“Tu nombre me sabe a hierba”, decía el poeta. Parafraseándolo, podría decir: Tu nombre me sabe a combate, resistencia, rebelión, revolución: Tamara Bunke, la guerrillera que cayó en la gesta guevarista; La Comandante Tamara, Cecilia Magni, que fue torturada y asesinada por los corchetes pinochetistas.
No pretendo elevarte a ningún altar, ya que, al contrario, estás viviendo tu tártago personal; pero tu hermoso nombre tiene un sabor y un color que evocan la épica de la lucha irreductible, sin cuartel y sin tregua.
No hay justicia para ti, ya no la habrá, porque, tal como en otros casos, en el que personas fueron puestas en el banquillo de los acusados, para responder por presuntos crímenes que hacen temblar los cimientos de “la convivencia civilizada”: tu suerte estaba echada de antemano, oleada y sacramentada tu condena. No había esperanza de que fueras tratada con imparcialidad, objetividad, que se respetaran ciertas garantías mínimas. ¿O acaso no es un cuestionable, por ejemplo, exhibir cada día una imagen con el objetivo de infundir terror; y provocar que la audiencia tome partido a priori, y se forme una opinión a rajatabla sobre tu culpa?
Como ha dicho Chomsky, ellos inducen a creer lo que han programado y definido como noticia; y estoy absolutamente convencido de que: Si los mass media se concertaran para llevar a juicio a un chancho y a un caballo, acusándolos de poner en peligro la forma de vida occidental, sus valores, su legalidad, sus principios, la sociedad terminaría archi convencida de lo anterior, ya que no existe el umbral ínfimo crítico reflexivo, que sirve para cribar; y celebrando, con algarabía y regocijo, su ejecución. Huelga decir que: para los poderes anónimos que gobiernan la fantasmagoría y el simulacro que llaman democracia, era un “imperativo categórico”, absolutamente indispensable que fueras encontrada culpable.
Sin embargo, con fragmentos o retazos de información, apenas puedo acercarme a tu vida; que es lo que más me interesa, para mirar en tu alma, y comprender tus motivaciones; por ejemplo: por qué extraños pasajes llegaste a tal callejón sin salida, para actuar como lo hiciste; descerrajando cuatro balazos sobre un individuo que oficiaba como cancerbero del sistema; quizás tan pobre y miserable como cualquiera, pero que por un sueldo, lo que es ejemplo del esclavo usado contra otros esclavos, responde al mandato y a la lógica de tener que defender el dinero que fluye de las venas y arterias de la clase trabajadora, porque no veo de donde sino del origen señalado puede proceder el ominoso y todopoderoso elemento-dios, del funcionamiento del mercado.
De hecho, es imposible; jamás podré si quiera acercarme a la epidermis de tu sufrimiento y tu devastación. Los mass media, ya se han encargado de presentarte como una terrorista y anarquista, “heredera de una historia de sangre”, de suerte que la proclividad al pecado, la caída y el mal, ya estaban presenten en tus genes y en tu ADN: sobrina de los asesinados hermanos Vergara Toledo.
Ni hablar que la memoria de nuestro país ha sido mutilada por los sectores oligárquicos, que pretenden preservar retazos, por ensangrentados que estén- aunque no sientan reparos en manipular la historia-; el mínimo que les sirve para proyectar la imagen de que ha sido capaces de reconciliarse, y hacer justicia “en la media de lo posible”; mientras, casos como el de tus tíos mártires, o de weichafes asesinados hace pocos años: respectivamente, o son diluidos en la bruma ácida del olvido interesado; y presentados, en su repercusiones, como hechos vandálicos y propios del lumpen; o son desperfilados como contingencias, que no revisten carácter de generalidad.
Ahora bien, cabe formularse la siguiente interrogante: ¿Si tu acto estuvo motivado por algún tipo de enfermedad psiquiátrica, por qué tu familia no pudo o no supo reaccionar a tiempo?; o¿ por qué no tuvo los recursos suficientes para prevenir y poder tomar las medidas para ponerte en manos de un especialista, antes de un quiebre tan dramático?; o ¿acaso los pobres de este país no pueden sufragar los gastos que irroga un tratamiento de esa naturaleza?
Afirmo que es tanto el sufrimiento, la rabia y el ánimo de justicia, y de una reivindicación integral; y el repudio subsecuente de una historia donde quienes ejercieron la barbarie resultaron impunes; y, encima, a posteriori enriquecidos y reconocidos como los forjadores de una nueva patria, de diversas tiendas políticas y colores, que estaban enfocados en la herida dilacerante, siempre gemebunda y que a veces brama, que no fueron capaces de darse cuenta de que, al parecer, según la versión provisoria que ha circulado, algo no funcionaba bien contigo. Pero, los acusadores lograron desvirtuar por completo la incidencia de algún factor de desequilibrio mental; no en vano te condenaron a siete años.
Cabe plasmar una discreción. No pretendo negar la existencia de enfermedades mentales; mas lo concreto es que los acusadores descartaron ello como atenuante. Pero ello no obsta reconocer que: en algunos casos a lo largo de la historia, la sociedad y el sistema, reaccionan tildando de demente, orate o con cualquier otro epíteto peyorativo a quien se alza contra el orden establecido, ya sean artistas, intelectuales, anarquistas, pensadores, revolucionarios y revolucionarias de cualquier laya, que vivan al margen, al límite, al borde del abismo indomable, que moran dentro de las fracturas, y las ensanchen con su sangre y sudor; a algunos, y algunas, con sumo éxito los logran doblegar y domesticar, convirtiéndoles en cultos de adoración; a otros, y a otras, le otorgan cierta carta de ciudadanía, como acérrimos contestarios y contracorriente; a los irreductibles, le encierran en manicomios o les asesinan.
¿Qué sucede pues, con quien alberga una pequeña vocación revolucionaria, y que con su actitud se opone, con la misma violencia y fuerza, con que a diario dominadores, administradores y controladores del statu quo, que empalidecen las distopías kafkianas u orwellianas, nos aprietan las clavijas y se nos ajustan los tornillos?. Lo hacen a través de la multiplicidad de respuestas con que el ser humano se rebela contra su aplastamiento, con que el espíritu lucha por no ser extinto, con que la voluntad nos aferra a la vida mortecina.
Querida Tamara: Lo indubitable, es que ellos mimos, se han encargado de descartar la posibilidad de algún pathos psiquiátrico. Por consiguiente, aunque aparezca como una contradicción aparente: si sus abogados y médicos y psiquiatras, sentenciaron que tú no estabas desajustada; con mayor razón, albergo la certeza de que tu destino estaba cocinado de antemano.
Pues bien, pongo en tela de juicio y abrazo la tesis de que tu acto no es el de una persona orillada, simplemente al borde de la locura o algo semejante; pienso que ha sido distorsionado y convertido en una caricatura abominable y grotesca, pero no como un acto demencial, sino como el de una “disociadora y disolvente” de la legalidad establecida y de los valores cristianos occidentales, como solían decir los testaferros de la dictadura, y repiten los herederos del mismo, o los paniaguados que trabajan para sus actuales o probables futuros patrones- cuando dejen “el servicio público”-, en altos puestos ejecutivos de empresas.
Como que si la violencia que emergió y explotó desde ti, fuera fruto de la casualidad, de algún condicionamiento para el caos o sencillamente de la obscuridad que anida en tu corazón. Y lo más ciento es que jamás podremos conocer a ciencia cierta lo que sucedió, por cuanto ya ha fallado la justicia, pero claramente en forma tendenciosa…Lo únicos que no lo ven, son los que la ejercen y los que la aplauden y los que la defienden, mientras que quienes pensamos un poco más nos damos cuenta de que: al calificarte se “anarquista” ya has sido demonizada.
Antes, eran los terroristas; después, los mapuches; durante el gobierno de Piñera, con especial énfasis, los delincuentes; ahora, son los anarquistas: todas hipóstasis, proyectadas fuera del tiempo y del espacio, que parecen concentrar la esencia de la perversión y de la maldad, como si no fueran expresiones históricas de abuso de autoridad, de lágrimas, humillaciones y desgarramiento, balas pérdidas, balazos por la espalda, gotas y charcos de sangre, sistemáticas opresión y explotación, y odio y alzamiento contra lo aceptado; por el contrario, de vez en cuando, se desplegarán a través de una epifanía para que cundiera el caos como un reguero de pólvora, incendiando todo lo que los hombres y mujeres que viven al amparo del sistema han creado y se afanan en proteger…
Al final, Tamara, nosotros sabemos que la violencia tiene un origen estructural. Me viene a mientes una cita de Shakespeare-aunque él es inocente de su interpolación-: a veces es necesario “ser fuego para el fuego, amenazar al que amenaza; hacer frente al horror fanfarrón”.
Arturo Jaque Rojas.
10.789.448-9