Muchos se preguntan qué papel o rol juega el PDC al interior de la Nueva Mayoría en esta etapa gobiernista, qué intereses defiende y a quién representa en esencia.
La Historia y el cine pueden ayudar a esclarecer este entuerto. Hay una enorme diferencia entre “sheriff” y “capataz”, sin duda, pero ambos oficios se igualan en una actividad: poner orden en el lugar donde actúan, sin importar a quién o quiénes están realmente beneficiando. ¿A propósito de qué es esta divagación? Estoy pensando, casi reflexionando, sobre las quejas explicitadas a viva voz, prensa mediante, por algunos dirigentes del partido demócrata cristiano respecto de la forma en que –dicen esos dirigentes- los trata el resto de las tiendas que conforman el bloque llamado Nueva Mayoría.
Desde hace décadas, o tal vez a partir de su propio nacimiento cuando se bautizó a sí misma como “Falange”, la DC ha venido actuando con una doble faz que le resulta imposible negar. Uno de esos rostros es el del ‘progresismo’, o defensa de las mayorías, de la soberanía e independencia nacional y otras cuestiones similares que redundaron en auto asignarse la cualidad de no estar en ninguna de las dos vías mayores: capitalismo y socialismo. El otro rostro es el del cobijo a todo trapo de las férulas económicas, del poder medieval de la iglesia católica y de los intereses imperiales del patrón estadounidense. Esos han sido siempre los dos mundos políticos del partido demócrata cristiano, quien con evidente éxito aprendió a vivir –cínicamente- en el primero, para proteger el segundo.
De allí entonces la duda que da comienzo a estas líneas. ¿”Sheriff” o ‘Capataz’? ¿Qué papel juega realmente el PDC al interior de la Nueva Mayoría en la etapa oficialista de esta coalición? El rol que pretenden desplegar dirigentes como Gutenberg Martínez, Mariana Aylwin, Soledad Alvear e Ignacio Walker es muy diferente al que jugaron cuando la Concertación no era gobierno (durante la administración de Sebastián Piñera). En ese momento, al interior de aquel bloque, todas las tiendas partidistas que lo conforman –incluyendo a la DC- estuvieron de acuerdo en lo que “no querían”… pero, al llegar al gobierno, de inmediato saltaron diferencias insalvables respecto de lo que el PDC “sí quería”.
Si Jacques Maritain viviera, es un hecho cierto que opinaría negativamente respecto del actuar de la tienda falangista que creció al amparo de sus teorías. Maritain, para esos dirigentes democristianos, es un ‘bicho histórico’ que resulta más cómodo ignorar, ya que al parecer socialistas y pepedeístas están más cercanos a su pensamiento merced a la “renovación” ofrecida por el neoliberalismo, cuestión que ambas tiendas (PS y PPD) abrazaron a partir del año 1988. Ni siquiera algunos capítulos de la obra de Jean Jacques Servan Schreiber –“El desafío americano”- que tanto alabó y recomendó Frei Montalva durante su campaña presidencial el año 1964, representan hoy, en mínima medida, el pensamiento de los mencionados Martínez, Alvear, Aylwin y Walker.
Si la Educación es vital para la sociedad, la alimentación es imprescindible. Entonces, si usted amigo lector tiene un local comercial donde expende verduras, frutas, lácteos y carnes, de acuerdo al criterio de esos ‘energúmenos’ de la política, ya mencionados, el Estado debería subvencionarle cada una de las ventas que usted realiza.
Los últimos escarceos políticos, derivados de los proyecto de reformas enviados por el Ejecutivo al Congreso, han despertado (¿o avivado?) las diferencias que mantienen distanciadas a las tiendas principales del bloque oficialista. Es imposible siquiera suponer que el PDC desconocía el contenido de esos proyectos en los meses de campaña. También resulta inaceptable afirmar que no participó en la confección del programa. Entonces, ¿por qué ahora manifiesta no sólo diferencias de fondo sino, también, oposición cerrada a uno de esos proyectos de reforma, el educacional? “La Educación es un servicio vital para la sociedad –dijo uno de esos dirigentes- y por ello el Estado debe subvencionar a los emprendedores que arriesgan sus capitales ofreciéndolo”.
Si la Educación es vital para la sociedad, la alimentación es imprescindible. Entonces, si usted amigo lector tiene un local comercial donde expende verduras, frutas, lácteos y carnes, de acuerdo al criterio de esos ‘energúmenos’ de la política, ya mencionados, el Estado debería subvencionarle cada una de las ventas que usted realiza. Es lo justo, me parece, ya que en estricto rigor la sociedad podría subsistir sin educación, pero es imposible que viva y mantenga la vida sin alimentarse.
¿Qué defienden, exactamente, aquellos supuestos líderes democristianos en el asunto educacional? Es posible llegar a la conclusión de que no defienden nada en particular, pues sólo están cumpliendo el rol que les asignó el patronaje del cual derivan desde su nacimiento: servir de sheriff, de ‘capataces’, o de policías de asuntos internos, en el seno del gobierno, para cautelar los intereses de quienes son sus verdaderos mandantes. Ni progresistas, ni ‘tercera vía’, ni cristianos, ni demócratas… simplemente “guardianes” del statu quo capitalista. Lo hicieron en el trienio 1970-1973… y parece que han vuelto a las andadas que tanto aman. Y si de elegir el nombre se trata, la duda planteada líneas atrás se disipa, pues es un hecho de la causa que esos cuatro dirigentes elegirán “sheriff”, ya que tal nombre les acerca al patrón de sus predilecciones, EEUU.
¿Impulsarán, como hicieron en 1972, la estructuración de una nueva CODE (Confederación ‘Democrática’) junto a sectores derechistas, a objeto de desarmar la Nueva Mayoría y regresar a la política de los tres tercios? Está por verse.