Antoni Gaudí no tuvo suerte con sus proyectos internacionales. En 1893 realizó un diseño para construir un convento, un hospital y una escuela en Tánger, Marruecos, por entonces colonia española en lo que se llamó las Misiones Católicas Franciscanas. Pero su idea no se llegó a materializar nunca. Tampoco un famoso rascacielos de 360 metros, el Hotel Attraction, para la ciudad de Nueva York, que volvió a estar en primera plana de la actualidad cuando se barajó como el edificio para sustituir a las Torres Gemelas tras los atentados del 11-S. Pero el rascacielos no cuenta con el respaldo de la mayoría de especialistas del genial arquitecto que consideran que el único dibujo conocido no es suyo, sino de uno de sus colaboradores, Joan Matamala, que aseguró haber descubierto el plano en 1956. Pero hay un tercer proyecto internacional del arquitecto que sí verá la luz al otro lado del Atlántico, en concreto en la ciudad chilena de Rancagua, situada a unos cien kilómetros al sur de la capital Santiago de Chile: Una capilla de 30 metros de alto y diez por diez de lado que cuando se inaugure en 2017 se convertirá en el único edificio de Gaudí realizado fuera de España.
La historia de este proyecto nace hace más de un siglo cuando en 1909 el franciscano Angélico Aranda viajó a Barcelona, para perfeccionar su pintura, y conoció al arquitecto. Hasta la fecha solo se sabe que, al parecer, le pidió un autógrafo durante la visita a las obras de laSagrada Familia y que en el taller del arquitecto había, según una fotografía, una pintura de Aranda, además de que el fraile realizó un importante donativo para ayudar a construir el templo. Años más tarde, en agosto de 1922, el fraile envió una carta desde Chile en el que decía: “Deseoso de hacer una obra original, bien original, me acordé de usted”. Aranda le pidió unos planos “como solo usted sabe hacer” a cambio rezar por él. Sería un “lugar de perdón” dedicado a Santa María de Los Ángeles. Gaudí, que al principio se resistió, alegando el gran trabajo que tenía en la Sagrada Familia, le contestó, el 12 de octubre, ofreciéndole el diseño de una capilla, con medidas y destino similares a las que se le pedía, que había proyectado para la parte posterior del ábside de la propia Sagrada Familia. “Podría por tanto adelantar para América lo que un día lejano ha de tener realidad en la magma obra del templo”, se lee en la misiva junto con “sería una prueba de confraternidad espiritual entre España y América”. Gaudí pedía saber el lugar y condiciones de emplazamiento; si estará en un campo abierto o próximo a otras construcciones y se interesa por la intensidad de los vientos o las posibilidades económicas para levantarla. En la carta en la que se menciona que la obra tendrá planta cuadrada, alzado circular y estará rematado por cúpula, se asegura que se adjuntan un par de croquis de una de las fachadas y un corte interior.
Pero el proyecto quedó enterrado sin materializarse. Las copias de las cartas —los originales se quemaron como todo el taller de Gaudí durante la Guerra Civil— se conservan en el Archivo Diocesano de Barcelona y se rescataron en 1973, cuando Joan Bassegoda, director de la Cátedra Gaudí, mandó ordenar el archivo. En 1996 se constituyó la Corporación Cultural Gaudí de Triana para impulsar su ejecución de la capilla en el llamado Parque Cataluña, en el centro de Rancagua. Del boceto se pasó a los planos y de ahí a la maqueta de un edificio que estará coronado por la característica cruz gaudiana de cuatro brazos y donde no falta una hiperboloide flanqueada por ocho paraboloides hiperbólicos, las características estructuras usadas por Gaudí en sus edificios. Los trabajos realizados por un equipo de arquitectos coordinados por Christian Matzner (que fue alumno de Bassegoda en Barcelona) cuentan con la aprobación del Patronato de la Sagrada Familia. “Tanto Jordi Bonet, como Jordi Faulí, actual director de obras en el Templo, son muy cercanos al proyecto de Chile”, explican desde el otro lado del Atlántico fuentes de la Corporación Cultural Gaudí.
El proyecto y las cartas de 1922 se recuperaron en Barcelona en 1973
Según Matzner, el edificio, que se construirá de piedra y hormigón armado a prueba de seísmos, tendrá un coro circular a modo de balcón del espacio central que estará presidido por un altar. En la zona subterránea se construirá una cripta para depositar los restos del monje Aranda.
Con todo, la bendición definitiva al proyecto llegó el 18 de diciembre de manos de la presidenta del país Michelle Bachelet durante una visita a la ciudad. Delante de la maqueta del edifico, prometió que el proyecto, que tiene un coste total de más de 4.400 millones de pesos (unos seis millones de euros), sería “una prioridad presidencial” y se comprometió a aportar los recursos.
Gaudí: “Sería prueba de confraternidad espiritual entre España y América”
Las obras están previstas que comienzan en el segundo semestre de este año y se inaugurará en 2017. Además de la capilla, en el parque se levantará un centro cultural, una escuela de artes y oficios, una cafetería y un lugar de oración abierto a todas las religiones. “Se inaugurará antes que se termine la Sagrada Familia, prevista para 2027, tal y como expresó en su carta Gaudí. Los responsables de la Sagrada Familia han manifestado la voluntad de respetar el deseo de Gaudí de que la capilla se termine antes en Rancagua que en Barcelona”, aseguran desde la Corporación.
A nadie se le escapa el potencial turístico económico de una obra así. En Barcelona, la Sagrada Familia —y todos los edificios de Gaudí— copan los primeros puestos en números de visitantes cada año. “Sin duda la obra de Gaudí atraerá a muchas personas con intereses no solo en la fe, sino en la arquitectura y la cultura. La región de O’Higgins [donde está Rancagua] actualmente es visitada por 180.000 turistas al año y sabemos que la capilla será un nuevo foco de atracción y desarrollo para las comunidades locales. Se estima que el número de visitantes, al menos, se duplique”, explican los promotores de este nuevo e insólito edificio de Gaudí.