El Perú viene pasando por un proceso insólito de auge económico y desintegración política desde los años 90. Las políticas económicas seguidas a espaldas de lo que el electorado escoge de manera repetida desde 1990, nos habla del déficit democrático peruano. Lo bueno es que todos estamos claros que el neoliberalismo no tiene nada que ver con la democracia, diga Hayek lo que quiera. En términos sociales un problema adicional en el Perú es la instalación de la trafa (apócope de “trampa” y “estafa” utilizada en la jerga limeña) como esencia de la cultura nacional que acompaña al pensamiento (¿?) de la Derecha Bruta y Achorada (“vulgar” en jerga peruana). Ser trafero en el Perú de hoy es algo respetado y deseable. Lo hacen los presidentes, los jueces de la Corte Suprema, los congresistas, en fin, es chic ser trafero. La afirmación “Roba pero hace obra” le salió a una encuestadora electoral con muchos votos a favor. Castañeda (1) aparentemente va a ganar por esta razón.
Lo que está por ponerse a voto este fin de semana es si los limeños al menos, quieren salir del oscurantismo en el que entramos con Fujimori y Montesinos (delincuentes) de la mano del Opus Dei (en lo político) y del Banco Mundial (en lo económico), o no. Por esta razón esta elección edil es la antesala a la elección presidencial del 2016. El heredero político por excelencia fruto del fujimorismo es Castañeda, quien se esconde detrás del silencio. Debe de ser el único político en el mundo cuya campaña está liderada por el silencio y por no aparecer. Lo demás es marketing: música, mensajes, grabaciones y fotos. Como a la derecha venezolana, lo que le conviene es no aparecer. ¿Qué esconde? Las trafas pasadas y las por venir.
Hay una discusión abstrusa sobre la izquierda y la derecha en el Perú. Colocar a Susana Villarán y su equipo a la izquierda es solo un referente topográfico. No hay izquierda. Hay una derecha homófoba, xenófoba, racista, y muy ignorante que ha convertido al país en el más conservador e ignorante de América latina en las dos últimas décadas y solo le va detrás de algunos países árabes por un poquito. Tiene más universidades privadas que nadie y menos puntaje en la prueba PISA que ningún otro país de América latina. La extrema derecha peruana ha destrozado al país de Vallejo, Mariátegui, Luis Alberto Sánchez, Mario Vargas Llosa, José Watanabe, Toño Cisneros y Santiago Rocagliolo, al mismo tiempo que ha obtenido un auge económico imparable. Tiene la política oficial internacional más retrograda en términos de género de América latina. Tiene al único cardenal del Opus Dei del mundo y un clero fascistizado metido dentro del Estado e incluso dentro de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Ni Escrivá de Balaguer, fundador del Opus con Francisco Franco, se atrevió a tanto.
No hay discusión izquierda/derecha sino transparencia/opacidad; verdad/mentira. Venimos de veinticuatro años de opacidad, donde los políticos ganadores mienten. Villarán es el ejemplo inverso, salvo en el dislate cuando dijo que no iba a correr y corre a la alcaldía. ¿Es para tanto? Se le está penalizando por eso y no por lo que ha hecho con Lima en términos de orden, modernización e infraestructura. Lima, fea, congestionada y resbalosa, con olor a orines, siempre ha tratado de parecer moderna y aunque no lo sea, al menos infraestructuralmente está tratando. El caos vehicular y de mercados que dejó Castañeda, y sus miles de lindas escaleras de colores, fue atacado frontalmente por Villarán y su equipo contra la gran prensa que también está contra ella, porque es mujer y no es del Opus. El enfrentamiento de Villarán con el Opus data de 1994 cuando el ahora cardenal dijo su célebre “los derechos humanos son una cojudez” (una tontería) parafraseando aquel cura que gritó “¡Qué Viva la Muerte!” en la guerra civil española. La que estaba con los derechos humanos era Villarán. Ella era “la cojuda”. Un cardenal machazo. Ese es el subtexto de esta campaña infame que si no eres limeño no comprendes. Recordemos que la gran prensa peruana está con el Opus como se apreció en el derrotado debate de la ley de igualdad. Para la gran prensa no hay ciudadanos, sino almas y consumidores.
En una ciudad retrograda, una mujer alcaldesa es mucho. En una ciudad retrógrada, la honestidad está penalizada. Recordemos que el director de la escuela de gobernabilidad de una universidad privada, ex presidente de la República, no tiene ningún grado universitario, y mucho menos un doctorado, y ha pasado por treinta años de vida política publicitando un fraude identitario – y firmado grados universitarios. ¡Ese dirige la educación de algunos de los que van a gobernar el país! Ese es nuestro próximo presidente héroe trafero, quien hasta dirige la escuela de la trafa. Recordemos un rector de una universidad muy exitosa de provincia quien dijo en una feria de libro que nunca había leído un libro. Recordemos que Castañeda nunca se ha presentado a un debate con Villarán y que ha hecho una campaña sin aparecer. La trafa es una regla instalada para vender gato por liebre y sobre todo para hacer cualquier cosa. Eso no pasa con Villarán, mujer y honesta. La elección de alcaldes del domingo en Lima será la elección entre la opacidad y la transparencia. Entre la trafa y la modernidad. Ciertamente no es la elección entre el capitalismo y el socialismo, como algunos de la DBA (Derecha Bruta y Achorada) y la gran prensa peruana quisieran hacer creer.
Nota
(1) Luis Castañeda es candidato a la Alcaldía de Lima.
* Oscar Ugarteche, economista peruano, es Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA), Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México – www.obela.org. Miembro del SNI/Conacyt y presidente de ALAI www.alainet.org