Diciembre 9, 2024

Asamblea contituyente y discusión constitucional: una prioridad nacional

Muchas dificultades por la desconexión y el desprestigio de la clase política ante la ciudadanía así como por los dimes y diretes entre dirigentes de ambas coaliciones y en su interior, se solucionarían si el gobierno y las cúpulas de la Nueva Mayoría se sincerasen ante la ciudadanía, asumiendo su mandato y pusiesen como prioridad urgente la elaboración y aprobación de la nueva Constitución contemplada en el programa de la presidenta Michelle Bachelet (así como en el de tres de las cuatro candidaturas presidenciales de 2009) y empezásemos desde ya a hablar y discutir de su contenido, especialmente, de su régimen político.

 

Hace ya más de tres décadas, en vísperas del plebiscito de 1980, cuya denuncia como un proceso viciado y fraudulento carente de toda seriedad le costó el exilio a Andrés Zaldívar, el expresidente Eduardo Frei Montalva en su discurso del teatro Caupolicán (al que asistió el futuro presidente Sebastián Piñera), llamó a una asamblea Constituyente para la elaboración de una nueva Constitución sobre la que refundar nuestra destruida democracia.

Dicha aspiración conserva plena vigencia hasta el presente y así lo ha entendido la ciudadanía y la militancia de los partidos de la Concertación de Partidos por la Democracia en su momento.

En efecto, el congreso ideológico del Partido Socialista se pronunció por una Asamblea constituyente para darnos una nueva Constitución. Lo mismo acordó el último congreso ideológico de la democracia Cristiana ya en 2007, así como los restantes partidos de la Concertación, lo que demuestra que el obstruccionismo hacia el ejercicio del poder constituyente originario, no está en la militancia concertacionista, sino en las cúpulas partidarias, conformadas estas por una oligarquía de caciques, operadores y mandamases de los partidos de la Nueva Mayoría, que no representa para nada a su militancia ni a quienes votan, como lo demuestra el fracaso de candidaturas esperpénticas en el último proceso de renovación legislativa, como la del cacique caído Camilo Escalona en el PS, la de Hosaín Sabag en la DC o de Víctor Manuel Rebolledo en el PPD.

Si hay algo que puede generar renovación en nuestra clase política y suscitar apoyos absolutamente transversales que descoloquen a los defensores del statu quo desde la UDI hasta la izquierda, es la clara expresión de voluntad de terminar con nuestro presidencialismo de “patio trasero”, muy propio y exclusivo de Latinoamérica y que sólo sirve de caldo de cultivo de caudillos populistas y mesiánicos, tan propios de nuestro subcontinente.

 

Rafael Cárdenas <rcardenas@adsl.tie.cl>

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