Cap IV Pitucos con plata
La honorable senadora Ena von Baer, una alemana que nunca debió salir de su Temuco natal para adentrarse en los oscuros laberintos de la política, está cada día más nerviosa – y con justa razón – pues los despiadados periodistas de CNN Chile la pillaron mintiendo respecto a preguntas sobre su relación monetaria con el Grupo Penta y, en particular con Carlos Alberto Délano.
Como las desgracias no vienen solas, se conoció públicamente el mail en el cual solicitaba se le apoyara con $100.000.000, pues su “caja chica” estaba en la ruina. Según el personaje más “sapo” de esta telenovela, el mismísimo “roteque” Hugo Bravo, volvió a acusarla en su brillante conferencia de Prensa en el mismo tribunal de justicia, quien, acomodado en un mullido sillón, disparó a troche y moche, y no dejó en pie a ningún UDIoso.
Los comunistas no alcanzan a vislumbrar que la Juana de Arco chilena está muy incómoda, situación que la lleva a decir tonterías cada vez que un micrófono es acercado a su boca. Claro está por algún malintencionado periodista: comenzó con la excusa de que había cometido “un error involuntario”, frase ha dado la vuelta al mundo como récord de la estulticia humana y, además ha convertido a nuestra angelical santa, inmaculada y mártir, en carnada para los “buitres” caza-noticias de las redes sociales – dicho sea de paso, Juana de Arco es la santa protectora de los fascistas franceses, título al cual le es muy difícil aspirar a la puntuda senadora -.
En la Comisión mixta de Educación y Hacienda – de la que forma parte – volvió a meter la pata debido a su santa ira, usando la expresión ¿quizás muy parlamentaria? “vale callampa”. Personalmente me causa mucha desazón este país de hipócritas y fariseos, salvo excepciones que apenas se cuenta con los dedos de la mano, pues algunos levantan sus voces de desaprobación cuando alguien profiere un “garabato”, en un hemiciclo que esconde muchas cuitas y dudosa virginidad.
La comentada frase de la senadora, “vale callampa” es perfectamente aplicable al senado en el sentido de que es una institución inútil, que es sólo una réplica de la Cámara y que, en consecuencia, carece de todo sentido en una república unitaria pues, normalmente, debería representar a las regiones – función que cumple este organismo en los países federales – y que, además, absorbe la mayor parte del presupuesto del legislativo; sólo el pensar que a los honorables senadores von Baer y Moreira les resta siete años más en el parlamento, con sueldos estratosféricos de $8.000.000 en la mano, además de aprobar leyes en contra del pueblo, me produce escalofríos – lo primero que debiera hacer un presidente democrático sería convocar a un plebiscito para cerrar el senado -.
Para seguir la “castiza” frase de la senadora “vale callampa” se aplicaría cabalmente a Penta y a su sucursal la UDI por tontos, es decir, mezclar la política y los negocios y ser pillado. En la historia de Chile siempre ha habido, en alguna medida, mezcla entre política y negocios: hemos tenido varios presidentes de la república de dudosa moralidad y nula valoración de la ética, pero en el caso actual Penta-UDI es único por su gravedad, consecuencias políticas y desprecio por los ciudadanos. Ningún escándalo, hasta ahora, ha sido capaz de destruir un partido político – ni siquiera al Partido Radical, en los años 50, con motivo de la elección del “General de la Esperanza”, Carlos Ibáñez del Campo – pero en este caso, al parecer, este rosario de abusos e imprudencias podría destruir al partido más poderoso de Chile, por el dinero y por potencia electoral.
¿Cómo podría explicarse la forma en que han actuado los dueños del Grupo Penta si no mediara una seguridad de no ser nunca descubiertos? Es sabido que en Chile se puede robar sin que nunca intervenga la justicia, y si lo hace, de seguro, va a favorecer a los ricos, pues ninguno de ellos irá a la cárcel y sólo pagarán multas que dan risa por lo irrisorias. Sobre la base de este cuadro, los controladores de Penta expedían boletas ideológicamente falsas – raro vocablo, sólo usado por los letrados -, nada menos, que a nombre de sus señoras que, difícilmente, podían justificar el trabajo complejo y tecnologizado, por el cual devengaban millones de pesos – pero para agravar la situación, pagaban al subsecretario de Minería un sobresueldo, cuando Choclo Délano era dueño de la mina “Dominga”. Personalmente, no puedo entender cómo no se cuidaron más cuando en la realidad existían conflictos de interés.
Pertenece a la Picaresca española el “suche” que hace pila tunadas a sus jefes, pues cómo no se les ocurrió que su mozo, Hugo Bravo, pudiera algún día traicionarlos, sobre todo, si mediaba una demanda por 2.300 millones de pesos.
Los políticos implicados, si la justicia lo determina, también les correspondería el mote de nuestra “brillante” senadora: a quién se le ocurre pensar que un almuerzo puede valer $20.000.000 – como lo afirma el señor Andrés Velasco – salvo para los narcisistas, que creen que sus consejos económicos pueden valer esa porrada de millones.
Rafael Luis Gumucio Rivas
18/01/2015