Diciembre 5, 2024

Charlie Hebdo y la ola reaccionaria

El brutal asesinato de los de Charlie Hebdo desencadenó el tradicional chauvinismo patriotero de los franceses que en este caso puede disfrazarse detrás del horror, el odio y el repudio que provoca a todo ser humano pensante cualquier asesinato masivo. François Hollande y la Francia de Orden se montan sobre esa ola en la que se mezclan los legítimamente indignados por el crimen con los sionistas, que quieren llevar agua a su molino antiárabe y salir de su aislamiento, y con la extrema derecha racista francesa. Los del gobierno socialista trabajan así a toda máquina en favor de la xenofobia racista del nacional-fascismo lepeniano. El gobierno racista de Valls-Hollande, estúpidamente, para recuperar popularidad, cree poder robarle el terreno bajo los pies al lepenismo encabezando la jauría antiárabe, tan popular en un país que en su historia medieval tiene diversas cruzadas contra el mundo árabe, entonces mucho más avanzado que Francia y por eso temible y después, ya capitalista, colonizó países con mayoría musulmana y fue echado de ellos no sin dejar, por ejemplo, en Argelia, un millón de muertos.

Hubo un tiempo en que Charlie Hebdo criticaba suavemente a los gobiernos sucesivos mientras hacía chistes machistas y elitistas y era sólo una revista-pasatiempo irreverente. Pero desde el ataque a las Torres Gemelas en Estados Unidos asumió el papel de Catón francés de tercera clase fabricando una versión colonialista y racista del Islam sin tener en cuenta ni el necesario respeto a las creencias religiosas de millones de trabajadores en Francia ni la sangrienta huella que dejó en éstos el racismo y la opresión de los colonialistas. En el país del racismo institucionalizado que originó el caso Dreyfus y donde si uno rasca a millones de clasemedieros de ambos sexos, sobre todo pieds noirs, aparece de inmediato la asquerosa figura de Monsieur Chauvin, Hollande amalgama los sentimientos legítimos de horror de mucha buena gente con el racismo sionista francés y con el viejo racismo antimetecos de la derecha y la extrema derecha para lograr la unidad nacional. De este modo, al igual que el escritorzuelo Houellebecq, abre de par en par la puerta al fascismo de masas.

 

Todo asesinato es siempre inadmisible y repudiable y no hay para él justificación política ni religiosa alguna. El crimen cometido contra los provocadores arrogantes de Charlie Hebdo no es, por consiguiente, justificable, pero sí es explicable. Porque si uno no se explica las razones que llevaron a este horrendo asesinato queda intelectualmente a merced de los guardianes del Orden republicano; es decir, de los asesinos en masa, mediante la austeridad para proteger al gran capital, de pobres, niños, ancianos en Europa misma y de los que bombardean donde les parece en nombre de la libertad. El ignorante y las almas cándidas colaboran para construir el inmundo fascismo de mañana, cuyo aliento se siente ya detrás del movimiento reaccionario de Francia para los franceses.

 

La ideología de origen estadunidense de esta ofensiva de la derecha es el supuesto choque de civilizaciones, la guerra contra el Islam (es decir, contra 2 mil millones de musulmanes en el mundo). Esta ideología apocalíptica encubre la guerra eterna y prepara en varios países la guerra civil (que ya está instalada en África bajo la forma de la guerra entre musulmanes extremistas y cristianos sostenidos por el imperialismo, sobre todo francés).

 

Los gobernantes de los países imperialistas crearon y después alimentaron y armaron el integralismo fanático de algunos pequeños grupos islámicos: Francia lo hizo en Argelia con sus harkis, soldados nativos que luchaban contra la independencia; Estados Unidos estaba detrás de los Hermanos Musulmanes egipcios para combatir al nacionalismo árabe laico de Nasser y utilizó a los talibanes afganos contra el gobierno laico prosoviético y las tropas de Moscú que habían entrado en el país para sostener a ese gobierno. Israel estuvo detrás del nacimiento de Hamas para combatir a la laica e izquierdista Organización para la Liberación de Palestina dirigida por Yasser Arafat. Como es lógico, el hijo de Frankenstein del oscurantismo medieval así promovido comenzó a andar por su cuenta y escapó a sus amos, como Bin Laden, el agente primitivo de la CIA. Inglaterra, por su parte, al ser echada de India, dejó el veneno de la lucha religiosa entre hinduistas, budistas y musulmanes que se trasladó después a los estados independientes de India y Pakistán. El fundamentalismo integralista de algunos grupos musulmanes es reflejo directo de los fundamentalistas cristianos occidentales que pretenden creer que sus valores culturales son universales y se creen destinados por su Dios a evangelizar y civilizar a sangre y fuego a los llamados salvajes o bárbaros.

 

La solidaridad peluda –¡en la lengua de Voltaire!– al colonialista Hollande formulada por el primer ministro inglés Cameron o por John Kerry, vicepresidente yanqui, bate por eso todos los récords de cinismo e hipocresía.

 

Todo atentado terrorista indiscriminado, además de un crimen, es un grave error político, así lo cometa un honesto anarquista que, con una bomba quiere acabar con un sistema, cuya represión refuerza de inmediato. Los que mataron a los periodistas de Charlie Hebdo desencadenaron una ola antiárabe, con bombas en las mezquitas, detenciones preventivas, medidas ultrarreaccionarias contra todos los jóvenes que parezcan musulmanes, y dieron aliento político a la extrema derecha xenófoba en toda Europa, al Frente Nacional lepenista, a la derecha en el gobierno, que será aún más proisraelí, aún más colonialista. Si su acción criminal no se explicase por su ignorancia, su atraso político y su desesperación, parecería obra de los servicios, una provocación similar a la quema del Reichstag por los nazis para imponer el triunfo de Hitler. El resultado es el mismo

 

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