Diciembre 3, 2024

Cuando yo viví en Cuba

Cuando yo viví en Cuba (enero de 1978 a diciembre de 1984)…en Cuba no había ricas señoras viudas de empresarios…ni de grandes ni de medianos ni de pequeños. Ni herederos de grandes consorcios privados…No había gente viviendo de las rentas, o de sus depósitos.

 

No había empresarios…no había rentas…no había depósitos.

 

En Cuba no había dueños de bancos, extranjeros o nacionales, ni dueños de minas, ni dueños de supermercados, ni dueños de pequeños mercados, ni dueños de colegios, ni de universidades, ni dueños de micros, ni dueños de peluquerías o de verdulerías. No había dueños ni señores. Todos eran compañeros.

 

En Cuba no había bancos…ni empresas privadas.

 

Por cierto, en Cuba no había tarjetas de débito…ni de crédito, como las que ahora usamos en Chile y como las que utilizarán los norteamericanos que la visiten…Ni otras formas de endeudarse en grande. En Cuba no había lotería ni loto ni ningún juego de azar.

 

En Cuba no había lucro…

 

En Cuba no cobraban por la salud, desde tus exámenes prenatales hasta hasta lo necesario para una muerte digna. No pagabas ni por el velorio…y muy poco o nada por el cementerio. En cada manzana de Cuba había un médico de familia, que atendía prontamente porque vivía allí en tu cuadra o a dos cuadras de tu casa. En Cuba no cobraban por la educación, ni siquiera pagabas por los libros o los cuadernos o los útiles escolares o los uniformes o las comidas en los colegios desde el desayuno en adelante o la movilización hacia y desde el colegio…

 

En Cuba no cobraban por asistir a los espectáculos deportivos, no había boleterías en los estadios…Todos veraneaban, en junio o julio, pero también en enero o febrero. Las vacaciones eran de un mes para los trabajadores y de tres meses para los estudiantes.

 

Todas las niñas de 15 celebraban sus 15 en los mejores hoteles y allí se fotografiaban para mostrar sus bellezas casi adultas…

 

Los trabajadores eran atendidos, cada cierto tiempo, para hacerse chequeos médicos internados 4 ó 5 días, gratuitamente…

 

Los que pagaban por su vivienda (muchos no pagaban nada) pagaban, como máximo, un 10 por ciento de su ingreso…Las viviendas no tenían valor comercial.

 

Los servicios de luz, agua potable, alcantarillado, eran casi gratis.

 

En Cuba los niños menores de 7 años recibían un litro de leche diario, y los viejos (mayores de 65) dieta diaria…

 

Las mujeres podían realizarse abortos en hospitales públicos (no había clínicas privadas) antes de 10 semanas de gestación… Si después de esas semanas el feto venía con malformaciones serias o la madre arriesgaba su vida, se hacía el aborto terapéutico en hospitales del estado…

 

En Cuba no había “conservador de bienes raíces”…En Cuba no había notarías ni notarios…

 

En Cuba había tarjetas de racionamiento, que aseguraban la canasta básica, y todos tenían los recursos económicos como para pagarla. También venían por esas tarjetas cigarrillos y tabacos (habanos), algunos juguetes y algunas prendas de vestir, entre ellas calzados (bototos, no más de dos pares al año). Sumando ese valor al que pagaban los cubanos por servicios básicos habitacionales (luz, agua, alcantarillado) locomoción, vivienda, entretenimiento, etc…hace que seriamente se pueda concluir que, en esos años, no había pobres en Cuba, medidos los pobres como se miden en Chile, en América Latina y en Occidente. O como se les quiera medir. No se medían allá.

 

No había “empleadas domésticas” y eran muy pocos los “maestros chasquillas”. La inmensa mayoría de las mujeres y buena parte de los hombres atendían las labores del hogar. las reparaciones de viviendas eran contadas o nunca se producían. tampoco las de grandes obras como el estadio panamericano o las viviendas construidas por las microbrigadas. los “repartos” (barrios relativamente nuevos) estaban dañados por el uso y la humedad. el vedado, barrio antiguo de las ex familias pudientes, mostraba su antigüedad de columnas y mármoles, sin enmascaramientos. También Centro Habana. Para qué decir la habana vieja, maltratada, hasta que llegó, en los 90, su radical reparación.

 

La vivienda para cada familia escaseaba y un buen porcentaje de gente vivía en espacios pequeños. Los dormitorios con cielos altos se subdividían en un par de niveles para que en ellos cupiera el doble de personas…Pero nadie vivía en la calle ni dormía en las veredas, pese al clima. no había ni viejos ni niños botados, ni mendigos.

 

La locomoción en buses (guaguas) era barata pero muy espaciada, una especie de permanente transantiago, demoraba mucho. Como no se vivía apurado, era común que el chofer hiciera estaciones en lugares preferidos para servirse un par de buches de cafe. el tren de pasajeros, que unía el país, era lento, antiguo, paraba en todas las estaciones, no había trenes rápidos ni modernos. más que un traslado veloz los viajes en tren eran un paseo, a veces aburridos.

 

Había muy pocos automóviles, los que se conservaban (reparados) desde antes de 1960 y los Lada de los 80 que eran distribuidos centralmente a los trabajadores de vanguardia, artistas destacados, policía y determinados cuadros políticos (en uso pero no en propiedad).

 

Nadie viajaba al extranjero “por su cuenta”. En general se hacía para cubrir cursos de perfeccionamiento (en el Campo Socialista) o realizarse especiales tratamientos médicos en países como la URSS, la RDA o Polonia.

 

No había más diarios que Granma (del Partido), Juventud Rebelde (de la UJC, la Juventud Comunista), Trabajadores (de la Central Sindical) y los que publicaba el poder popular (electo) en regiones. Ni más publicaciones que las locales que tenían los masones, la Iglesia Católica, las iglesias protestantes y otros credos.

 

No había escuelas privadas ni colegios particulares, pero toda la gente estudiaba y el ingreso a la universidad se realizaba según una escala de notas nacional, que tomaba en cuenta las calificaciones de la media y del preuniversitario. Los de mejor calificaciones podían entrar a ingeniería nuclear. Los jóvenes extranjeros, a robótica. De allí para abajo.

 

Había sólo un partido político, el Partido Comunista de Cuba, cuyos miembros eran electos por centros de estudiantes y centros de trabajo entre quienes allí tenían mejores calificaciones. La organización política-partidista era selecta. La masiva participación social se daba en los CDR (los Comités de Defensa de la Revolución), y allí participaban prácticamente todos. Casi todos vivíamos con las puertas abiertas.

 

No había diputados ni senadores, sí miembros de la Asamblea Nacional, elegidos directamente por voto secreto en elecciones periódicas en las que, normalmente votaba el 94 % de ciudadanas y ciudadanos, con un 3 ó 4 por ciento de voto anulado. El conteo de votos era público y las mesas y urnas eran vigiladas y cuidadas por niñas estudiantes, menores de edad, con uniforme escolar (pioneras).

 

Lo normal era que todos hicieran, a los 18 años, el servicio militar.

También era normal que muchos cubanos pertenecieran a las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y que buena parte de ellos partieran al exterior y participaran en guerras de verdad, como la de Angola, en la que se enfrentaron a batallones sudafricanos contrarios a la independencia de las viejas colonias. O la de Granada, donde hubo enfrentamientos con soldados de los EEUU.

 

¿Qué más? Casi no había delincuencia ni prostitución, y no había marginalidad socio-económica.

 

Tampoco partidos de derecha, partido demócrata cristiano, partido radical, partido socialdemócrata, partidos socialistas ni progresistas, ni partidos trotskistas o maoístas, ni anarquistas.

 

Las grandes figuras de la política eran Fidel y la presencia simbólica de Guevara y de Camilo. También sobresalían Raúl y Vilma Espín y, por momentos, Almeyda, comandante negro de la Sierra.

 

Martí y Lenin estaban muy alto, detrás de todo o por encima de todo.

El ballet cubano tenía un altísimo nivel, con Alicia Alonso. En música popular, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Omara Portuondo. El deporte tenía varios campeones olímpicos, encabezados por Alberto Juantorena. El béisbol era el primero o el segundo del mundo. El boxeo, el primero en olimpiadas y en choques con EEUU o la URSS, con Stevenson a la cabeza. Hasta el fútbol se jugaba y algunos chilenos íbamos a verlo. Los cubanos nunca sobresalieron en ese deporte.

 

Nadie hacía ejercicios de billetera o bancarios para llegar a fin de mes.

Con una fuerza armada y una hegemonía que fundaban un poder incuestionable.

Así vivió Cuba desde 1960 a 1990.

 

En 1990, fin de la URSS y el sistema comunista real, mucho se vino abajo. Quince años después se han reiniciado las conversaciones con los EEUU y se establecerán misiones diplomáticas a nivel de embajadas. El bloqueo se derrita un tanto.

 

No es raro en la historia.

Nadie sabe si lo que se vive hoy en Cuba, y que tiene su partida en 1990, es el comienzo del fin o el renacimiento en una nueva etapa, necesaria. Nadie. El propio Fidel ha dicho más de una vez que construir el nuevo sistema socialista es una tarea que no tiene libreto. Raúl ha afirmado que el sistema socialista cubano sigue y seguirá en pie.

 

La revolución francesa cambió la historia de Occidente; la revolución rusa y soviética cambió la historia del Asia Occidental y Europa Oriental, y obligó a cambios sociales al interior del mundo capitalista; la revolución comunista china cambió Asia, buena parte de África y de ella surgió una potencia que, con cambios estructurales, se está convirtiendo en la segunda economía mundial.

 

La Revolución Francesa (que influyó para siempre en todo el mundo occidental) partió en 1789 con la Toma de La Bastilla. Diez años después Napoleón dio su primer golpe de estado y 13 años después se proclamó Emperador. La influencia fue mayúscula pero la vida (medida en años) de ese proceso revolucionario no duró más de una década.

 

La Revolución China, desde el poder, se mezcla con la dirección abierta o no de Mao Tse Tung en el estado chino: 1949 a 1976, en que el líder muere y es sucedido por Deng Siao Ping. Son 27 años. La Revolución China de esos años ha tenido una fuerte influencia en Asia, en África y en América Latina.

 

En Rusia los años de gobierno de Lenin y Stalin son sólo 36. Luego vino Nikita Krushov. Más tarde, y para enterrarla, Gorbachov. La revolución comunista rusa posibilitó el desarrollo vertiginoso de una segunda potencia mundial (la URSS) y la creación de un sistema económico y político de países que incluyó prácticamente a toda Europa Oriental, Mongolia, Vietnam y Cuba, y de una internacional política (la Tercera Internacional) integrada por fuerzas nacionales de casi todos los países de la Tierra (incluidos EEUU, Italia, Francia, Inglaterra, España, África, Asia, toda América Latina, Chile entre ellos).

 

Pero las revoluciones francesa, rusa, china y cubana, y sus impactos e influencias suman y sumarán muchos más años que lo que vivieron o han vivido entre nosotros.

Para algunos los procesos revolucionarios antimonárquicos y anticapitalistas, desde fines del siglo XVIII hasta hoy, son “atajos” voluntaristas impuestos en las sociedades, que traen consigo altos grados de justicia social e igualdad, el fin del esclavismo y la dependencia neocolonial, el predominio del trabajo, el fin de capas y clases hasta allí dominantes, la separación de la iglesia y el Estado, las primeras declaraciones de los derechos del hombre y del ciudadano, el reconocimiento de derechos sociales básicos, una búsqueda acelerada (y por momentos precipitada) hacia el fin de la época en que el hombre es el lobo del hombre, el establecimiento de una sociedad de ciudadanos o de compañeros, saltos adelante en el laicismo, la democracia, la libertad real, la igualdad y la fraternidad. En la Cuba de esos años se había construido una sociedad en que la pobreza resultaba imposible.

No todo fue ni será irreversible, claro.

Son borradores de la historia futura de la humanidad, que algún día son o serán replicados y pasados en limpio, incluso sin saberlo, por nuevos líderes, movimientos, naciones y países, a caballo de nuevos movimientos sociales.

Ha sucedido y sucederá. La historia no echa marcha atrás.

 

 

 

 

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