recobrar el diálogo, el caos se apodera del juglar, apareciendo en el escenario el humor de un bufón que enloquece por enseñar en estos días de crisis, represiones a estudiantes y mapuches, y peleas por reformas educacionales. Su monólogo se transforma en una clase justa y necesaria, que con ejemplo nos habla de cómo son los maestros necesarios, nos alecciona respecto a nuestra propia ignorancia y nos invita a volver a parlamentar. El loco, cual Simón, da rienda suelta a su lengua y a su música, para educar y entretener.

 

Si bien hay momentos en que los recursos escénicos se vuelven demasiado obvios, la hora y veinte minutos de espectáculo encanta y aporta a la construcción de un Chile mejor educado, más tolerante, conversador, consciente de sus raíces y más delirante.

 

COORDENADAS:
Hasta el 7 Junio

Viernes, sábado y domingo a las 21 hrs.
Centro GAM, Alameda 227

Entrada general $6.000, niños y estudiantes: $4.000
 

 

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