La imagen del presidente francés, Francois Hollande, entre sus ciudadanos no deja de desplomarse y romper todos los récords de impopularidad, un deterioro que por ahora parece beneficiar de forma indirecta al primer ministro, Manuel Valls.
El último sondeo, difundido hoy por la emisora RTL, contiene algunos datos abrumadores hacia la gestión de Hollande, quien esta semana alcanza la mitad de su mandato.
La práctica totalidad de los encuestados (97 %) cree que el presidente ha fracasado en sus políticas para crear empleo, el gran objetivo que Hollande se marcó para llegar al Elíseo.
Más inquietante aún: un 71 % de los franceses aboga por que Valls tome las riendas del país en lugar de Hollande hasta el final del quinquenio presidencial, que debería terminar en 2017 con la celebración de nuevas elecciones.
Por ahora, el primer ministro apunta sin disparar. Públicamente defiende al presidente, pero no desaprovecha la oportunidad de marcar distancias con sus políticas, convertido en apóstol de la refundación del socialismo francés.
El próximo jueves, en una entrevista por la televisión pública, Hollande tratará de revertir la inercia que le ha conducido a un callejón de difícil salida.
“Hollande no ha conseguido resolver el problema del paro, que incluso ha crecido. Eso, junto a las promesas no cumplidas o decisiones polémicas como el matrimonio homosexual, ha lastrado su presidencia”, señala a EFE Jean Chiche, experto del centro de estudios políticos de la Universidad Sciences Po.
Los sondeos no muestran piedad con el presidente, cuya gestión solo respalda ahora mismo el 13 % de los franceses.
Su escaso margen de maniobra, indica Chiche, solo pasa por una improbable mejoría de la situación económica y por que el llamado “pacto de responsabilidad” con los agentes sociales surta efecto con la creación de un millón de empleos, como se anunció en su día.
En medio de esta situación, Valls refuerza a diario su perfil centrista (derechista para sus críticos), próximo a la empresa y de hombre con carácter, gracias al cual recoge parte del descontento ciudadano con el inquilino del Elíseo.
Sin embargo, el primer ministro tiene algo más que un serio problema de cara a una eventual candidatura presidencial, en opinión del especialista en elecciones y opinión pública Chiche.
“Valls no tiene ninguna posibilidad dentro del Partido Socialista. No es realista pensar que pueda ser elegido candidato dentro de su partido. No olvidemos que en las primarias de 2011 solo obtuvo un 6 % de los votos”, considera.
Envueltas en formas amables y sutilezas verbales, en los últimos tiempos vuelan las dagas entre Hollande y Valls.
La última, la comparación que estableció Hollande hace dos semanas entre Valls y Georges Clemenceau, histórico primer ministro francés y referente político del actual jefe de Gobierno, en una ceremonia en la que este era condecorado.
“(Clemenceau) nunca llegó a convertirse en presidente de la República, pero uno también puede tener éxito sin ser presidente”, espetó Hollande ante un impertérrito Valls, de sonrisa congelada.
Los mandobles políticos, no en vano, se reparten a diestra y siniestra en Francia.
La conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), principal partido de la oposición, celebra a final de mes elecciones primarias a su secretaría general y deberá escoger el año que viene a su candidato presidencial para 2017.
El regreso del expresidente Nicolas Sarkozy, que aspira a liderar de nuevo su partido, no ha galvanizado como se esperaba a su electorado, que en las encuestas parece decantarse ahora por el ex primer ministro Alain Juppé como candidato presidencial.
Solo en un bando las cosas parecen claras: el ultraderechista Frente Nacional (FN) no duda del liderazgo de Marine Le Pen y se prepara para el asalto definitivo al poder.
“La aspirante de la derecha en la segunda vuelta de las próximas presidenciales será Marine Le Pen. Ahora, la izquierda tendrá que encontrar a un candidato que aglutine a todas las tendencias si quiere ganar”, concluyó Chiche.