Diciembre 5, 2024

Maduro y Obama conversaron en Panamá acerca del desacertado decreto

No sólo Cuba y Estados Unidos hicieron historia con el diálogo este sábado entre Barack Obama y Raúl Castro. El día también quedó marcado por ser la primera vez que el presidente estadounidense conversó con su par venezolano, Nicolás Maduro, desde que este asumió el poder.

 

 

 

    La Cumbre de las Américas que se celebró este viernes y sábado en Panamá ya es el foro de la reconciliación hemisférica.

 

    “El presidente Obama y Maduro tuvieron una breve conversación (…) antes de que Obama partiera” del Centro de Convenciones donde se celebra la cita, dijo Katherine Vargas, portavoz de la Casa Blanca.

 

    Allí, Obama le reiteró que el “interés de Estados Unidos no era amenazar a Venezuela, sino apoyar la democracia, estabilidad y prosperidad en Venezuela”, añadió.

 

    La gran duda que dominó los días previos a la Cumbre era cómo iba a comportarse Venezuela, tras la decisión de Obama en marzo de declarar al país sudamericano una “amenaza” e imponer sanciones contra siete funcionarios del gobierno de Maduro.

 

    Pero tanto Venezuela como Estados Unidos avisaron al inaugurar el foro que venían en son de “diálogo”.

 

    Dejando atrás su retórica incendiaria contra Washington,  Maduro expresó durante las sesiones su disposición a “tender la mano” a Obama para resolver los asuntos que han tensado la relación entre sus países.

 

    A cambio, exigió a Obama derogar el decreto de sanciones. Y aseguró que con él tenía “más de once millones de firmas” contra la medida “desproporcionada”.

 

    Pero también expresó su desconcierto: “Lo respeto, pero no tengo confianza en usted presidente Obama (…) Estoy dispuesto a hablar con Estados Unidos, he enviado varios mensajes y no nos responden”, destacó.

 

    Incluso en vísperas de la Cumbre, Obama aclaró que su decreto sobre Venezuela era una declaración “formal” y que no creía que fuera realmente una “amenaza” para su país.

 

    Pero ante los presidentes latinoamericanos -Obama ya había dejado la sala- Maduro respondió que esa declaración no le era “suficiente”.

 

La medida de Estados Unidos enfureció a Maduro. Pidió poderes especiales al parlamento y movilizó al Ejército y a las milicias como si de una invasión estadounidense se tratara.

 

    – Planes de magnicidio de EEUU –

 

    Las relaciones entre Washington y Caracas se han visto salpicadas de tensiones y agravios desde la llegada al poder del ya fallecido Hugo Chávez (1999-2013).

 

    Una inflación gigantesca, desplome del Producto Interno Bruto (PIB), déficit fiscal disparado y una brutal penuria de alimentos y medicinas han desplomado la popularidad de Maduro a cerca de un 20%.

   En ese contexto, el presidente venezolano ha denunciado planes de magnicidio y golpes de Estado en su contra con la participación de Estados Unidos.

 

    Ambos países retiraron a sus embajadores. Maduro ha expulsado a ocho diplomáticos de Washington acusados de intervencionismo, además de imponer visas para los estadounidenses que viajan a Venezuela.

 

    Pese a todo, Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial para Venezuela, una relación que ni siquiera ha eclipsado la creciente influencia de China.

 

    Venezuela, por su parte, es tercer socio comercial de Estados Unidos en América Latina -después de México y Brasil-.Estados Unidos sigue siendo el principal cliente del petróleo venezolano y de los pocos que pagan con dinero líquido.

 

    – Un invitado incómodo –

 

    La complicada relación entre Estados Unidos y Venezuela en los últimos años parece ser uno de los asuntos que han dominado varias de las siete ediciones de las Cumbres de las Américas.

 

    Poco antes de que se inaugurara la de Trinidad y Tobago, en 2009, Hugo Chávez le dijo a Obama: “Quiero ser tu amigo”.

 

    Luego, ya durante la cumbre, Chávez le entregó a Obama el libro Las venas abiertas de América Latina, del escritor uruguayo Eduardo Galeano, considerado un clásico del pensamiento de izquierda antiimperialista.

 

    La Cumbre de 2005 en Mar del Plata fue opacada por la III Cumbre de los Pueblos, liderada por Hugo Chávez y Evo Morales, en ese entonces candidato a la presidencia de Bolivia.

 

    La llamada anticumbre pretendía darle relevancia a la Alternativa Bolivariana para Nuestra América (ALBA), de gobiernos de izquierda de la región, en contraste con el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que promovía Washington.

 

    Uno de los momentos más difíciles del evento fue la marcha contra el que era en ese momento presidente de Estados Unidos, George W. Bush.

 

 

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