Diciembre 26, 2024

Bachelet: nadie es profeta en su tierra

De acuerdo a las últimas encuestas ha habido una baja en el apoyo popular a la presidenta Bachelet. Según la del CEP, una disminución de su evaluación ciudadana, entre julio y noviembre del 2014, del 63% favorable al 50% y de la aprobación de su gobierno de 50% al 38%.
 

En verdad, no es una novedad. Solo fue electa por el 25% de la ciudadanía. Más al serlo por una amplia mayoría y acompañada por primera vez en la transición con mayorías en el Congreso, provocó una reacción de esperanza en la ciudadanía, pero al no concretarse de inmediato, siguió la desilusión.

 

Desilusión ciudadana: pero Bachelet sigue en la cúspide

El gobierno actuó precipitadamente. Presentaron al Congreso un proyecto de reforma tributaria sin consultarlo con sus partidos y congresales. Durante su tramitación hubo desacuerdos públicos y se cocinó su aprobación por el Senado en una casa privada, un procedimiento que no es propio de la democracia representativa y crea la impresión de arreglines en la clase política.

Comenzaron igual con la reforma educacional, sin consulta con sus congresales. Según el finlandés Pasi Sahlberg, profesor de Harvard, “no hay sistema en el mundo que haya mejorado con las políticas educativas que hoy tiene Chile”, diseñadas por Milton Friedman (Financial Times). En Finlandia, uno de los grandes en el tema, agrega Sahlberg, “la educación es un derecho humano básico, gratis para todos”. “Lo que impacta en Chile es su inequidad casi extrema, que refleja una profunda desigualdad de ingresos”.

El “Chile day” del 2014, para atraer inversiones extranjeras, se organízó en Londres, capital de un país que tiene pocos intereses en nuestro país, en contraste con EE.UU. y España. Días después, al visitar la presidenta Madrid, el Ministro de economía español dijo tener una sana envidia por la economía chilena. A lo que se añade que Gran Bretaña no es una de nuestras principales contrapartes comerciales. Y días más tarde, en Wall Street, al gobierno le fue excelente al colocar bonos de la deuda pública.

 

A ello se agregó una desaceleración económica, que se inició el 2013 durante el gobierno de Piñera. No obstante, nuestros multimillonarios, entre ellos el presidente, incrementaron sus fortunas, entre ese año y el 2014, de 40 a 49 mil millones de dólares, el número de ellas creció de 12 a 17 y la ubicación de nuestro país en el censo mundial de los milmillonarios subió del 28 al 24 lugar (Wealth X y UBS). Solo nos superan en América Latina dos países mucho más grandes: Brasil y México. En contraste, el ingreso del 80% de los chilenos se sitúa todavía por debajo de la línea de pobreza norteamericana, y la desaceleración los congela.

Más la obstrucción de la derecha, que llega al borde del sabotaje, con exageraciones, maledicencias y distorsiones, como responsabilizar a las reformas de Bachelet de la desaceleración económica, cuando es similar a la que ocurre en casi todos los países suramericanos por una causa común, la baja general de los precios internacionales de los productos primarios. Y perdimos tiempo en recuperarnos porque Piñera no tomó medidas anticíclicas.

Con todo, la presidenta está en la cúspide de la evaluación de los políticos, con un porcentaje superior a sus electores, y acompañada por tres disidentes, uno de izquierda, otro de centro y el tercero de derecha, más una Allende. Mientras que el derechista institucional más popular, Piñera, ocupa la posición 12, con 35% favorable y 35% desfavorable. Todos esos datos son muy similares al sentir popular que se demostró en las últimas elecciones generales hace un año.

Intrigas y ceguera de la derecha: el mundo cambió

 

Los negativistas, según el Financial Times, los empresarios nacionales, tradicionalmente “conservadores y forrados en dinero”, sostienen que las reformas de Bachelet, que califican de socialismo europeo, ahorcarán el “nuestro milagro”, fundado en el libre mercado, que transformó a uno de los países más pobre de la región (lo que es falso, en 1960 solo nos superaban tres) en el más rico.

Algunos temen incluso el retorno de políticas de antaño. Según un inversionista extranjero citado por el Financial Times, en Chile pesa mucho el pasado, en todas partes hay fantasmas. Y se unen en componendas, como se acaba de descubrir entre dos hijos del pinochetismo: el banco Penta y la UDI, para financiar campañas electorales.

Para empatar, la derecha intenta asimilarlo a un raising fund (recolección de recursos) en Nueva York para Bachelet, un hàbito norteamericano para visitas políticas (otros casos que conozco son Corazón Aquino, José María Aznar, Arnaldo Forlani, Vicente Fox y José Figueres  hijo),  Lo que  es no solo una exageración, sno una falsificación, que habría que investigar para saber quien informa a nuestra derecha ¿restos del pasado?

Los famosos extranjeros en esa recolección no eran más de un par de dominicanos, un puertoriqueño y el dueño del bote, que fue prestado, y piloteado por un chileno que se dedica al arriendo de botes. El menu fue modesto, queso, galletas y vino. Y de las fotos publicadas, la única auténtica es la del exterior. Las del interior, no son de ese bote, sino de yates de lujo. Los recursos reunidos deben haber sido pocos, mandados en un cheque a Santiago y trasformado en pesos en una casa de cambio.

Lo que no entiende por cierto la derecha chilena es que el mundo cambió. Occidente perdió su confianza intelectual de la posguerra fría, cuando pensó mandar sin contrapesos. Recordemos que se llegó a proclamar el fin de la Historia y que el mundo era tan plano que carecía de alternativas viables. Esa confianza tuvo tres pilares, como lo sostiene Gideon Rachman, el analista político del Financial Times.

El libre mercado, el primero, que habría disminuido a un nivel tan bajo al ciclo económico que hacía imposible una gran recesión, como la del 2008, y su mediocre recuperación. La reacción de su sumo sacerdote cuando fue desmentido por los hechos, Greenspan, presidente del Banco Central norteamericano por 14 años, fue de “indignada incredulidad”. Y hoy se piensa que los gobiernos deben volver a construir los mercados capitalistas, como lo hicieron desde el ferrocarril a la informática, y no solo repararlos con el keynesianismo.

El segundo fue la democracia, pero en Asia oriental hay otras instituciones que mantienen la legitimidad gubernamental, tales como el bienestar económico; regímenes de partido y medio; negociar todos los conflictos y castigar con la destitución a las autoridades que no les encuentren solución, como en China, etc.

Y la tercera, la hegemonía, también militar, norteamericana, que naufragó en los fracasos bélicos en Afganistán e Irak,  y después en Libia y Siria, y la llevaron de las botas a los “drones” (aviones teledirigidos), y finalmente a la diplomacia, el acuerdo Obama-Castro.

Profetas extranjeros

 

En ese contexto, para muchos observadores extranjeros, citando de nuevo al Financial Times, el envenenado debate sobre las reformas de Bachelet es una “tormenta en una taza de te”. Prueba de ello es que recientemente Abbott, una farmacéutica trasnacional, compró Recalcine por 3 mil 400 millones de dólares, y que Itaú, el banco suramericano más grande, a Corpbanca, por 2 mil 200 millones. Más la fuerte demanda en la colocación de bonos de la deuda pública chilena en Wall Street.  

En el extranjero los críticos de Bachelet son pocos. Muy derechistas, como Niall Ferguson y Carlos Alberto Montaner, o economistas envidiosos por lo que va a ganar Piketty con su éxito de librería, Capital, como se le nota a Xavier Sala i Martin, un independentista catalán, quien sostiene que hay que bajar la pobreza pero que eliminar la desigualdad sería injusto.

Los organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la CEPAL, etc., en cambio, apoyan las reformas de Bachelet. Incluso la Directora Ejecutiva del FMI, una política francesa de derechas, negó que una frase suya que calificó de mediocre la recuperación poscrisis fuera aplicable a Chile como lo dijeron los negativistas.

El Ministro de Hacienda, Arenas, dijo después de reunirse con el FMI y ministros de hacienda y presidentes de bancos centrales de la región en Santiago, una gran verdad. Chile es un caso de estudio para compatibilizar el crecimiento con avanzar en un desarrollo social más inclusivo. Por ello, la política económica de Bachelet no solo son reformas. Según el Bank of America Merrill Lynch Chile es el único país latinoamericano que inició un prudente ajuste de sus cuentas externas.

Equilibrando crecimiento con igualdad

Es decir, en palabras de Bachelet, necesitamos un crecimiento “más armonioso” para desarrollarnos, y satisfacer las expectativas que han creado el crecimiento que se pregona, pero que no llega a la mayoría de la población, en especial en materias de educación y salud, un fenómeno que se repitió recientemente en Brasil. Nuestro Indice de Desarrollo Humano es el más alto de América Latina, ocupamos el lugar 41 en el mundo, pero, si lo ajustamos por la desigualdad, nuestro puntaje disminuye 19,6 % y bajamos al lugar 57.

Según el Financial Times, nuestra presidenta “no es una revolucionaria fanática, como afirman sus detractores más duros.” Se viste como Merkel, la canciller alemana, y tiene “un discurso lejos del populismo”.

Bachelet, según cita ese diario, está consciente de que su gobierno puede ser la última chance para canalizar el descontento popular en una solución institucional. Para ello intenta corregir los peores síntomas del modelo que impuso la dictadura, y que provocó las más grandes manifestaciones callejeras desde el fin de Pinochet, sin caer en el populismo.

Al parecer el gobierno aprendió, hizo aprobar la susitución del binominal por un sistema proporcional, que según la derecha favorece a la Nueva Mayoría, lo que es cierto, porque saca más votos y, en el futuro, no se distorsionará la aritmética y 2 no será siendo igual a 1 como en el binominal. Y el proyecto de la reforma laboral fue conversado con sus congresales y partidos antes de ser enviada al Congreso..

El interés de Occidente por las reformas de Bachelet, como dice el Financial Times, “es tal vez porque sea la más prominente jefe de Estado que inicia un proyecto para abordar la desigualdad social, hoy el tema más importante para las economías occidentales. “Y equilibrar la prosperidad con la igualdad es una tarea formidable”. Todo ello a pesar de que somos un país con una economía pequeña, 277 mil millones de dólares y de solo 17 millones de habitantes.

 

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