Diciembre 8, 2024

La guerra en Ucrania: el choque entre la civilización ortodoxa y la civilización occidental

Hay graves errores politológicos que cometen civilizaciones en decadencia. Uno de ellos es tratar de defender lo indefendible. Este es el dilema que hoy día tiene la civilización occidental con respecto a Ucrania. Desde la caída de la Unión Soviética a principio de los años 90 del siglo 20, los Estados Unidos han venido dando activo apoyo a líderes y pueblos que deseaban liberarse de la dominación rusa. Esto lo ha hecho Estados Unidos en Europa Oriental, el Cáucaso y Asia central. En Europa esta política tuvo gran éxito ya que la civilización occidental recuperó Alemania Oriental, los países bálticos, Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, Rumania y los países de la ex Yugoeslavia. Las fronteras del oeste se movieron así varios cientos de kilómetros hacia el este y la OTAN llegó a los límites de Rusia.

 

 

Uno de los pueblos que no logró volver a integrarse con su civilización originaria (es decir la civilización occidental) fueron los eslavos europeizados o uniatas viviendo en el oeste de Ucrania. Ucrania es un país dividido, es decir, partido en dos culturas distintas. La línea de fractura entre la civilización occidental y la civilización ortodoxa pasa por el costado occidental de Ucrania, a unos 200 kilómetros de la actual frontera con Polonia y Eslovaquia. En varios periodos del pasado, Ucrania occidental formó parte de Polonia, Lituania y el imperio austrohúngaro. La mayoría de sus habitantes, son miembros de la iglesia uniata, que tiene ritos orientales, pero reconoce al Papa de Roma como la verdadera autoridad eclesiástica. Los ucranianos occidentales hablan ucraniano y son intensamente nacionalistas y reaccionarios en sus creencias, opiniones y conductas. Cuando la Alemania nazi invadió la Unión Soviética en 1941, los ucranianos occidentales recibieron a los invasores alemanes como verdaderos salvadores que por fin venían a liberarlos del yugo comunista. La población de Ucrania oriental, muy por el contrario, pertenece a la religión ortodoxa, habla ruso y tiene enormes lazos y simpatía con Rusia.i Por su parte Crimea es mayoritariamente rusa y por mucho tiempo fue parte de Rusia, hasta que en 1954, Krushchev lo transfirió a Ucrania. Esto tal vez como agradecimiento a la sublevación cosaca y anti polaca y pro rusa de 1654. Las diferencias entre Ucrania oriental y Ucrania occidental, son manifiestas en los valores, actitudes y conductas de sus habitantes. A finales del año 1992, por ejemplo, un tercio de los rusos viviendo en Ucrania occidental, manifestaba sentir animosidad contra ellos de parte de los ucranianos. En cambio esta animosidad se reducía a menos de un 10% en Ucrania oriental.ii

 

La división entre este – oeste quedó de manifiesto de forma evidente en la elección presidencial de julio de 1994. El Presidente Leonid Kravchuk, quien, pese a colaborar estrechamente con Rusia, se presentó como candidato nacionalista uniata y venció en las trece provincias de Ucrania occidental con mayorías que llegaban al 90% de los votos. Leonid Kuchma, el candidato pro ruso, venció en las trece provincias orientales también con altísimas mayorías. Kuchma fue finalmente electo con el 52% de los votos de todo el país. Estas elecciones hacían claramente patente la división entre los eslavos pro occidentales y los eslavos pro rusos viviendo en Ucrania. Aquí no se trata de una polarización étnica, se trata de dos civilizaciones diferentes. iii

 

La política estadounidense de liberar pueblos oprimidos hizo sentido cuando Rusia estaba débil y postrada, tal como sucedió durante los últimos años del gobierno de Gorbachov y mucho más aún en el gobierno de Yeltsin. No obstante, desde la llegada de Vladimir Putin al poder, la situación geopolítica de Rusia empezó a cambiar gradualmente. Hoy día, la implementación de una política exterior adecuada para los años 90 del siglo 20 resulta anacrónica y sumamente peligrosa para los intereses estadounidenses en el mundo.

 

Hoy el mundo es un mundo multipolar desde mediados de la primera década del siglo 21. La implementación de una política exterior ideada para la unipolaridad y la efectiva y real dominación de los Estados Unidos sobre el planeta; puede traer resultados catastróficos para América y el resto del mundo. Según Niall Ferguson, los Estados Unidos empezaron a perder poder económico con la crisis asiática y la crisis dot.com de finales del siglo 20. Esta pérdida de poder económico se aceleró drásticamente con la crisis subprime o inmobiliaria de los años 2007 al 2010. Hoy día, la primera potencia económica es China. La caída del poder económico de los Estados Unidos, naturalmente también ha producido una disminución de su poder político y militar. Los desastres militares de Irak, Afganistán, Siria y Libia; son ejemplos de esta debilidad. Ahora América ya no es el súper hegemón que podía dirigir los asuntos mundiales sin temor a represalias de parte de las otras potencias afectadas.iv

 

La unipolaridad duró menos de dos décadas y hoy se desarrolla y crece un sistema internacional multipolar formado por nueve grandes civilizaciones. Ahora los Estados Unidos y sus aliados europeos, se ven obligados a competir con otras potencias emergentes. Una vez más la teoría del balance de poder ha vuelto a reinar en el mundo. Y esto determina que si una civilización trata de alcanzar hegemonía global, las otras civilizaciones se unen para neutralizarla y ponerla en su lugar. Ahora, un occidente sumamente agresivo se ve enfrentado en una nueva guerra fría contra la poderosa alianza de China y Rusia; potencias que además cuentan con el apoyo tácito de otras civilizaciones tales como la latinoamericana, la hindú la islámica y la africana.

 

Algunas de las civilizaciones emergentes poseen armas nucleares y por lo tanto son capaces de producir daños inaceptables a los Estados Unidos y a sus aliados europeos. Entre estas potencias emergentes y también nucleares se encuentran Rusia, China, India, Pakistán, Corea del Norte e Irán. Hace 20 años atrás, si Estados Unidos hubiera deseado proteger a Ucrania de una invasión rusa, habría podido tal vez con éxito, utilizar una estrategia similar a la que Nikita Krushchev usó para defender a Cuba en 1962. De igual forma, algunas decenas de cohetes nucleares instalados secretamente en territorio ucraniano habría sido un mecanismo disuasorio eficaz y convincente para parar una inminente invasión rusa. Esto fue lo que precisamente consiguió Krushchev en 1962. El líder soviético prometió al presidente Kennedy sacar sus armas nucleares y soldados de Cuba si Estados Unidos prometía no invadir la isla con cientos de miles de soldados y posteriormente respetar su soberanía. Estas críticas negociaciones duraron dos semanas y mantuvieron al mundo bajo el terror de una inminente y catastrófica guerra nuclear.

 

Una estrategia similar podría adoptar hoy día el presidente Obama si es que verdaderamente desea salvar a Ucrania de la eventual dominación rusa. Así como en la década de los años 60 del siglo pasado, lo único que podría parar una inminente invasión de parte de una gran potencia militar, era el riesgo de una desastrosa guerra nuclear. El destruir cohetes soviéticos en Cuba y con esto matar a miles de soldados soviéticos, hacía inevitable que la Unión Soviética reaccionara lanzando cohetes nucleares a los Estados Unidos. Fue esta terrible posibilidad la que obligó al presidente Kennedy a cancelar sus planes de invasión a Cuba y posteriormente también retirar sus armas nucleares de Turquía. De forma similar algunas decenas de cohetes nucleares manejados y protegidos por algunos miles de soldados estadounidenses, tal vez sería un tripwire o cable de trampa que Rusia tal vez no se atrevería a cruzar. Pero hoy día esta manera de pensar es sumamente peligrosa, pues ella asume que los líderes rusos no están decididos a luchar en defensa de sus intereses vitales tales como la protección de la civilización ortodoxa y de los rusos viviendo en Ucrania. Es necesario recordar que el imperio ruso nació en Kiev y que hay varios siglos de historia donde millares de rusos han muerto en defensa del territorio que hoy ocupa Ucrania. Grandes batallas y enormes sacrificios por el territorio en disputa han sido hechas por los rusos en siglos pasados y las últimas batallas victoriosas sólo se pelearon hace 74 años atrás. Esta realidad histórica probablemente convencerá al presidente Obama que usar la estrategia que usó Krushchev para defender Cuba, hoy día no puede usarse para defender Ucrania. Esto, pues ella presenta riesgos inaceptables para los Estados Unidos y sus aliados europeos.

 

Si esto es así ¿Qué pueden hacer los occidentales para proteger al actual gobierno derechista Ucraniano? A continuación se delinean dos escenarios hipotéticos que tratan de anticipar algunos eventos que probablemente podrían ocurrir en el futuro de la actual guerra civil de Ucrania.

 

Primer escenario. Los enfrentamientos se recrudecen. Los líderes del actual gobierno ucraniano al darse cuenta que occidente puede hacer poco o nada para salvarlo, se arriesgará a llevar a cabo todas las acciones a su alcance para derrotar a los rebeldes, llevándolos incluso a cometer una brutal masacre, más aún de lo que ha sido hasta hoy; donde varios cientos de civiles pro rusos mueren a causa de bombardeos indiscriminados de ciudades controladas por los rebeldes. En respuesta a estos crímenes de guerra, los rebeldes pro rusos contraatacan a las fuerzas ucranianas y avanzan hasta Kiev, la capital. Ante el inminente colapso de las fuerzas pro occidentales, los Estados Unidos envían armas de destrucción masiva y fuerzas especiales para manejarlas. Con esta vital ayuda, las fuerzas de derecha ucraniana logran parar el avance de los rebeldes y los hacen retroceder hacia la frontera con Rusia. En su avance hacia Rusia, y en persecución de los rebeldes, los ucranianos cometen nuevos crímenes de guerra contra la población civil, arrasando con todo lo que encuentran a su paso. Todo esto obliga al presidente Putin a dar la orden de que el ejército ruso invada Ucrania. Este ejército, más fuerzas rebeldes, logran derrotar al ejército ucraniano que se desorganiza y desordenadamente retrocede a Kiev. En poco tiempo, el ejército ruso y los rebeldes se apoderan de la capital. Algunas fuerzas de derecha escapan a las fronteras y hacia Polonia. El ejército ruso ocupa toda Ucrania y adopta posiciones defensivas en su nueva frontera con occidente. Los Estados Unidos amenazan con guerra nuclear a Rusia si estos no se retiran de Ucrania. Rusia se prepara para una guerra inevitable. Los líderes europeos abrumados por una imparable guerra suicida, logran eventualmente convencer a Putin y a Obama que es preciso evitar un desastre mundial y negociar una salida pacífica al conflicto. La extrema tensión disminuye. Rusia acepta retirarse de Ucrania con la condición, que bajo la supervisión del consejo de seguridad de las Naciones Unidas, y con China y Alemania como intermediarios, se propone la partición de Ucrania. Una Ucrania Occidental y una Ucrania Oriental tal como fue Alemania después de la segunda guerra mundial. Rusia da seguridades a los europeos que sus fronteras serán respetadas.

 

La reconstrucción de Ucrania Oriental se hace con la ayuda China y todas estas enormes inversiones dinamizan la economía rusa y china. No obstante el desastre geopolítico causado por la división de Ucrania, determina que las fuerzas de izquierda ganen el poder en varios países tales como Italia, España, Portugal y Francia. En Estados Unidos la derrota de Ucrania, más los problemas insolubles del medio oriente, crea un poderoso movimiento aislacionista. Estas nuevas fuerzas políticas logran controlar la presidencia y el congreso de la unión. Los Estados Unidos vuelven a la política aislacionista que dominó a América durante los siglos XVIII y XIX.

 

Segundo escenario. En marzo del 2015, el gobierno ucraniano reinició las hostilidades y miles de civiles mueren en territorio rebelde. La guerra civil se renueva después del fracaso de las negociaciones que se llevaron a cabo en febrero entre Ucrania, Rusia y la comunidad europea. Después de semanas de constante bombardeo por parte del gobierno ucraniano, los rebeldes se reagrupan y exitosamente contraatacan. Esta vez los rebeldes tienen una gran cantidad de armas sofisticadas proporcionadas por sus aliados rusos. El derrotado ejército ucraniano, se desorganiza y desordenadamente retrocede a Kiev. El presidente Putin convoca a una nueva ronda de negociaciones donde se propone la partición de Ucrania. Se le ofrece a los ucranianos pro occidentales un territorio donde ellos puedan gobernar soberanamente. Este territorio incluye 80 mil kilómetros cuadrados y tendría los siguientes límites. Bielorrusia por el norte. Polonia y Eslovaquia por el oeste, Hungría y Rumania por el sur y Rusia por el este. De esta forma el nuevo Estado tendría soberanía sobre el territorio que va del límite con Polonia y Eslovaquia y se interna por 200 kilómetros hacia el este, hasta llegar al nuevo límite de Rusia. Con este territorio los occidentales recuperarían las tierras que Polonia perdió en 1654. Esto ocurrió cuando el zar de Rusia de aquella época, con ayuda de los cosacos, derrotó al ejército polaco.v Los ucranianos pro occidentales bajo grandes presiones de parte de los líderes europeos, particularmente de Alemania, finalmente deciden aceptar la oferta del presidente Putin.vi

 

Las hostilidades terminan y la población ucraniana pro occidental se traslada pacíficamente del este al oeste y ocupa el territorio de la nueva Ucrania. Los pro rusos viviendo en la nueva Ucrania emigran pacíficamente al nuevo territorio ruso. La comunidad europea decide apoyar al nuevo Estado ucraniano, se ofrece un vasto plan de reconstrucción que rápidamente se pone en marcha. Por su parte Rusia, con financiamiento chino, dan inicio a un gran plan de reconstrucción de las zonas afectadas por la guerra. El choque entre la civilización ortodoxa y la civilización occidental se resuelve pacíficamente y se evita una catastrófica guerra mundial.

 

 

F. Duque Ph.D.

Cientísta Político

Puerto Montt, febrero de 2015

i RFE/RL Research Bulletin Nº 10, 16 de marzo de 1993, pgs. 1-6

ii William D. Jackson “Imperial Temptations Ethnics Abroad” en Orbis Nº 38. Winter 1994 p. 5

iii I. Brzenzinski, New York Times, July 13th. 1994, pg. A.8

iv Niall Ferguson, Civilización. Occidente y el resto Ed. Debate, Santiago, 2014

v Samuel P. Huntington, The Clash Civilization and the Remarking of World Order Ed. Simon & Schuster, New York, 1996 p. 165

vi Para un excelente artículo que analiza el acercamiento de Alemania hacia Rusia y China, y su simultáneo alejamiento de los Estados Unidos, sírvase ver: Hans Kundnani “Leaving the west behind. Germany Looks East” Foreign Affairs January – February 2015 pgs. 108 – 116.

 

 

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