Diciembre 10, 2024

Los seis grandes errores del gobierno de Michelle Bachelet

El primer error del gobierno de Michelle Bachelet, a mi modo de ver, es el creer desde un comienzo que bastaba con un alto porcentaje en las elecciones y, además, una significativa mayoría parlamentaria para que las reformas marcharan miel sobre hojuelas, sin considerar la necesidad imprescindible del apoyo de los movimientos sociales activos y, también, en la calle.

 

 

Por cierto se ha probado que no era suficiente integrar al Ministerio de Educación a algunos ex dirigentes estudiantiles, tampoco contar con el concurso del Partido Comunista que, se suponía, tenía una gran fuerza en las organizaciones sociales, y menos la intención de cooptar a algunos miembros de la “bancada juvenil” en la Cámara de Diputados, pues hasta hoy la Nueva Mayoría no ha logrado desarrollar una línea de masas y está perdiendo la batalla de la calle.

 

El segundo error dice relación con su incapacidad para combatir a la “quinta columna” – algunos de los democratacristianos, entre ellos los Walker-Martínez, los Pérez Yoma y los viudos de la Concertación, los Brunner, los Aylwin, los Garretón (Óscar), los Correa, Pilar Armanet, los Tironi, y otros más – que han provocado un inmenso daño a la Nueva Mayoría: para demostrar este aserto basta leer las declaraciones de Edmundo Pérez Yoma, que se dan el lujo de pedir la salida del Ministro de Educación – aun cuando algunos de estos personajes huelan a podrido, se niegan a morir -.

El tercer error está en el debate ideológico de los integrantes de la Nueva Mayoría, que se han mostrado muy ineficientes en la tarea de lograr que los ciudadanos sientan que las reformas van a cambiar su vida y la de su familia, pero se ha probado que los tecnócratas sólo logran separar a gobernantes y gobernados. Si analizamos la última encuesta de Adimark comprobaremos que los problemas principales que sufren las personas, hoy por hoy, son: 1) el servicio del Transantiago; 2) la pésima atención en la salud pública; 3) el problema de la educación, temas íntimamente relacionados con la vida cotidiana de los ciudadanos, a los cuales es preciso agrega el actual alza del costo de la vida.

El cuarto error consiste en no haber visualizado claramente que, por lógica, y con un mínimo conocimiento de la historia, los cambios estructurales propuestos en el programa de gobierno iban a producir una necesaria reacción negativa, especialmente de la oposición. Es cierto que la derecha sigue destruida, balcanizada e incapaz de proponer algún proyecto de país, sin embargo, los poderes fácticos – principalmente el empresariado y la Banca, continúan siendo los dueños del país -, como también la ya descrita “quinta columna”.

 

El quinto error, que podríamos llamar “la confusión” –trabajé un año como cooperante en la Universidad Eduardo Mondlane, y cada vez que se presentaba un problema de difícil solución o de complejidad técnica, se le atribuía a la “confusao”, algo similar le está ocurriendo al gobierno, pues no tiene una metodología simple para explicar el contenido, objetivos y metas, a corto, mediano y largo plazo, como tampoco tiene la claridad para que la gente vislumbre los cambios concretos que la va a beneficiar con la implementación de las leyes, una vez aprobadas en el Parlamento.

 

 

El sexto error fue el tratar de mantener a la Presidenta fuera del combate político – como si fuera una virgen impoluta – táctica que le sirvió mucho para ganar la elección, pero que es muy ineficiente para gobernar, pues en Chile el monarca-presidente es, copulativamente, jefe de la nación, del gobierno y de la combinación política triunfante – al parecer, en estos últimos días la Presidenta Bachelet está corrigiendo estos yerros, sin embargo, es ridículo que rete a los ministros y los conmine a trabajar, más como si fueran unos holgazanes, que es equivalente en el fútbol a que Sampaoli culpara a los jugadores -.

Para sacar adelante las reformas estructurales hay que entender bien se dan en una profunda contradicción, enmarcada en la lucha por la hegemonía ideológica, que no tiene nada que ver con el pragmatismo de los tecnócratas.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas

11/11/2014                         

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