Diciembre 26, 2024

Alzar la voz frente a la masacre perpetrada en Gaza

Alzar la voz frente a la masacre que se está perpetrando en Gaza, es hoy día, lo escribo conscientemente, un deber para Francia, una Francia que adhiere indefectiblemente a la existencia y a la seguridad de Israel pero que no puede olvidar los derechos y deberes que le son conferidos a Israel en su calidad de Estado constituido.

Quiero decirle a todos aquellos tentados por la resignación frente al eterno regreso de la guerra que es la hora de hablar y de actuar. Es hora de medir el callejón sin salida de una Francia alineada y tan segura de del uso de la fuerza. Para quitar el velo de mentiras, de omisiones, de semi verdades. Para ser portador de una esperanza de cambio. Por mala consciencia, por interés mal entendido, por sumisión a la voz del más fuerte, la voz de Francia calló, aquella que hacía hablar el general de Gaulle luego de la guerra de los Seis Días, aquella que hacía hablar Jacques Chirac después de la segunda intifada.

 

¿Cómo comprender hoy que Francia llame a la “moderación” cuando se mata a niños en todo conocimiento de causa? ¿Cómo comprender hoy que Francia se abstenga cuando se trata de una investigación internacional sobre los crímenes de guerra cometidos de ambos lados? ¿Cómo comprender que la primera reacción de Francia, por la voz de su presidente, sea la del apoyo sin reservas a la política de seguridad de Israel? ¡Qué callejón sin salida este espíritu de alineamiento y de apoyo al uso de la fuerza!

 

Pienso que sólo la verdad permite la acción. No construiremos la paz sobre mentiras. Es por eso que tenemos un deber de veracidad frente a un conflicto en que cada palabra está en una trampa, en que las peores acusaciones son instrumentalizadas.

 

Tengamos el coraje de decir una primera verdad: no hay en Derecho internacional un derecho a la seguridad que implique un derecho a la ocupación y aún menos un derecho a la masacre. 
Hay un derecho a la paz que es el mismo para todos los pueblos. La seguridad, tal como la busca hoy Israel, se hace contra la paz y contra el pueblo palestino. En lugar y sitio de la búsqueda de la paz, solo hay el engranaje de la fuerza que conduce a la guerra perpetua con mayor o menor intensidad.

 

El Estado israelí se condena a operaciones regulares en Gaza o en Cisjordania, esta estrategia aterradora porque condena los palestinos al sub-desarrollo y al sufrimiento, aterradora porque condena Israel poco a poco a transformarse en un Estado segregacionista, militarista y autoritario. Es la espiral de la África del Sur del apartheid antes de Frederik De Klerk y Nelson Mandela, hecha de represión violenta, de iniquidad y de bantoustans (ghettos – N del T) humillantes. Es la espiral de la Argelia Francesa entre putschs de los generales y la OAS (organización terrorista y colonialista – N del T) frente al campo de la paz encarnado por de Gaulle.

 

Hay una segunda verdad que proclamar alto y fuerte: no puede haber responsabilidad colectiva por las acciones de algunos. ¿Cómo olvidar el profundo desequilibrio de la situación, que opone no dos Estados, sino un pueblo sin tierra y sin esperanza a un Estado empujado por el temor?

 

Israel no puede escudarse en el hecho que Hamas instrumentaliza a los civiles para hacer olvidar que asesina a estos últimos, tanto menos cuanto que rehusó creer y reconocer en el año 2007 que esos civiles votaron por Hamas, al menos por su rama política. Que se cite, aparte los EEUU, un solo país en el mundo que actuaría de ese modo. Aún si las situaciones son, desde luego, diferentes, ¿partió a la guerra Francia en Argelia en 1995-1996 después de los atentados financiados por el GIA? (grupo islámico armado – N del T). Londres, ¿bombardeó Irlanda en los años 1970?

 

Tercera verdad que quema los labios y que deseo expresar aquí: sí, hay un terror en Palestina y en Cisjordania, un terror organizado y metódico aplicado por las fuerzas armadas israelíes, como han testimoniado numerosos oficiales y soldados israelíes asqueados del papel que les han hecho jugar.

 

No puedo aceptar escuchar que lo que ocurre en Palestina no es tan grave porque sería peor en otros sitios. No puedo aceptar que se condene a todo un pueblo al miedo a los bombardeos, a la hediondez de las aspersiones con “agua sucia” y a la miseria del bloqueo. 
Porque no puedo aceptar que se niegue que hay algo que sobrepasa nuestras diferencias y que es nuestra común humanidad.

 

Hoy no hay ni plan de paz, ni interlocutor capaz de proponer uno. Hay que retomar todo desde el principio. El problema de la paz, como en Argelia entre 1958 y 1962, no es ¿”cómo”?, sino ¿”quién”?

 

No hay interlocutor en Palestina porque los partidarios de la paz fueron metódicamente marginalizados por la estrategia del gobierno de Israel. La lógica de la fuerza legitimó ayer a Hamas contra El Fatah. Legitima hoy los fanáticos más radicales de Hamas e incluso al Djihad islámico. Privarse de un interlocutor para la paz, quiere decir entrar en una lógica en la que no hay sino la sumisión o la eliminación.

 

No hay interlocutor para la paz en Israel porque el campo de la paz fue reducido al silencio y marginalizado. El pueblo israelí es un pueblo de memoria, de orgullo y de coraje. Pero hoy una lógica demente se apoderó de su Estado, una lógica que conduce a destruir la posibilidad de una solución con dos Estados, la única viable.

 

La resignación de una parte del pueblo israelí es hoy el peligro principal. Amos Oz, Zeev Sternhell o Elie Barnavi están cada vez más solos gritando en el desierto, la voz cubierta por el estruendo de los helicópteros.

 

Tampoco hay interlocutores en la escena internacional, a fuerza de cansancio y de resignación, a fuerza de planes de paz enterrados. Uno se interroga sobre la utilidad del Cuarteto. Uno se desespera de la diplomacia de la chequera de Europa que se limita a pagar para reconstruir los edificios palestinos bombardeados ayer y que lo serán de nuevo mañana, cuando los EEUU gastan miles de millones de dólares anuales para financiar las bombas que los destruyen. 
Frente a la ausencia de un plan de paz, sólo medidas impuestas y capaces de cambiar el fondo del problema son susceptibles de despertar a los interlocutores de su modorra. Es la primera responsabilidad de Francia.

 

La primera herramienta para despertar la sociedad israelí son las sanciones. 
Hay que situarla ante sus responsabilidades históricas antes que sea demasiado tarde, particularmente en el momento en que se evoca una operación terrestre de gran envergadura en Gaza. Eso pasa por votar en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución que condene la acción de Israel, su no respeto de las resoluciones anteriores y su no respeto del derecho humanitario y del derecho en tiempos de guerra. Eso significa concretamente asumir sanciones económicas graduales y bien orientadas, especialmente por actividades directamente asociadas a las operaciones en Gaza, o a las actividades económicas en las colonias. Yo no creo en las sanciones, frente a Estados autoritarios que ellas refuerzan. Ellas pueden ser útiles en una sociedad democrática que debe ser puesta frente a las realidades.

 

La segunda herramienta es la justicia internacional. La urgencia hoy en día es impedir que se cometan crímenes de guerra. Para ello, es la hora de acoger las demandas palestinas de adherir a la Corte Penal Internacional, que sigue siendo el mejor garante de la ley internacional. Es un modo de poner los territorios palestinos bajo protección internacional.

 

La tercera herramienta a la disposición de la comunidad internacional, es la interposición. Si no se puede negociar una solución, hay que imponerla poniendo a Gaza, Cisjordania y Jerusalén-Este bajo mandato de la ONU, con una administración y una fuerza de paz internacionales.

 

Esta administración estaría sometida a grandes peligros, del lado de los extremistas, lo sabemos, pero la paz exige sacrificios. Ella tendría vocación a levantar la economía y la sociedad en esos territorios mediante un plan de ayuda significativo y mediante la protección de los civiles. También tendría por objeto reanudar el diálogo inter-palestino y garantizar elecciones libres en el conjunto de esos territorios. Con esos resultados, apoyaría diálogos de paz con Israel trazando las grandes líneas.

 

No tenemos el derecho de resignarnos a la guerra perpetua. Porque ella continuará contaminando toda la región. Porque su veneno no cesará de matar la esperanza misma de un orden mundial. Una sola injusticia tolerada basta para cuestionar la idea misma de la justicia.

 

 

*Dominique de Villepin es abogado. Fue ministro de Relaciones Exteriores y Primer Ministro de Jacques Chirac. Fue quién puso en ridículo a los EEUU en el Consejo de seguridad de la ONU a propósito de la guerra en Iraq.

 

 

TRIBUNA original en francés en diario Le Figaro (París), el 1-08-2014. Sigue traducción (no oficial) al castellano.

 

http://www.lefigaro.fr/vox/monde/2014/07/31/31002-20140731ARTFIG00381-dominique-de-villepin-lever-la-voix-face-au-massacre-perpetre-a-gaza.php

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