Diciembre 8, 2024

Los tres ministros y el padrino chico

Los nombres que todo Chile quiere conocer serían, según nuestra investigación preliminar, aún no confirmada, Jorge Burgos, Ximena Rincón y Alberto Undurraga. Pero hay otro nombre que se ha manejado también desde el gobierno con extrema reserva: Bernardo Carrasco Aravena.

 

 

Su nombre fue reiterado una y otra vez en las últimas horas entre Michelle Bachelet y su círculo de hierro.

Se trata de un hombre de unos setenta años, bajo, moreno, parco, que no terminó su escolaridad, no obstante lo cual se hizo empresario nocturno durante la dictadura con el apoyo de su tío, “El Padrino Aravena”, quien fuera dueño de las boites de moda durante el reinado del esbirro de Pinochet, Alvaro Corvalán y sus secuaces en la vida, y muerte, nocturna.

Bernardo Carrasco ha sido palo blanco de Marco Antonio Pinochet Hiriart en diversos negocios, es amigo del ex conviviente de Raquel Argandona, Hernán Calderón, y se le conoce desde los años ochenta en los cabarets santiaguinos como “El Padrino Chico”. Pero es además una pieza clave en el Caso Dávalos, puesto que hizo el vínculo entre Natalia Compagnon, nuera de la presidenta, y su socio en Caval, Mauricio Valero, un hombre de sus filas.

Bernardo Carrasco estaría inubicable para el ministro Peinadillo, en circunstancias de que maneja información privilegiada que no debería caer en “manos equivocadas”, más aún cuando el gobierno está a punto de enfrentar una crisis terminal.

Durante la última semana, el alto mando de la Nueva Mayoría, en absoluto sigilo, ha restado horas a la emergencia del norte para concentrarse en los difíciles días que se le vienen encima en cuanto estalle la “madre de todas las crisis” como se le llama internamente, cuando la opinión pública conozca los nombres de los tres ministros -actualmente en ejercicio- involucrados en delitos de financiamiento ilegal.

Desde La Moneda no fue posible contactar al “Padrino Chico” ni detener la avalancha, aún mediando las gestiones directas y personales  del ministro Peinadillo, que se comunicó a primera hora de hoy jueves con dos directores de medios -radio Bío-Bío y revista Qué Pasa- para retardar el estallido.
Esto porque al grave daño a la credibilidad de Michelle Bachelet con el caso Caval, y nuestra denuncia sobre los correos electrónicos que prueban que “la señora” no se enteró por la prensa (ver columna anterior), se sumará -antes del domingo de gloria- un escándalo devastador: los nombres de tres ministros involucrados en actos de corrupción y una comprometedora lista de cincuenta y dos parlamentarios -trece de ellos senadores- que deberán ser investigados por boletas “ideológicamente falsas”.

Se trata de un escenario político muy complejo, sumado al creciente desprestigio de la presidenta al negarse porfiadamente a condenar el negociado de su hijo y su nuera, y a su propio conocimiento de esa operacion antes, durante y después de efectuada.

Pero el mal manejo de las sucesivas crisis Cascada, Penta, Caval, SQM parecen no hacer escarmentar a la Nueva Mayoria, porque el miércoles último, la propia presidenta entregó instrucciones a su comité político para bajar el perfil a esta nueva y gravísima arista. Se definió en el más alto nivel de gobierno, que en cuanto explotara la bomba, cerrarían filas con la versión de que se trata de”especulaciones malintencionadas”.

Pero el compromiso en estos financiamientos irregulares de empresas como Alsacia, Corpbanca, Ripley, dieron paso a una nueva denuncia del Servicio de Impuestos Internos contra SQM, ingresada a la Fiscalía horas antes de escribir esta columna, que involucra a familiares y operadores de altos dirigentes de la Nueva Mayoria. Además compromete a cincuenta y dos parlamentarios de todos los signos políticos, aunque en su mayoria de gobierno.

Ante esto, la Moneda volvió a evaluar, e incluso barajó la posibilidad de pedir la renuncia a los tres ministros manchados, antes de que sus nombres se hagan públicos, en las próximas horas. Esta posibilidad -a mi juicio correcta- fue desechada por la presidenta, que prefirió “cerrar los ojos” siguiendo la patética doctrina de ese gran pensador de la élite que es Francisco Vidal.

El gobierno, temerariamente, apuesta por un pacto con la oposición para la impunidad de todos los investigados. Una “solución” a la crisis institucional que considero torpe, inmoral e inviable.
El descrédito de la presidenta y su gobierno se profundizará por ese camino hasta un grado francamente peligroso para la continuidad del modelo. Es evidente que el financiamiento por boletas “ideológicamente falsas”, con dineros del ex yerno de Augusto Pinochet -quien se enriqueció durante la dictadura mediante el saqueo del patrimonio de todos los chilenos- convierte a los involucrados y SUS ENCUBRIDORES no sólo en políticos con un comportamiento inmoral, sino directamente delictual. Están, por lo tanto, impedidos de ocupar cualquier cargo público.

Estimo inevitable que la opinión pública exigirá a la presidenta de la república que convoque a una elección parlamentaria anticipada, dado que un alto porcentaje del poder legislativo ha perdido toda legitimidad.

Dentro del marco de una democracia burguesa incluso, en un régimen presidencial como este, la imputación de la Fiscalía a los tres ministros obligará a Michelle Bachelet a pedirles la renuncia inmediata para proceder a reemplazarlos. Por quiénes?, hay cuadros en la Nueva Mayoria que no sean sospechosos de haber metido las manos? Me temo que la respuesta es NO.

Así las cosas -y tal como lo diagnosticamos en #chileapruebadeJiles hace cuatro semanas- se impone un escenario político de desconfianza social extrema. Es previsible que la ciudadania pasará del descontento  creciente a la indignacion manifiesta. Una situación en que, muy probablemente, será imposible para Michelle Bachelet concluir su periodo presidencial.

La élite le niega esta información al pueblo. Yo informo, ustedes viralizan.

Pamela Jiles

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