Diciembre 8, 2024

Nadie se mueva…!!

El Ministro del Interior, afectado por el efecto buscado por quienes instalaron la bomba de la Escuela Militar, declara que la nueva ley que defina la Agencia Nacional de Inteligencia, considerará la figura del agente encubierto.

Junto con ser la respuesta esperada por los terroristas, es una sutil forma de amenaza: no participes, no te unas: el del lado puede ser un agente de la inteligencia.

 

Esos anuncios no pueden sino ser considerados como una advertencia al movimiento social. De las declaraciones del Jefe de la ANI en el sentido de que se sigue una línea investigativa en los movimientos o grupos llamados anarquistas, que como sabemos son grupos que participan en el movimiento estudiantil, en sus organizaciones, marchas y movilizaciones, se entiende una notificación que hay que tomar en cuenta en toda su amenazadora extensión.

 

Cuando estos políticos piensan en agentes encubiertos, piensan en penetrar organizaciones sociales de izquierda, como sea que se entienda esa intrincada red de personas y colectivos. Contagiados por ese furor antipopular con que la derecha les corrigió su juvenil ímpetu revolucionario, hoy, asentadas sus posaderas en los sillones desde los que se manda, las autoridades no titubean en tildar de mala manera a los estudiantes.

 

Si de verdad se quieren prevenir actos de terrorismo, que se infiltren las filas de la UDI o RN, partidos en los cuales está más que probado, superviven sujetos que fueron funcionarios de la dictadura. Y otro aporte sería saber qué hacen los miles de agentes de la CNI que caminan como Pedro por su casa, viviendo a expensas de esta pseudo democracia

Asumiendo el hecho evidente que las fuerzas armadas necesariamente deben tener un trabajo de penetración de larga data hacia los partidos políticos, ¿cuántos de los actuales dirigentes políticos, parlamentarios, ministros, podrían ser infiltrados de las agencias militares o policiales?

 

Durante la dictadura, la DINA – CNI logró infiltrar a organizaciones que se consideraban enteramente a salvo de la penetración enemiga, sin embrago es sabido que en algunos casos los agentes llegaron a niveles de mandos superiores. Si fue posible tal en circunstancias de gran compartimentación y selección de militantes, con mayor razón sería posible hoy cuando la antigua disciplina fue reemplazada por la laxitud propia del servicio público.

 

Por otra parte, recuérdese los agentes de la CNI Berríos y Gac, el primero fundador del PPD y el segundo militante del PS, que infiltraron la Confederación de Trabajadores del Cobre y la Coordinadora Nacional Sindical, respectivamente.

 

¿Eran los únicos topos? ¿Cuántos otros quedan en los partidos que forman la Nueva Mayoría? ¿Cuántos políticos que hoy aparecen en la televisión, dirigentes gremiales, periodistas, lobistas, o funcionarios del Estado son digitados controlados y financiados por la CIA u otras agencias de inteligencias de las grandes potencias?

 

¿O será Chile el único país en que esas cosas no suceden?

 

A las complicaciones propias de las organizaciones sociales enfrentando a un gobierno neoliberal, ahora se agrega la amenaza confesa de que sus acciones y dirigentes serán monitoreadas por soplones a sueldo.

Los nuevas brazos seculares que harán el trabajo sucio del soplonaje y la represión por razones políticas, conducta que pudre aún más esta pseudo democracia, en breve echarán mano a todo cuanto esté a su alcance con tal de detener el avance del movimiento popular, fin último de las criminales provocaciones con forma de bombas colocadas en lugares públicos.

 

No es descabellado pensar que con estas lógicas represivas comiencen a aparecer comandos de sicarios, secuestradores o provocaciones mayores.

 

Cuando las maquinarias oscuras que buscan la represión de los movimientos populares alcanzan cierto ritmo ya no hay autoridad que las pueda controlar. Utilizar estas herramientas para detener el movimiento político y social que legítimamente se opone a la marcha del país, es altamente riesgoso y por demás inmoral.

 

El uso de lógicas militares contra personas que hacen valer un derecho ganado con alto grado de sacrificio, con miles de muertos y desaparecidos, es una muestra del desprecio que siente la nueva casta dominante en contra de la gente.

 

Nadie se mueva, estamos todos en la mira.

 

 

 

 

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