¿Será posible que luego de catorce meses en la Cámara, un diputado de la República aún no consiga entender a cabalidad cuáles son sus dos principales funciones, esto es, legislar y fiscalizar? Es muy posible. De hecho, el diputado socialista por Arica, Luis Rocafull, así lo demuestra, al convocar a un concurso fotográfico, estableciendo premios en dinero en efectivo con fondos públicos. Nada más ajeno a su labor.
¿Es esto un hecho extraño o aislado? Para nada. Por desgracia para la débil salud de la democracia imperante, esta convocatoria no puede ser leída más que como un nuevo abuso de confianza, es decir, otra reinterpretación antojadiza de una función establecida con claridad en la Constitución; al cabo, un aprovechamiento de un diputado que siente que en medio del caos, siempre es posible sacar exiguas ventajas.
¿Logrará el diputado Rocafull dimensionar en su intimidad la cuantía y el alcance de su atrevimiento? Tal vez para él resulte legítimo y oportuno organizar un concurso para “estimular la creatividad, propiciar las producciones artísticas independientes, divulgar aspectos y costumbres sociales, promover la difusión y conservación de la región”, según se consigna en las bases publicadas en su sitio web. Sin embargo, tan noble objetivo está fuera de sus atribuciones legales.
En todo caso, la lógica implícita en el referido concurso fotográfico –provisto de más de $200 mil en premios– se condice con los dichos de la recién electa presidenta del partido de Rocafull, la senadora Isabel Allende, quien en referencia a los gastos de precampañas electorales sostuvo en El Mercurio: “Todos hemos sorteado la ley; todos hemos usado resquicios (…) no creo que haya una persona que esté sentada en ese Parlamento que se haya limitado a hacer la campaña en el período legal de dos meses”. Es decir, existe una validación moral y política del uso de resquicios a todo evento, independiente de la época en que se utilicen.
La única diferencia entre ambos parlamentarios socialistas, es el cuándo. Ella admite haber recurrido a esos resquicios antes de lo permitido. Él, los está utilizando para la ‘etapa de mantención’ entre campañas, o sea, Rocafull no trepida en echar mano a la caja fiscal para hacer proselitismo, pues, en el fondo, su concurso no es más que una excusa montada para visibilizar su nombre entre los electores ariqueños.
Pues bien, he aquí una consecuencia de la crisis política que vive el país: a río revuelto, ganancia de pescadores. Es decir, en medio del desorden y la desconfianza, emerge el escenario propicio para acometer acciones populistas. En rigor, los políticos ceden a la tentación de embarcarse en proyectos personales, disponiendo de fondos públicos con fines proselitistas, que los ayuden a mantenerse vigentes, haciendo, de paso, que sus electores se ocupen de otras cosas, y no de sancionarlos. Hay, en todo ello, una enorme irresponsabilidad, una actitud enfermiza y adictiva hacia lo público, un abandono del deber ser; una ignorancia consciente y acomodaticia, según la ocasión. Es ahora o nunca.
Ser mecenas recurriendo al patrimonio propio, no tiene nada de malo. Leonardo Farkas es un buen ejemplo: en medio del desastre nortino, se gastó 800 millones de pesos y cargó una hilera de camiones con enseres para los damnificados. Sí es malo cuando un legislador lo hace con cargo a la plata de todos los chilenos.
El diputado Rocafull tiene que ser más cauto al establecer sus premios. Si lo hace con su billetera, no hay problemas. Por desgracia su pasado reciente lo condena a la desconfianza, debido a su apego a los subsidios que caen del cielo. Él no debe olvidar que a pocos días de asumir en la Cámara (marzo de 2014), se vio obligado a renunciar ante notario a su condición de beneficiario del ‘bono marzo’, que le correspondía por tener Ficha de Protección Social, no obstante haber sido el primer intendente de la región de Arica y Parinacota (período 2007-2010), y percibir suculentos ingresos como comerciante tras dejar ese cargo.
A los ciudadanos de Arica y Parinacota les interesa que sus parlamentarios y autoridades locales trabajen en materia de inclusión y pertenencia al resto del territorio nacional. Ellos no quieren seguir viendo cómo sus representantes consolidan su patrimonio personal. De eso ya han tenido bastante. Ellos no necesitan más fotos de sus paisajes, ellos son el paisaje; ellos no requieren más cuentos ni cuenteros, pues, ellos son los protagonistas y relatores de su historia; ellos son los constructores de sus mitos y leyendas. Lo que sí necesitan con urgencia, son verdaderas oportunidades de desarrollo para su región. Ariqueños y parinacotenses esperan que alguien defienda sus auténticos intereses, ya están hartos de tanto Melquíades vendiendo ideas estrafalarias e inútiles en el pleno Paseo 21 de Mayo.