Diciembre 6, 2024

El escritor Juan Goytisolo se rebela ante un mundo de desigualdad y corrupción

 

Madrid. Juan Goytisolo, escritor barcelonés de 84 años, quien se embelesa con los místicos sufíes y la literatura medieval, al tiempo que se rebela ante la injusticia, la desigualdad y la corrupción, recibió ayer el Premio Cervantes de Literatura 2014 en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.

 

 

Ese acto, presidido por el rey Felipe VI, se convirtió en el escaparate desde el que el novelista, poeta y ensayista lanzó un mensaje severo y profundo sobre nuestros días, en los que no cabe la resignación.

 

Goytisolo nació en la capital catalana en 1931, sólo cinco años antes de que irrumpiera la Guerra Civil española (1936-1939), cuya herencia fue un régimen dictatorial que se prolongó durante 40 años.

 

Él mismo recordó en sus libros las penurias y el hambre de la posguerra, el grisáceo permanente de una sociedad sometida al yugo del nacional-catolicismo del franquismo y las ansias de libertad coartadas por la censura y la violencia.

Desde que escribió Juegos de manos (1954), su primera novela, hasta el último poema de los dos manuscritos que depositó ayer en la bóveda de seguridad del Instituto Cervantes –que se publicarán dentro de cien años–, Goytisolo se ha mantenido fiel a una visión crítica permanente y siempre alejado de las camarillas literarias, las complacencias adulatorias y la búsqueda fácil del reconocimiento fugaz.

Por eso el día que para cualquier escritor sería uno de los más felices de su vida, para Goytisolo se ha convertido en un sinfín de preocupaciones e incomodidades. Desde la elección de la ropa, pues se negó a llevar el chaqué que exige el protocolo de la Casa Real –utilizando su traje de hace 20 años, con la misma corbata y la misma camisa–, hasta el paseíllo que lo llevó en medio de fanfarrias y vítores hasta el paraninfo.

Me siento como Bárcenas cuando va al juzgado, señaló el escritor minutos antes de dar su histórico discurso, en alusión a Luis Bárcenas, el ex contador del Partido Popular (PP), quien se encuentra en libertad bajo fianza y sometido a una investigación por corrupción y blanqueo de capitales.

Incurable aprendiz de escribidor

Juan Goytisolo se convirtió ayer en uno de los selectos autores –incurable aprendiz de escribidor, diría él mismo– con esta distinción, entre los que figuran Carlos Fuentes, Octavio Paz, Jorge Luis Borges, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol, Nicanor Parra y Elena Poniatowska.

Goytisolo vivió primero en París y después se mudó de manera definitiva a Marruecos, donde vive aislado, con sus libros y su literatura.

Por eso su discurso lo dedicó a la ciudad marroquí, pero sobre todo se centró en la figura de Cervantes y de El Quijote de La Mancha. “A comienzos de mi larga trayectoria, primero de literato, luego de aprendiz de escribidor, incurrí en la vanagloria de la búsqueda del éxito –atraer la luz de los focos ‘ser noticia’, como dicen obscenamente los parásitos de la literatura– sin parar mientes en que, como vio muy bien Manuel Azaña, una cosa es la actualidad efímera y otra muy distinta la modernidad atemporal de las obras destinadas a perdurar pese al ostracismo que a menudo sufrieron cuando fueron escritas”, señaló.

Juan Goytisolo reiteró sus críticas a los nacionalismos de toda índole, menos a la “nacionalidad cervantina.

Cervantear es aventurarse en el territorio incierto de lo desconocido con la cabeza cubierta con un frágil yelmo bacía. Dudar de los dogmas y supuestas verdades como puños nos ayuda a eludir el dilema que nos acecha entre la uniformidad impuesta por el fundamentalismo de la tecnociencia en el mundo globalizado de hoy y la previsible reacción violenta de las identidades religiosas o ideológicas que sienten amenazados sus credos y esencias.

Aprovechó para criticar el espectáculo creado por el ayuntamiento de Madrid, presidido por Ana Botella, en la localización de los restos mortales de Cervantes: En vez de empecinarse en desenterrar los pobres huesos de Cervantes y comercializarlos tal vez de cara al turismo como santas reliquias fabricadas probablemente en China, ¿no sería mejor sacar a la luz los episodios oscuros de su vida tras su rescate laborioso de Argel? ¿Cuántos lectores del Quijote conocen las estrecheces y miseria que padeció, su denegada solicitud de emigrar a América, sus negocios fracasados, estancia en la cárcel sevillana por deudas, difícil acomodo en el barrio malfamado del Rastro de Valladolid con su esposa, hija, hermana y sobrina en 1605, año de la Primera Parte de su novela, en los márgenes más promiscuos y bajos de la sociedad?

Consciente de que vive el otoño de la vida, Goytisolo también señaló que “alcanzar la vejez es comprobar la vacuidad y lo ilusorio de nuestras vidas, esa ‘exquisita mierda de la gloria’ de la que habla Gabriel García Márquez al referirse a las hazañas inútiles del coronel Aureliano Buendía y de los sufridos luchadores de Macondo. El ameno jardín en el que transcurre la existencia de los menos no debe distraernos de la suerte de los más en un mundo en el que el portentoso progreso de las nuevas tecnologías corre parejo a la proliferación de las guerras y luchas mortíferas, el radio infinito de la injusticia, la pobreza y el hambre”.

Volver a Cervantes

Y de nuevo, de la mano de Cervantes y su novela, Goytisolo habló de la actualidad más sangrante y dolorosa de la España actual, la de los lanzamientos de familias por el impago del crédito hipotecario, la de la pobreza y el desempleo: “Es empresa de los caballeros andantes, decía don Quijote, ‘deshacer entuertos y socorrer y acudir a los miserables’, e imagino al hidalgo manchego montado a lomos de Rocinante acometiendo lanza en ristre contra los esbirros de la Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingeniería financiera o, a Estrecho traviesa, al pie de las verjas de Ceuta y Melilla que él toma por encantados castillos con puentes levadizos y torres almenadas socorriendo a unos inmigrantes cuyo único crimen es su instinto de vida y el ansia de libertad”.

Entonces entonó su particular no me resigno: Sí, al héroe de Cervantes y a los lectores tocados por la gracia de su novela nos resulta difícil resignarnos a la existencia de un mundo aquejado de paro, corrupción, precariedad, crecientes desigualdades sociales y exilio profesional de los jóvenes como en el que actualmente vivimos. Si ello es locura, aceptémosla. El buen Sancho encontrará siempre un refrán para defenderla.

Y finalizó con un mensaje de apoyo a los indignados y a los seguidores de Podemos, la nueva formación política que aspira a crear un nuevo modelo en el país: Volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de cordura, tal es la lección del Quijote. Al hacerlo no nos evadimos de la realidad inicua que nos rodea. Asentamos al revés los pies en ella. Digamos bien alto que podemos. Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia.

Seguir deslumbrando con su obra, pide el rey al galardonado

Armando G. Tejeda Corresponsal

Madrid.

Después de escuchar de voz de Juan Goytisolo el panorama desolador en el que se encuentra España, con sus millones de personas desempleadas, su pobreza infantil en aumento y la corrupción galopante que cercena al sistema, el rey Felipe VI, en su calidad de jefe del Estado español, hizo la réplica.

El monarca elogió la vocación cervantina del escritor y traductor catalán.

En nombre del gobierno del derechista Mariano Rajoy, habló el ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, quien pertenece a una formación política, el Partido Popular (PP), que a los ojos del escritor galardonado mantiene intactos sus principios nacional-católicos heredados del franquismo y su vocación reaccionaria.

Felipe VI presidió por primera vez la entrega del Premio Cervantes de Literatura, tras tomar posesión del cargo en junio del año pasado, una vez que su padre, el rey Juan Carlos, abdicó en su nombre.

Acompañado de su esposa, la reina Letizia, el monarca escuchó el que, quizás haya sido uno de los discursos más críticos de los años recientes, en el cual Goytisolo denunció desde la corrupción política hasta la violencia estructural del sistema financiero.

El rey se limitó a cumplir con el protocolo y enumerar las virtudes literarias y humanísticas del escritor catalán, quien escuchaba serio y atento las palabras que le dirigían.

En su discurso, Felipe VI destacó la nacionalidad cervantina del galardonado al citar las palabras de Francisco Ayala, quien sostenía que la patria de un escritor es su idioma. Además, dijo que el novelista y poeta es una figura cumbre de la literatura en español por sus aportaciones fundamentales, como los redescubrimientos de la influencia mudéjar en la literatura hispánica durante sus primeros siglos o la importancia que se otorgó a la cuestión de la limpieza de sangre en la Edad Moderna.

Goytisolo también fue definido como un hombre de mestizaje, que ha reivindicado la infracción fecunda de las distintas culturas pero sin detener sus reflexiones en el pasado, ya que su mirada crítica se dirige asimismo a la actualidad.

Por último, el monarca lo animó a no jubilarse como novelista, como anunció el galardonado hace unos años, y lo invitó a seguir deslumbrando con su obra, que nos ayudará a replantearnos visiones e ideas establecidas y consolidadas. Y nos impulsará a reflexionar sobre nuestro presente y nuestro pasado, para así quizás afrontar mejor el futuro.

Mientras, el ministro José Ignacio Wert apuntó: “Goytisolo, al igual que Cervantes en El Quijote, gusta de yuxtaponer varios géneros literarios (novela, autobiografía, ensayo, reportaje…) y emplea formulas narrativas innovadoras, sobre todo en cuanto a las relaciones entre autor, personajes, voces y lector.

“En su obra utiliza constantemente el diálogo intertextual, característico también de El Quijote. Y, en un inequívoco homenaje cervantino, quiso titular su obra Las semanas del jardín como una obra perdida del autor de El Quijote.

 

 

 

 

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