Diciembre 3, 2024

Tamara

“Tu nombre me sabe a hierba”, decía  el poeta. Parafraseándolo, podría decir: Tu nombre  me sabe  a combate, resistencia, rebelión, revolución: Tamara Bunke, la guerrillera  que cayó en la gesta guevarista; La Comandante Tamara, Cecilia Magni, que fue torturada y asesinada por los corchetes pinochetistas.

 

 No pretendo elevarte a ningún altar, ya que, al contrario, estás viviendo tu tártago personal; pero tu hermoso nombre  tiene un  sabor y un color que evocan la épica de la lucha irreductible, sin cuartel y sin tregua.

    No hay justicia para ti, ya no la habrá, porque, tal como en otros casos, en el que personas fueron puestas en el banquillo de los acusados, para responder por presuntos crímenes que  hacen temblar los cimientos de “la convivencia  civilizada”: tu suerte estaba echada de antemano, oleada y  sacramentada tu condena.  No había  esperanza de que fueras tratada  con imparcialidad,  objetividad, que se respetaran ciertas  garantías mínimas. ¿O acaso  no es un cuestionable, por ejemplo, exhibir cada día  una imagen  con el objetivo de  infundir terror; y provocar que la audiencia tome partido a priori, y se forme  una opinión  a rajatabla sobre tu culpa?

    Como ha dicho Chomsky, ellos inducen a creer  lo que han programado y definido como noticia; y estoy absolutamente convencido de que: Si los  mass media se concertaran para  llevar  a juicio a  un chancho y a un caballo, acusándolos de  poner en peligro la forma de vida occidental, sus valores, su legalidad,  sus  principios, la sociedad terminaría archi convencida de lo anterior, ya que no  existe el umbral ínfimo crítico reflexivo, que sirve para cribar; y celebrando, con algarabía y regocijo, su ejecución. Huelga decir que: para los  poderes anónimos que gobiernan la fantasmagoría y el simulacro que llaman democracia, era un “imperativo categórico”,  absolutamente indispensable que fueras encontrada culpable.

    Sin embargo, con fragmentos o retazos de información,  apenas puedo acercarme a tu vida; que es  lo que más me interesa, para mirar en tu alma, y comprender tus  motivaciones; por ejemplo:  por qué extraños pasajes llegaste a  tal callejón sin salida, para actuar como lo hiciste; descerrajando cuatro balazos sobre un  individuo que oficiaba como cancerbero del sistema; quizás tan pobre  y miserable como cualquiera, pero que por un sueldo, lo que es ejemplo del esclavo usado contra otros esclavos, responde al mandato y a la lógica  de  tener que defender  el dinero que  fluye de  las venas y arterias  de la clase trabajadora, porque no veo de donde sino del origen señalado puede  proceder el ominoso y todopoderoso elemento-dios, del funcionamiento del  mercado.

    De hecho, es imposible; jamás podré si quiera acercarme a la epidermis de tu sufrimiento y tu devastación.  Los mass media, ya se han encargado de presentarte como una terrorista y anarquista, “heredera de una  historia de sangre”, de suerte  que  la proclividad al pecado, la caída y el mal, ya estaban presenten en tus genes y en tu ADN: sobrina de los asesinados hermanos Vergara Toledo.

    Ni hablar que la memoria de nuestro país ha sido mutilada por los sectores oligárquicos, que  pretenden preservar retazos, por  ensangrentados que estén- aunque no sientan reparos en  manipular la historia-; el mínimo que les sirve para proyectar la imagen  de que ha  sido capaces  de reconciliarse, y hacer  justicia “en la media  de lo posible”; mientras, casos como el de tus tíos mártires, o de weichafes asesinados hace pocos años: respectivamente, o son diluidos en la  bruma ácida del olvido interesado; y presentados, en su repercusiones, como  hechos vandálicos y propios del lumpen; o son desperfilados como contingencias, que  no revisten carácter de generalidad.

    Ahora bien, cabe  formularse la siguiente interrogante: ¿Si tu acto estuvo motivado por algún tipo de enfermedad  psiquiátrica, por qué tu familia no pudo o no supo reaccionar a tiempo?;  o¿ por qué no tuvo los recursos suficientes para prevenir y poder  tomar las medidas para ponerte en manos de un especialista, antes de un quiebre tan dramático?; o ¿acaso los pobres de este país no pueden sufragar los gastos que irroga un tratamiento de esa naturaleza?

    Afirmo que  es tanto  el sufrimiento, la rabia y el ánimo de justicia, y de una reivindicación integral; y el repudio subsecuente de una historia donde quienes ejercieron la barbarie resultaron impunes; y, encima, a posteriori  enriquecidos y reconocidos como los forjadores de una nueva patria, de diversas tiendas políticas y colores, que estaban enfocados en la herida dilacerante, siempre gemebunda y que a veces brama, que no fueron capaces de darse cuenta de  que,  al parecer,  según la versión provisoria que ha circulado, algo no funcionaba bien  contigo. Pero, los  acusadores lograron desvirtuar por completo la incidencia de algún factor de desequilibrio mental; no en vano te condenaron a siete años.

    Cabe plasmar una discreción. No  pretendo negar la existencia de enfermedades mentales; mas  lo concreto es que los acusadores descartaron ello como atenuante.  Pero ello no obsta reconocer que: en algunos casos a lo largo de la historia, la sociedad y el sistema, reaccionan tildando de demente, orate o con cualquier  otro epíteto peyorativo a quien se alza contra el orden establecido, ya sean artistas, intelectuales, anarquistas, pensadores, revolucionarios y revolucionarias de cualquier laya, que  vivan al margen, al límite, al borde del abismo indomable, que  moran dentro de las fracturas, y las ensanchen con su sangre y sudor; a algunos, y algunas,  con sumo éxito los logran doblegar y domesticar, convirtiéndoles en cultos de adoración; a otros, y a otras, le otorgan cierta carta de ciudadanía, como  acérrimos contestarios y contracorriente; a los  irreductibles, le encierran en manicomios o les asesinan.

    ¿Qué sucede  pues,  con quien  alberga una  pequeña vocación revolucionaria, y que con su actitud  se opone,  con  la misma violencia y fuerza, con que a diario dominadores, administradores y controladores del statu quo, que empalidecen las distopías  kafkianas u orwellianas, nos aprietan las  clavijas y se nos ajustan los tornillos?.  Lo hacen a través de la multiplicidad de respuestas  con que el ser humano  se  rebela contra su aplastamiento, con que el espíritu lucha por no ser extinto, con que la voluntad nos aferra a la vida mortecina.

    Querida Tamara: Lo  indubitable, es que ellos mimos, se han encargado de descartar la posibilidad de algún  pathos psiquiátrico. Por consiguiente, aunque aparezca como una contradicción aparente: si sus abogados y médicos y psiquiatras, sentenciaron que  tú no estabas  desajustada; con mayor razón, albergo la certeza de que tu  destino estaba  cocinado de antemano.

    Pues bien, pongo en tela de juicio  y abrazo la tesis de que tu acto  no es  el de una persona  orillada, simplemente al borde  de la locura o algo semejante; pienso que ha sido distorsionado y  convertido en una caricatura abominable y  grotesca, pero no como un  acto demencial, sino como el de una “disociadora y disolvente” de la legalidad establecida y de los  valores cristianos occidentales, como solían decir los  testaferros de  la dictadura, y  repiten los  herederos del mismo, o los paniaguados que trabajan para  sus actuales o  probables futuros patrones- cuando dejen “el servicio público”-, en  altos puestos ejecutivos de empresas.

    Como que si la  violencia  que  emergió y explotó desde ti, fuera fruto de la casualidad, de algún condicionamiento para el  caos o sencillamente de la obscuridad  que anida en tu corazón. Y lo más ciento es que jamás podremos conocer a ciencia  cierta  lo que sucedió, por cuanto  ya  ha fallado la justicia, pero claramente en forma tendenciosa…Lo únicos que no lo ven, son los que la ejercen y los que la aplauden y los que la defienden, mientras que quienes  pensamos un poco más  nos damos cuenta de que:  al calificarte se  “anarquista”  ya  has sido demonizada.

    Antes, eran los terroristas; después, los mapuches; durante el gobierno de Piñera, con especial énfasis,  los delincuentes; ahora, son los anarquistas: todas hipóstasis, proyectadas fuera del tiempo y del espacio, que  parecen concentrar  la esencia de la perversión y de la maldad, como si no fueran  expresiones históricas de abuso de autoridad, de lágrimas, humillaciones y desgarramiento, balas pérdidas, balazos por la espalda, gotas  y charcos de sangre, sistemáticas  opresión y explotación, y odio y alzamiento contra lo aceptado; por el contrario,  de vez  en cuando, se desplegarán a través de una  epifanía  para que  cundiera el caos  como un reguero de pólvora, incendiando todo lo que los hombres y mujeres  que viven al amparo del sistema han creado y se  afanan en proteger…

    Al final, Tamara, nosotros sabemos que la  violencia tiene  un origen estructural. Me viene a mientes una cita de Shakespeare-aunque él es inocente de su interpolación-: a veces es  necesario “ser fuego para el fuego, amenazar al que amenaza; hacer  frente al horror fanfarrón”.

Arturo Jaque Rojas.
10.789.448-9

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