Diciembre 3, 2024

Segunda edición de Miguel Enríquez. Un nombre en las estrellas: de innombrable a superventas

“Miguel fue un joven que asumió profundamente el compromiso revolucionario en un tiempo histórico marcado a fuego por la Revolución Cubana, la guerra de Vietnam, el combate y la muerte del Che y el fracaso del reformismo democratacristiano en Chile. Su determinante ruptura con el Partido Socialista a comienzos de 1964 obedeció al rechazo a una práctica política caracterizada por una retórica cargada de radicalismo estéril.

 

Miguel, con 20 años, quiso ser consecuente y junto con un grupo de compañeros (Bautista van Schouwen, su hermano Edgardo, Andrés Pascal Allende y otros) asumió una opción que les llevó a participar en la fundación del MIR en agosto de 1965 y en la construcción y desarrollo de este movimiento revolucionario”. Mario Amorós está en camino a Chile desde Madrid para lanzar la segunda edición de su último libro, Miguel Enríquez. Un nombre en las estrellas. Biografía de un revolucionario (Ediciones B), en la Feria del Libro de Santiago el próximo domingo 9 de noviembre desde las 18 horas. Dedicada, entre otros, a quienes “en el Chile de hoy proyectan sus ideales”, la biografía de Miguel Enríquez escrita por Mario Amorós ya va en la segunda edición chilena, lleva cinco semanas entre los libros más vendidos en el país, y está circulando en Bolivia y Venezuela, donde los presidentes Evo Morales (autor del prólogo) y Nicolás Maduro la han leído y elogiado. Su autor, historiador y periodista español, condensó en 334 páginas una vida que –subraya- pertenece a la memoria y el corazón del pueblo rebelde, pero que no es fácil nombrar en el Chile de hoy.

 

Once páginas ocupan la lista de documentos citados de y sobre el MIR, además de obras y tesis sobre Chile publicadas tanto aquí como en el extranjero. El título del libro está tomado del bello poema dedicado a Miguel por Gonzalo Rojas, “Cifrado en Octubre”. Los 18 testimonios, de militantes y dirigentes del MIR pero también de familiares y amigos del segundo secretario general del MIR, fluyen a lo largo de diez capítulos que se inician con el relato de “Una infancia maravillosa” en Concepción y concluyen en “Santa Fe 725”, y se detienen  “En el centro de la historia” (ya elegido secretario general) o  avanzan por “Un período prerrevolucionario” y desarrollan la idea del “Poder Popular”, entre otros reveladores apartados.

 

Las estrellas y la U de Chile

Sólo una sincronía extrema pudo hacer posible lo impensable un tiempo atrás: que a cuarenta años de la muerte en combate de Miguel el lanzamiento de este libro tuviera lugar el 2 de octubre en el Salón de Honor de la Universidad de Chile, presentado por su nuevo rector, el doctor Ennio Vivaldi, penquista que fuera alumno del Liceo Enrique Molina Garmendia al mismo tiempo que Miguel. Era junguiana la conjunción Marco Enríquez-Ominami, ex candidato presidencial, con la vicerrectora de comunicaciones de la U, Faride Zerán, que habló del concepto de “verdad desnuda” escamoteada por años en la universidad; allí estaban también Andrés Pascal, dirigente histórico del MIR, y Gabriel Boric, diputado independiente de la bancada estudiantil quien llamó a los presentes –la inmensa mayoría, emocionados sobrevivientes de la lucha antidictatorial- a no considerarse retirados de la lucha.

 

Conversamos con Mario Amorós después del lanzamiento y retomamos luego contacto virtual para saber cómo fue recibido el libro –y su autor- en Venezuela y también la obra en Bolivia.      

En Santiago, el 6 de octubre Amorós comentaba en el GAM, el complejo construido en 1971-1972 por la clase obrera chilena en misión especial encomendada por el Presidente Salvador Allende: “Me hubiera gustado, me hubiera parecido justo, que la Presidenta Bachelet hubiera incluido a Miguel en el homenaje que ayer, 5 de octubre, rindió a los campesinos asesinados en Lonquén en octubre de 1973. En ese lugar hubo crímenes espeluznantes y también se conoció allí, en los hornos de Lonquén, la primera evidencia del trágico destino de las personas detenidas-desaparecidas. Ayer era un día para recordar a los modestos campesinos de Lonquén, pero también a Miguel”.

 

“Porque Miguel representa la voluntad de resistencia de tantos compañeros anónimos que lucharon contra la dictadura criminal, como  la simbolizan igualmente Víctor Díaz, o Exequiel Ponce. Sé que, tal como la imagen de Salvador Allende -calumniada durante tantos años y hoy mucho más reconocida-, la imagen de Miguel irá creciendo y espero que este libro sea también un aporte a ello en esta batalla de la memoria. Creo que con el tiempo se impondrá en Chile el reconocimiento a la valentía y la consecuencia de un joven dirigente revolucionario que murió con las armas en la mano haciendo frente a la DINA”.

 

– ¿Cómo surgió esta biografía de Miguel Enríquez?

  • El proyecto del libro nació de una reunión con Marco Enríquez-Ominami, a quien conocí personalmente hace un año, pero hace varios años que venía pensando en escribir sobre él. Me interesaba (y me sigue interesando) ver los documentos de Miguel y del MIR que permanecen guardados en Cuba. Envié una petición en ese sentido a un compañero que es asesor de Raúl Castro, pero no recibí respuesta. Luego vino la reunión con Marco y él me ayudó a llevar adelante esta biografía contactándome con familiares y compañeros.

     

Miguel es una de las grandes personalidades de la izquierda en el momento histórico más importante de Chile en el siglo XX. Pero sobre Miguel y el MIR arrojaron una leyenda negra que creo injusta, pero que sirve evidentemente para legitimar el golpe de Estado y la dictadura militar. Por eso, descalifican al MIR como una organización “militarista”, “extremista”, “subversiva” o “terrorista”. Creo que era necesario escribir una biografía histórica sobre Miguel y ciertamente me llena de orgullo la buena acogida que ha tenido.

 

– ¿Es más difícil escribir de Chile desde el exterior?

  • Bueno, uno de los inconvenientes es la lejanía geográfica, porque las fuentes directas están en Chile. Sin embargo desde hace veinte años he tenido acceso a muy buena información sobre Chile también en Europa y he formado un buen archivo sobre el MIR y la historia chilena de las últimas cuatro décadas con mis estancias de investigación acá. En Barcelona, tuve acceso ya en 1996 a la colección casi completa de las revistas Punto Final y Chile Hoy, así como a una increíble cantidad de documentación primaria. Y para escribir este libro consulté también el Correo de la Resistencia, la valiosa página ArchivoChile.com, la prensa de la época en la Biblioteca Nacional…

 

Mi conexión con Chile viene de hace veinte años, cuando como estudiante  dediqué mi tesis doctoral al sacerdote Antonio Llidó, valenciano (paisano mío), que fue mirista y es el único cura detenido desaparecido. En esa investigación tracé una historia del MIR en la zona de Quillota y di a conocer, por ejemplo, un documento de un grupo de compañeros de Valparaíso titulado “Acerca de la derrota en Chile”: se conocía la respuesta de Miguel, pero no el texto que la motivó y que me proporcionó hace años su autor principal, el historiador Jorge Magasich. Desde entonces he conocido y entrevistado a una buena cantidad de miristas. También escribí La Memoria Rebelde. Testimonios sobe el exterminio del MIR. De Pisagua a Malloco (Ediciones Escaparate, disponible en el diario digital rebelion.org) y el año pasado, Allende. La biografía, entre otros libros sobre Chile.

En cualquier caso, este es un oficio muchas veces duro, solitario, aunque siempre termina por prevalecer la pasión por este periodo de la Historia de Chile. Y, por cierto, tiene sus recompensas, porque para mí fue muy emocionante el lanzamiento del libro en el Salón de Honor de la Universidad de Chile, las valientes palabras del Rector Ennio Vivaldi, las intervenciones de Marco, de Andrés o de Faride, cuyos artículos en la revista Chile Hoy empecé a leer hace muchos años en una biblioteca de Barcelona…

– ¿Qué piensas sobre la polémica que se dio entre el MIR y la Unidad Popular y la polémica MIR-Partido Comunista?

  • Aunque el MIR lo planteó como una disyuntiva entre “reforma o revolución” y el PC como una batalla ideológica contra la “ultraizquierda”, considero que era una discusión sobre las vías revolucionarias posibles en aquel momento histórico. Y creo que el proyecto que Allende encabezó era revolucionario porque realizó transformaciones profundas con una perspectiva socialista y que aquellos mil días fueron un proceso revolucionario. De ahí, por ejemplo, la respuesta de Washington y de la burguesía chilena.

 

Entre diciembre de 1970 y junio de 1971, hubo un periodo de sintonía entre la UP (incluido el PC) y el MIR. Entre junio y noviembre de 1971 aquel “entendimiento”, como lo describió Luis Corvalán en algunos momentos, se fue desvaneciendo y nunca más sería ya posible.

Con todo el respeto y desde mi modestia, por una parte creo que el Partido Comunista de Chile adoleció de una falta de apertura ideológica frente a hechos dramáticos como la Primavera de Praga, que supuso el fin definitivo del mito soviético (al menos en Europa occidental), y la aparición de una nueva izquierda revolucionaria, influida por la Revolución Cubana, el Mayo francés, la guerra de Vietnam… Al PC le faltó “cintura política” para buscar y preservar, como intentó Allende en varias ocasiones, un entendimiento con la nueva fuerza emergente en la izquierda chilena que era el MIR, cuyo discurso y cuya estrategia encontraron un eco creciente desde fines de 1972.

 

Y con el mismo respeto e idéntica modestia, puedo subrayar que al MIR le faltó capacidad política para entender la magnitud del proceso de transformaciones que desarrollaba la UP y el poder de los enemigos que estaban empeñados en destruirlo al precio que fuera. Si el MIR hubiera apostado por la cohesión en torno al programa de la UP, por cerrar filas para el cumplimiento de unos objetivos que eran de por sí extraordinarios (el cobre, el Área Social, la Reforma Agraria, una política internacional ejemplar), en lugar de priorizar una movilización en la base social que muchas veces desbordaba lo comprometido por el Gobierno, tal vez las fuerzas contrarrevolucionarias hubieran tenido un menor margen de actuación.

Evidentemente, todo esto es muy fácil decirlo hoy… Un momento histórico de aquella efervescencia, una revolución como aquella (como otras en la Historia), despierta anhelos de justicia y cambio social postergados durante siglos, aplastados tantas veces por las clases dominantes, subjetividades desde abajo tan comprensibles y que la Historia o la Literatura recrean en algunos casos de manera maravillosa…

 

– ¿Qué es lo nuevo que descubrió al abocarse a esta biografía de Miguel?

  • Por ejemplo, hasta ahora no había percibido la cercanía que existió entre el MIR y la Unidad Popular entre diciembre de 1970 y junio de 1971 y tanto Miguel como Luis Corvalán, además de Allende, la defendieron en aquel periodo, tras la muerte de Arnoldo Ríos en Concepción. El MIR enfrentó este hecho con madurez y Allende intervino desde el primer momento para que la tragedia no tuviera consecuencias políticas ni en la izquierda, ni en su Gobierno, que había asumido cuatro semanas atrás.

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– ¿Qué hay y qué falta en esta biografía de Miguel?

  • Desde luego están los discursos, las entrevistas que dio a la prensa (como una excepcional publicada por el diario Clarín en diciembre de 1970, nunca antes citada) y los testimonios de Carmen Castillo y Manuela Gumucio, de su hermana Inés, que desde México me ayudó muchísimo, de su hijo Marco, de sus amigos de la infancia (como el abogado Eduardo Trucco), de sus compañeros en el MIR (Andrés Pascal Allende, el doctor Alejandro Romero)… Su vida familiar, a partir de las memorias de don Edgardo y los recuerdos de Inés Enríquez, está relatada al detalle, al igual que sus años de estudiante en el colegio británico donde cursó la enseñanza primaria, el liceo y la Universidad de Concepción, con documentación inédita.

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Por supuesto, examino toda su trayectoria política, desde su incorporación a la Juventud Socialista en 1962, la ruptura con el PS en 1964, su participación en la fundación del MIR en agosto de 1965, su elección como secretario general en el III Congreso en diciembre de 1967 y todo lo que vino después… Particularmente interesante es seguir la evolución del Gobierno de la UP a partir de la visión de Miguel, sobre todo en 1973, cuando el MIR llamó a hacer frente a la ofensiva contrarrevolucionaria.

 

Respecto a su largo año en la clandestinidad, entrevisté a varios compañeros de ese tiempo de exploración del qué hacer y de las alianzas y también de lucha por la sobrevida de la organización, de su esfuerzo por tratar de tejer el Movimiento de Resistencia Popular.

 

No obstante, esta no es una historia del MIR, por ejemplo el libro no profundiza en su política militar.

 

– ¿Cómo se ve a Miguel Enríquez en Europa?

  • La muerte en combate de Miguel el 5 de octubre de 1974 tuvo un gran impacto en América Latina y en Europa occidental. Más o menos desde 1972 las fuerzas de la nueva izquierda revolucionaria habían difundido profusamente los planteamientos del MIR en sus publicaciones, libros… El análisis de la dirección del MIR sobre la Derrota del 11 de septiembre de 1973 tuvo un amplio eco en el mundo. Realmente es impactante leer sobre la gran cantidad de actos, marchas, protestas… que desencadenó fuera de Chile la muerte de Miguel. Para una parte de la izquierda mundial, se convirtió en un icono al lado del Presidente Allende como ejemplo de la Resistencia en Chile.

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– ¿Cuál es a su entender el legado de Miguel Enríquez en Chile actual?

  • Es un legado importante, sobre todo porque hay una parte de la juventud chilena que se identifica con Miguel y el mirismo. Ahora en octubre hemos visto el bello cartel que una muchacha sostiene en una marcha juvenil y que rescata aquellas palabras de Miguel en el Caupolicán el 12 de julio de 1973 (y no el 17, como tantas veces se dice): “¡Adelante con todas las fuerzas de la Historia!”). Pienso que en el Chile de hoy hace falta una alternativa amplia y unitaria al modelo neoliberal y la memoria de Miguel y del MIR debieran servir para construir esta alternativa.

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Uruguay, Brasil, Venezuela, Brasil, Bolivia o Ecuador, con distintos matices y velocidades, tienen gobiernos que se han liberado de la sumisión a Washington, que crean integración regional y que logran que sus pueblos tengan hoy una vida y un horizonte mejor. Chile, sin embargo, es la excepción. El Gobierno de Michelle Bachelet apunta en esa dirección, pero tiene contradicciones internas evidentes y además, como era previsible, está encontrando una oposición frontal de la derecha política, económica y mediática.

 

 

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