Diciembre 26, 2024

Concertación y Nueva mayoría, unidad indisoluble

Si alguien creyó, alguna vez, que Michelle Bachelet cumpliría su programa de gobierno ofrecido a los incautos – una reforma tributaria, una educacional y llevar a cabo una nueva Constitución para todos los chilenos – ahora, con el famoso pacto con la derecha, podemos darnos cuenta de que quien le creyó y votó por Bachelet y la Nueva Mayoría se merece el premio de “el rey de los huevones”. Ahora, más que nunca, podemos afirmar que Concertación y Nueva Mayoría forman una unidad indisoluble – los únicos que se suman son el Partido Comunista y la Izquierda Ciudadana, que no se sabe aún si desempeñan el papel de “mendocitas” o de “yanaconas” -.

El último acuerdo logrado con la derecha es aún más ridículo que el famoso “abrazo del oso”, con motivo del “jubiloso” acuerdo por la presentación de la Ley General de Educación (LGE), un esperpento que hoy nadie defiende y que se ha convertido en una “huerfanita” despreciada por todos. Actualmente están ausentes los abrazos y tomaduras de manos entre la agraciada Yasna Provoste y el megaterio Carlos Larraín, tampoco tenemos que escuchar la arenga del funcionario del ministerio de Educación, Pedro Montt, – ¡qué apellido más histórico! – expresando insensateces tales como que era “el mejor acuerdo en la historia de Chile”.

 

En el acuerdo actual ni los jefes de partido, ni el parlamento pudieron participar – no falta quién se pregunta, republicanamente (“como si esta maraña fuera una república”), por qué el legislativo no cumple su función de ser un cenáculo destinado, por tanto, a las discusiones y profundizar los proyectos de ley – pues la verdad, la política actual se hace siempre entre los lobistas de la castas. Así, el rol de los congresistas sólo está limitado a subir o bajar el dedo, como se hacía antiguamente con los basileus griegos, en que la asamblea sólo podía aplaudir o abuchear.

 

Todos los proyectos de ley verdaderamente importantes en la vida del país, se resuelven al calor de un generoso té, en casa de un plutócrata – los príncipes de Venecia quedan chicos al lado de los del Mapocho – razón por la cual a nadie debería extrañarle que el acuerdo sobre reforma tributaria hubiera tenido lugar en casa de Juan Andrés Fontaine, y que se hubiera mantenido en secreto hasta la firma del protocolo, el 11 de julio, pues así funciona nuestra plutocracia que algunos ingenuos la llaman democracia .

 

Los miembros de la comisión de Hacienda del senado no tuvieron ningún problema en decir “amén” a todas críticas de la derecha respecto de la reforma tributaria, incluso, en vez de matar y sepultar al FUT parieron un “FUTITO (no se le ocurra agregarle la P) , como valientemente lo llama Pablo Lorenzini.

 

Si siguiéramos las indicaciones de algunos economistas de renombre y bien intencionados, este nuevo acuerdo es más nocivo que el proyecto original; según Claudio Agostini, la elusión aumentaría en forma geométrica; Eduardo Engels sostiene, por su parte, que con este acuerdo no se podrán recaudar los escasos ocho mil millones de dólares necesarios para las reformas que el gobierno se ha propuesto llevar a cabo. La mayoría de los entendidos en la materia concuerdan en que apenas se recaudará una suma de USD 6.000 millones.

 

La Concertación, al final, ha terminado en manos de los más conservadores: los democratacristianos, especialmente las familias Walker, Zaldívar, Aylwin y Alvear Martínez, entre otros; además de los anteriores, triunfó el ala de los Expansiva, especialmente los seguidores de Andrés Velasco, es decir, los tecnócratas – viejos y nuevos ricos – de la Concertación. Nada más real el decir que “la situación económica determina la conciencia”, y que a esta clique se haya sumado el senador Ricardo Lagos Weber – hace varios años los Lagos se han transformado en el San Expedito de los empresarios – menos nos puede causar estupor.

 

Michelle Bachelet eligió su campo: estar al servicio de los empresarios y engañar a los ciudadanos con sonrisas y falsas promesas, pero como cada día somos menos tontos los ciudadanos, no estamos dispuestos a nuevos “regalos de caramelos” para mantenernos cual niños. Está claro el panorama: se hace necesario, ahora más que nunca, radicalizar la crisis de representación y refundar la república mediante la convocatoria a una Asamblea Constituyente. La democracia de los banqueros debe ser enviada al basurero de la historia.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas

 

14/07/2014

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