Diciembre 26, 2024

Las condiciones objetivas están dadas… a crear el Frente Amplio

Por intelectual debemos entender no solamente esas capas sociales a las que llamamos tradicionalmente intelectuales, sino en general, toda la masa social que ejerce funciones de organización en el sentido más amplio: ya sea en el dominio de la producción, de la cultura o de la administración pública”.

 

 

En esta cita de Antonio Gramsci (Quaderni del carcere 1), podemos apreciar, con toda su generalidad teórica, un nuevo concepto de intelectual: éste se define por su función de organizador en la sociedad y en todas las esferas de la vida social.

 

La determinación del lugar que ocupan los intelectuales no es resultado, entonces, solamente de la superestructura o de la ideología; surge de aquello que es específico al modo de producción, a las fuerzas productivas modernas: el aparato de producción.

 

Todos los hombres son intelectuales pero no todos ejercen en la sociedad la función de intelectual”. (Los intelectuales y la organización de la cultura).

He traído a colación a Gramsci y su concepto de intelectual, basado en la importancia que le da el filósofo de la superestructura, a la organización de los intelectuales como vanguardia teórica de la lucha en el seno del conflicto político y social. (No voy a profundizar aquí sobre los conceptos de “intelectual orgánico” ni el de “bloque histórico” propuestos por Gramsci, pues no es el objetivo de esta nota; en todo caso fueron expuestos en una columna publicada en este medio con fecha 11-10-2011, con el título “Estado y pérdida de hegemonía”).

Dicho lo anterior, paso a referirme al meollo de esta nota, enunciada en el título: las condiciones objetivas está dadas…

Las condiciones políticas, sociales económicas, etcétera, ya han sido muy bien diagnosticadas y profundamente analizadas por varios columnistas de este medio y de otros diarios electrónicos, además de la opinión generalizada que se aprecia en las redes de internet: el sistema entró en crisis terminal. Por lo anterior, me basaré en ese mismo diagnóstico, pues el referente empírico está ya demostrado.

A partir de ahí, deseo desarrollar la segunda parte del título de esta nota: a crear el Frente Amplio, es decir, las condiciones subjetivas, que en este caso no se refieren a la revolución armada ni a la toma del Palacio de Invierno, sino a la fundación democrática de la Segunda República, con base en la redacción de una nueva Constitución Política, vía Asamblea Constituyente.

En el mes de abril recién pasado, la Presidente Bachelet anunció a toda la nación, que en septiembre se iniciaría un “proceso constituyente”, sin especificar de qué está hablando realmente. Sin embargo, me voy a permitir informarle a nuestra Jefa de Estado, que el proceso constituyente se inició hace ya muchos años y, lo más curioso, es que las fuerzas vivas de la sociedad no esperaron que este gobierno –ni los anteriores- dieran el banderazo para iniciar el juego democrático. Tal cual como se lee, fueron los movimientos organizados (al principio muy incipientes), los que pusieron en el tapete la necesidad imperiosa de redactar una nueva Constitución Política vía Asamblea Constituyente.

En estos momentos, cuando las encuestas consigan que más del 60% de los chilenos está a favor de la Asamblea Constituyente (ver, además, el Informe Anual del PNUD en el artículo “El renacimiento de la Concertación”, de Paul Walder, publicado ayer lunes en este medio), es importante detenerse a analizar que las condiciones subjetivas han llegado a un desarrollo tal, que nos permiten concluir en la posibilidad real de la creación de un Frente Amplio por la AC.

Se ha venido conformando una masa crítica (intelectuales en el sentido gramsciano) de suma importancia en torno a la Asamblea Constituyente, radicada en sus mismas organizaciones de base, que por ahora trabajan de forma independiente una de otra, pero hacia el mismo objetivo. Su desarrollo ha sido vertiginoso, pues era impensable hace sólo un par de años.

Vamos al grano:

En uno de los pasajes del discurso de toma de posesión como decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, el abogado Davor Harasic planteó lo siguiente: “Nuestra generación tendrá la ocasión de ser protagonista de uno de los acontecimientos más relevantes y excepcionales para toda la República, esto es, el ejercicio por parte del pueblo de su potestad constituyente originaria. La Universidad de Chile, atendida la excelencia de sus estamentos académico y estudiantil, su pluralismo interno y su vocación de servicio público, está llamada a desempeñar un rol activo en la promoción de una amplia y compleja deliberación pública, como asimismo a brindar la asesoría que resulte pertinente para el buen desarrollo y término de este proceso”.

Además, Harasic solicitó al rector Ennio Vivaldi que la Casa de Bello “convoque, auspicie y comprometa el concurso coordinado de las labores de investigación y extensión que sus Facultades, Institutos y Centros, puedan desplegar en pos de esta iniciativa sobre la cual nuestro Departamento de Derecho Público ha comprometido unánimemente su involucramiento”.

Sin embargo, lo anterior es sólo una muestra de esta gran convocatoria y las extraordinarias tareas que han venido desarrollando las organizaciones de base y los movimientos por la Asamblea Constituyente. Para no alargar tanto esta nota (de por sí extensa), sólo voy a nombrar, de manera enunciativa y no taxativa, algunos ejemplos de estas experiencias:

Movimiento por la Asamblea Constituyente; Fundación Constituyente XXI; Foro por la Asamblea Constituyente (estas tres han organizado escuelas constituyentes); Consejo de Sindicatos Unidos, (independiente de la CUT), Confederación General de Trabajadores, Bancada por la AC; Agrupación de Pescadores Artesanales; Movimientos por el Agua; Federaciones de Estudiantes (secundarios y universitarios); Mesa Social; Convergencia de Izquierdas; medios de comunicación como Punto Final, Clarín.cl, El Ciudadano, El Mostrador, etc.; ONGs (especialmente ambientalistas); líderes de opinión, abogados (Ramón Briones y Hernán Bosselin exigen, documentadamente, la estatización de SQM), colegios profesionales, etcétera.

Resumiendo, detrás de cada una de estas organizaciones y movimientos, hay intelectuales (nuevamente Gramsci), que día a día, la mayoría de las veces en forma anónima, cumpliendo tareas de enseñanza-aprendizaje crean las bases para la fundación de la Segunda República, vía Asamblea Constituyente redactada por el poder constituyente originario, radicado en el soberano, que no es otro que el pueblo de Chile. Entonces, hago un llamado, porque las condiciones objetivas y las subjetivas están dadas, y porque lo exige la gran mayoría de los chilenos, que los coordinadores de dichos movimientos, se constituyan en un Frente Amplio transversal, democrático y sin egoísmos para tan noble tarea.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *