Diciembre 8, 2024

Caso Penta ¿Alguno de ellos irá a prisión?

Como suele  ocurrir cuando los mass media se obsesionan con una contingencia, machacan la noticia hasta  extraerle todo el tuétano, dejándonos  con la sensación de hartazgo.

    Así ha sucedido con el caso Penta: llevan demasiados días  hablándonos de unos tales Carlos- y enfatizan los apellidos como si fuéramos incapaces de  retener la información; lisa y llanamente, nos  juzgan retardados-; de  un mentado  Hugo- que  no es hermano de Luis y Paco-  que pasó de ser el hombre de confianza de los anteriores controladores de este holding, a un  proscrito; y de una cantidad de políticos, que sospecho son muchos más de los que han sido llamados a declarar, o han debido ofrecer disculpas- como si ello fuera suficiente-, y que pertenecen a una tienda, la Udi, que suena  casi como Uci o Uti; y de un cáfila de sus connotados militantes; a saber: Iván, Ena, Ernesto, Jovino, Carlos, Pablo, etc.- que no es descendiente del gran músico  germano-; y, de un tal líder que pensaba acabar con las malas prácticas, que cobró por una charla-almuerzo una cifra astronómica- según  él, acorde a sus “ pergaminos”-, y un ministro de gobierno, de filiación cristiana, que parece descendiente privilegiado del  bando de los mercaderes que fueron azotados por Jesús, ya que la porquería también lo han ensuciado.

    No digo que la corrupción sea monopolio o patrimonio de un sector político  en específico; pero en este  caso particular  la olla  no se destapó, estalló en la cara de ellos y ellas, amén de muchas otras personas  más, que no he sacado a colación por el hastío que me produce esta saturación; y  sobre  todo por la certeza de que ninguno de los puestos en el banquillo de los acusados o sometidos al escrutinio público, irá  a dar con  sus  hueso en chirona,  en la cárcel. De hecho, ni siquiera es posible  aplicarles, a quienes están en el senado, o en la cámara de diputados, alguna medida que  los deje  fuera de circulación, que les impida cobrar sus modestos sueldos; por un tiempo, por lo menos, hasta que  se demuestre su culpabilidad o inocencia; por lo cual me declaro asqueado- el devenir de la política  chilena, me ha tornado suspicaz y escéptico-. 

      En este reino al sur del mundo, las palabras se invierten y  la  realidad está de cabeza.

    Si bien he reconocido la presunción de inocencia, más  allá de mis prejuicios y resquemores, al menos debieran inhabilitarse cada vez que se votase alguna ley, con alcances e implicancias en conexión con  los financistas de sus campañas; pero, al contrario, continúan sumidos  en el lodazal del poder:  siguen participando en las diversas comisiones, y son quienes  han de elaborar las leyes que nos rigen; y  los llamados a fiscalizar, respectivamente, entre otras de sus magnas labores, que  un ciudadano anónimo supone  cumplen  con la conciencia  no atada  a ningún interés ni como paniaguados o “palos blancos” de  algún conglomerado económico,  vinculado a alguna área sensible como la salud, la educación, la pesca, la minería, etc.
   
    Les aseguro, a la luz de lo que ha acaecido a  lo largo del tiempo, desde el regreso a la “democracia”, con los delincuentes de cuellos y corbata, con los  diversos casos de corrupción de la concertación que: Ellos y ellas, no irán donde  cualquier  mortal va cuando comete un delito, primero porque su legalidad los ampara y protege; a los sumo, puede ser considerado un “error involuntario”.  Porque se cobijan bajo una  constitución espuria, y una arquitectura deforme, que es la herencia de la dictadura.

    Sin duda, se mofan de la ignorante ciudadanía, descarnadamente, ya que saben que pertenecen a una condición intocable e inamovible, pues  la gente es impotente para tomar conciencia y oponerse  al curso de la historia, para forzar a propiciar la refundación que Chile requiere, y que  comporta como condición sine qua  non una  nueva carta fundamental, para efectos del advenimiento de un nuevo orden, no el statu quo definido por la dictadura, reacomodado por y para la  concertación, con el paréntesis del presidente payaso millonario, y con  la glorificación  de la nueva mayoría; hasta llegar a  la juventud que nos  hizo alucinar con su compromiso  con las  vociferadas “trasformaciones estructurales”, con machaconería y pertinacia, y que, en sentido contrario, hoy  gozan de un silla curul, donde  pueden ubicar sus  tersas y lozanas posaderas, por cierto, que duda cabe, convenientemente remuneradas.

    Mientras tanto los mass media  oficiales, tienden  esta  cortina de humo,  tal como lo hace cuando  Chile participa en un mundial,  o en cualquier  otro evento masivo, o respecto de alguna noticia que sirva para encubrir la realidad y la verdad, no lo que las corporaciones definen a priori que es  lo que debe ser  informado; para que la gente olvide su miseria, su padecimiento, sus sueldos paupérrimos.

    Cabe graficar la “guerra de clases post-moderna”, la antítesis irreductible: por un lado, la  absoluta inamovilidad de los militantes de las diversas cofradías, logias, órdenes, mafias, gremios, confederaciones  y federaciones  versus la  crudeza de la cotidianidad que  afecta  al pueblo, alienado, embrutecido, con su conciencia violada a diario; y, por supuesto, satisfactoriamente encadenado el cuerpo con grilletes intangibles, con la siguiente reflexión: Velasco cobró 20 millones por un almuerzo;  y si bien no se puede comparar a un tecnócrata con ordinarios obreros y campesinos, me pregunto cuántas  jornadas de esclavitud se  requieren para  agenciar la pingue cifra que sufragaron a este gurú.

    Pues bien,  zumba y agrede la pregunta fundacional de este escrito: ¿Alguno de ellos, alguna de ellas irán a prisión?
 

 

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