Diciembre 4, 2024

Dilma Rousseff repunta en la encuestas y logra una cómoda ventaja sobre Neves

Faltando poco más de 48 horas para el encuentro decisivo en las urnas, Dilma Rousseff, candidata a la relección, logró abrir una ventaja razonablemente confortable sobre Aécio Neves, el neoliberal que se presenta bajo la bandera socialdemócrata en Brasil. Ahora, la actual mandataria cuenta con 54 por ciento de la intención de voto, contra 46 por ciento de su adversario, de acuerdo con Ibope; y 53 contra 47 por ciento, según Datafolha.

De cierta manera, era algo esperado: esta mañana el sector más sensible a las oscilaciones electorales –el mercado financiero– mostraba que la Bolsa de Valores se desplomaba mientras el dólar alzaba vuelo frente al real. Cuando al final de la tarde ambos institutos divulgaron oficialmente sus resultados, la noticia ya había sido antecedida por la drástica reacción del mercado: el dólar trepó 1.35 por ciento frente al real, alcanzando su mayor valor desde mayo de 2005, y la Bolsa cayó 3.24 por ciento, y acumula una pérdida de 1.5 por ciento en lo que va del año.

Dentro de sus respectivos comités de campaña, los dos contendientes ya habían detectado que el impulso experimentado por Aécio Neves perdió fuerza, mientras Dilma Rousseff vive un movimiento inverso, al crecer firme y paulatinamente. Conocidos los números, Neves prefirió decir que no confía en los sondeos. Rousseff dijo que los resultados confirman lo que se siente en las calles.

En los dos primeros sondeos realizados luego de la primera vuelta, cuando Neves logró atropellar en el último instante a la ambientalista evangélica Marina Silva, indicaban que su impulso seguía con fuerza. Luego de haber quedado atrás casi ocho puntos en el conteo de los votos, el socialdemócrata logró superar a Dilma Rousseff. Lo hizo por escasos dos puntos (51 a 49), un empate técnico, pero en ventaja numérica, lo que sirvió para animar el sentimiento radicalmente antipetista que cuenta con bases sólidas en algunas regiones del país, en especial Sao Paulo, el más rico, poblado y conservador estado brasileño.

Los dos sondeos siguientes, que coincidieron con una fuerte elevación en el grado de agresividad de la campaña, y que se extendió en los debates televisados, indicaron una reacción de Dilma Rousseff. Con un poco más de espacio sobre Neves –52 a 48 por ciento–, también empate técnico.

Ya era posible sentir, sin embargo, que el tono de Neves, tanto en su propaganda de radio y televisión, como en los tres debates realizados hasta ahora, tuvo dos consecuencias: consolidó la admiración de los sectores de clase media y clase alta que se oponen de manera irremediable a Dilma, y que forman parte substancial de su electorado; pero al mismo tiempo ahuyentó a parte importante de los que iban a votar por él en nombre de la alternancia en el poder, y gracias también al desgaste natural experimentado por el PT luego de gobernar 12 años.

El tono muy subido ha pautado ambas campañas, pero Aécio Neves exageró en un punto sensible. En al menos dos ocasiones, con aires de niño mimado, levantó el dedo índice en dirección a Dilma y la acusó deleviana. En Brasil se llama leviano a alguien que dice cosas inconsecuentes e irresponsables, pero también se trata así a las prostitutas. Esa forma profundamente irrespetuosa de tratar a una mujer (hay rumores sobre otras formas de maltrato, aún más graves, que habría infligido a una ex novia) aumentó su rechazo del electorado.

Además, un dato se consolidó en la opinión pública: la campaña de Rousseff, pese a haber exagerado muchas veces en los ataques al adversario, supo plantar muy bien la idea de los opuestos. Así, el grueso del electorado parece aceptar la idea de que el PT hizo y hace gobiernos para los pobres, mientras el PSDB, de Aécio Neves, hizo y quiere volver a un gobierno para los ricos. Quedó claro que, a la hora de exhibir datos y resultados, sonaron más fuertes los cambios sociales implantados por Lula y llevados adelante por Dilma.

También quedó claro, a base de propuestas, que Neves se ubica mucho más a la derecha y abraza el neoliberalismo con mucho más pasión que el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, para no mencionar la oceánica distancia que los separa en lo que se refiere a consistencia y estatura moral y política. Si con Cardoso los pobres continuaron pobres, con Neves los que ascendieron a la baja clase media corren el riesgo de volver a ser pobres: ese mote de la campaña de Rousseff funcionó.

Los próximos cuatro años serán especialmente difíciles para Brasil. Todo indica que los brasileños prefieren apostar por lo conocido.

 

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