Diciembre 7, 2024

¡No hagamos más elecciones!

Desde hace unos meses en Chile ha surgido una nueva teoría de la política y la democracia. Nada menos.

 

Para teóricos del CEP y ADIMARK, y el conjunto de aduladores y oportunistas que los reverencian, los gobiernos no deben obedecer a los mandatos de la ciudadanía que los eligieron y mandataron sino a los vaivenes de las encuestas, que algunos hacen, algunos miden y algunos interpretan.

 

 

Y que, además, se hacen no en el mundo de quienes votaron en las últimas elecciones, sino en un muestreo, de mercado, se supone, de todos quienes pueden “consumir” política, es decir de todos los mayores de edad, más del doble en número que los primeros. Nadie puede, entonces, concluir alzas o bajas porque se trata de mundos diversos. Pero, estamos sujetos a lo que diga el CEP o ADIMARK, El Mercurio y La Tercera.

 

ADIMARK es una encuestadora de mercado.

 

CEP es un centro de estudios políticos de la derecha.

 

¿Por qué cuando, bajo el gobierno de Piñera, “las encuestas” mostraban que el 80 por ciento de los encuestados estaba por una educación gratuita y por la nacionalización del cobre, los medios de derecha (que son casi todos) y Pepe Auth u Óscar Guillermo o Genaro no exigieron al gobierno de la UDI y RN el inmediato fin al lucro con fondos del Estado y la expulsión del país de las grandes empresas extranjeras del cobre?

 

hoy, fieles a la nueva descabellada teoría, que olvida nada menos que el mandato ciudadano, algunos de la Nueva Mayoría, como Óscar Guillermo, Genaro y Pepe, se suman a El Mercurio y La Tercera y llaman al gobierno a frenar y no llevar adelante políticas, exigidas por la ciudadanía que votó el programa, que estarían siendo cuestionadas por un gran número de gente, retratado en las últimas encuestas.

 

 

A nadie se le habría ocurrido.

 

Tampoco que Frei Montalva no llevara adelante la reforma agraria en 1965 porque una encuesta en el sur decía que no, que se crearía el caos, o que Allende no nacionalizara el cobre en 1970 porque, según intérpretes de las respuestas de las consultas, en Antofagasta decían nones.

 

Sin embargo hoy, fieles a la nueva descabellada teoría, que olvida nada menos que el mandato ciudadano, algunos de la Nueva Mayoría, como Óscar Guillermo, Genaro y Pepe, se suman a El Mercurio y La Tercera y llaman al gobierno a frenar y no llevar adelante políticas, exigidas por la ciudadanía que votó el programa, que estarían siendo cuestionadas por un gran número de gente, retratado en las últimas encuestas. ¿Éstos están ahora, tras las encuestas, por frenar, o fueron siempre enemigos de los cambios estructurales?

 

No sólo la democracia no se funda en intérpretes de encuestas, sino ningún gobierno.

 

¿Qué hay que hacer en aquellos países en que hay elecciones democráticas pero donde no se realizan encuestas?

¿Qué en aquellos donde las encuestas realizadas no tienen credibilidad técnica o política?

¿Qué allí donde los encuestadores o intérpretes de encuestas difieran entre ellos? ¿A quién seguir para llevar adelante las políticas públicas?

 

¿Qué política se puede llevar adelante para los próximos decenios si de un mes al otro varían las interpretaciones de los lectores de las encuestas que ellos mismos hacen? Los países darían más vueltas en trompo que el helicóptero de carabineros en la Gran Avenida y terminarían incendiándose.

 

La nueva teoría es incorrecta, no tiene fundamento, y trasladada a la práctica no tiene aplicación. Sirve sólo para embolinar la perdiz y cazar incautos, que no son pocos. Y sacar fotos, que deben ser guardadas y lanzadas al basurero en la próxima encuesta, que evidentemente tendrá otra foto.

 

En todas las constituciones democráticas, o que se estiman de serlo, el primer y básico principio es: la soberanía reside en la nación… O sea, el poder reside en la gente, en la ciudadanía, que, de vez en cuando, legalmente, mandata, elige mandatarios, a los que manda cumplir con su mandato.

 

Este principio no acepta reemplazo ni contradicción, no se puede contravenir. Si se contraviene se está atentando contra lo medular del sistema político democrático.

 

Es ridículo proponer un reemplazo a ese principio por uno que dijere: la soberanía reside en los resultados de las encuestas…además, de las encuestas que yo haga y que yo interprete.

 

¡Aún tenemos cerebros, chilenos, hagámoslos funcionar!

 

¡Que ni don Pepe ni don Óscar Guillermo ni don Genaro nos enturbien la mente!

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