Delegaciones de los 33 países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) comenzaron este jueves un encuentro en Quito, Ecuador, donde se debate la posición común contra las drogas y que será elevada en una reunión sobre el tema convocada por la Organización de Naciones Unidas para 2016.
El encuentro de las delegaciones de la Celac se realiza en la sede de la Unión de Naciones Sudamericana (Unasur), ubicada en el sector de la Mitad del Mundo, noroccidente de la capital ecuatoriana, y la misma se extenderá hasta este viernes 22 de mayo.
“Queremos tener una posición regional que refleje los intereses individuales de cada país, que respete las tradiciones culturales de nuestros pueblos, y tenga en cuenta los aspectos de salud, prevención, seguridad y respeto a los derechos humanos”, señaló el vicecanciller ecuatoriano, Leonardo Arízaga, durante la instalación del evento, refiere una nota de Prensa Latina.
Al respecto, el secretario general de la Unasur, Ernesto Samper, destacó en ese sentido que Latinoamérica tiene autoridad moral y política para exigir un enfoque alternativo a la lucha contra ese delito.
De acuerdo con Samper, las políticas prohibicionistas -en las que se señala solamente a los productores y sin apuntar a los países donde se concentran las demandas- aplicadas hasta ahora no han funcionado, y prueba de ello, dijo, son los 300 millones de consumidores que existen en el mundo.
El secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep) de Ecuador, Rodrigo Vélez, aseveró, por su parte, que la Celac fue la que solicitó a la Asamblea General de Naciones Unidas celebrar una sesión especial sobre el tema.
“Nosotros les vamos a decir en Ungass 2016 (siglas en inglés de la reunión de abril del año próximo en Nueva York) cómo se debe enfrentar el problema de las drogas”, anunció Vélez, citado por Prensa Latina.
El ministro ecuatoriano del Interior, José Serrano, también coincidió en señalar que los métodos utilizados hasta el momento para acabar con el cultivo y el tráfico de drogas en América Latina sólo contribuyeron a poner en riesgo la soberanía de las naciones de la región.