No hay que confundir el judaísmo con el sionismo, pues este último es movimiento con características fascistoides y que practica el “apartheid” en los territorios ocupados. El conflicto de la Franja de Gaza – un pequeño territorio en extensión, pero superpoblado, que se ubica al lado de Egipto – se ha convertido, en el último tiempo, en un verdadero genocidio, pues ya los muertos palestinos son más de 500 y cerca de cincuenta sionistas. En este tétrico panorama lo más monstruoso es la muerte de niños que, diariamente, nos muestran los canales de televisión.
En esta guerra, el blanco es la población civil que habita este territorio. Para los palestinos la Franja de Gaza es “una gran cárcel” amurallada por orden de los sionistas: los palestinos, en su propio territorio no les es permitido circular libremente, ni tampoco son reconocidos como verdaderos ciudadanos con plenos derechos. El sistema implantado por Israel, tanto en Gaza, como también Cisjordania, no se diferencia mucho del apartheid que rigió en Sudáfrica por muchos años: pequeños pueblos palestinos se encuentran rodeados por colonos, muchos de ellos sionistas. En ciudades santas, como Belén – cuna de Jesús – ocurre que las poblaciones palestinas e israelíes están separadas por un muro, el de la Infamia, según los palestinos.
Sería un desconocimiento de la historia el creer que todos los palestinos son musulmanes, pues dentro de su población los hay católicos, cristianos ortodoxos y ateos y agnósticos. Dentro de ese mismo contexto histórico es necesario entender que no todos los habitantes de Israel son sionistas ni, mucho menos, integristas religiosos de ultraderecha, pues hay sectores progresistas que rechazan el trato que Israel da a la población palestina y, además, no aceptan los métodos criminales del Mossad – Servicio de Inteligencia judío -.
El conflicto de la Franja de Gaza tiene una larga historia: después de la primera guerra mundial el territorio se constituyó en un protectorado británico. Las revueltas árabes de 1936-1939 y, sobre todo, los métodos empleados por el imperialismo británico, se convirtieron en un modelo, posteriormente imitado por el sionismo. En |948, Naciones Unidas entrega una pequeña franja de tierra a los judíos, una especie de compensación frente a la brutalidad que habían experimentado en la guerra mundial, de manos del nazismo. Desde el comienzo, la convivencia entre palestinos y judíos fue difícil: en 1948 estalla la primera guerra árabe-israelí; en 1956 estalla la guerra de Sinaí; en 1967, la guerra de los Siete Días; en 1973, la guerra de Yon kipur; entre 1987 y 1993 se produce la primera intifada; en los años 2002-2005, la segunda intifada; en 2008-2009, el conflicto de la Franja de Gaza; en 2012, la operación pilar defensivo. Actualmente, se está desatando el genocidio contra los habitantes de Gaza, especialmente contra los niños.
Este último conflicto, nuevamente revela la incapacidad de organismos internacionales, especialmente la ONU, a través de su Consejo de Seguridad, la Comunidad Europea y otras instituciones que, no logran aunar criterios que obliguen a respetar el cese al fuego y, sobre todo, de detener la masacre.
No parece evidente una solución inmediata de resolución del conflicto, que viene arrastrándose desde hace varias décadas; a pesar de los acuerdos de Camp David, en 1978; los acuerdos de paz de Oslo, en 1993, e incluso los buenos oficios del Papa Francisco al convocar al Vaticano a los líderes de los dos países, Benjamín Netanyahu y Mahmud Abás, en el fondo, en campo sionista predomina la ultraderecha fascista y, en el palestino, el sector duro de Hamas, situación que hace muy difícil llegar a un consenso de solución del conflicto.
En este conflicto se entrecruzan, a mi modo de ver, dos visiones que han sido funestas en la historia de la humanidad: las religiones monoteístas, que han transformado el poder laico en teológico y, sobre todo, el nacionalismo, que ha sido la lacra que dominó el período más criminal de la historia de la humanidad, el siglo XX.
Rafael Luis Gumucio Rivas
22/07/2014