Diciembre 11, 2024

Atilio Borón: “Si se pierde Venezuela, aquí se acaba todo”

Imagina, ya más de tres años acá en la Ciudad de Buenos Aires, adicto al mate, especialista en la distinción de colectivos mirados desde lejos y hasta sé de memoria uno que otro de sus recorridos minotáuricos y no había tenido oportunidad de escucharlo en directo después de haberlo leído tanto.

Las fotos de Atilio Borón no favorecen a Atilio Borón, pienso mientras aterrizo como un vehículo extraterrestre a la grabadora platinada sobre un parlante y a sorbos la emprendo contra una Coca light que me costó más barata que la Energizer triple A, combustible de la Panasonic para la ocasión.

 

Atilio Borón está en el Bar La Dignidad del barrio, territorio del noble Carlos Aznarez, de María, la fotógrafa vasca, y donde suelo encontrarme con Gladys, argentina de padres bolivianos que pasando sobre una mesa del boliche me invita a Jujuy donde los trabajadores y el pueblo del ingenio azucarero Ledesma homenajearán en la veintena de julio los 38 años del Apagón donde fueron asesinados cientos de militantes populares.

 

El Imperio con anemia. Sintomatología.

 

Pero el sociólogo, doctor y politólogo de orientación marxista es recibido con un aplauso cerrado y atropelladamente nos ofrece una panorámica del estado del mundo actual justo cuando oprimo recording. “Hay dos noticias: una buena y una mala”, sostiene Borón a modo de titulares. “La buena es la constatación del debilitamiento del poderío global de EE.UU. como gran centro del sistema imperialista mundial. Y esta conclusión no es producto del análisis de colegas de izquierda, sino que de la propia derecha norteamericana. Y la mala noticia es que la evidencia histórica demuestra que cada vez que un imperio inicia su descomposición, comienza también su fase más feroz, más represiva y más virulenta. Los imperios no sólo son agresivos en su fase de ascenso y de conquista: se tornan mucho más asesinos en su fase final. Por ejemplo, el colonialismo francés en Argelia durante la segunda mitad de los 50 del siglo XX. Otro ejemplo es el imperio otomano que se derrumbó en la Primera Guerra Mundial, sin antes liquidar a un millón y medio de armenios.”

 

Se me ocurre sin preguntar y como simple luchador social del montón, en qué fase se encontraría el imperialismo norteamericano cuando impuso en los 60 y 70 en América Latina las tiranías criminales de triste fama a través de las cuales se valió para destruir la organización y poder de los excluidos/as, por un lado,  y para establecer el programa ultra liberal y antipopular que se perfecciona hasta nuestros días, ahora, de corbata y gobiernos civiles, por otro. ¿No será que la lucha de clases condiciona la intensidad represiva y la violencia del imperialismo y la minoría dueña de todo, y este asunto de las fases de emergencia-conquista-supremacía-clímax-ocaso de un imperio o fuerza dominante es parte de un esquema más lógico y lineal que histórico y real? En fin. Son sólo ocurrencias peregrinas mientras escucho al autor de “Socialismo siglo XXI. ¿Hay vida después del neoliberalismo?” (2008), que continúa.

 

Uno de los dos grandes pensadores del imperialismo es Zbigniew Brzezinski (el otro es Henry Kissinger). Él se pregunta en su último libro por qué hay problemas tan graves en Estados Unidos, y se contesta que Norteamérica es uno de los países más altamente endeudado. La deuda pública es superior al 100% de su Producto Interno Bruto (PIB). Ha vivido más de 40 años de prestado y cada vez tiene menos capacidad de repago. ¿Por qué? Por la insalubre gravitación que ha cobrado el capital financiero. Hoy tanto la economía norteamericana como europea están dominadas por el capital financiero (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=70832), el cual genera recesión. ¿Cómo? Si hay un empresario en EE.UU. que dispone de un millón de dólares para invertir en Europa, tiene dos opciones: o invierte en la producción de bienes o pone el dinero en la timba financiera mundial y en 7 días puede mejorar en un 95% todas sus colocaciones. En cambio, armar la fábrica le tomaría uno o dos años por lo menos. Por eso desde el 2007 el mundo desarrollado está en recesión.”

 

Y presto oído atento y por supuesto que la hegemonía del momento financiero en la totalidad de la reproducción capitalista tiene allí su control de mandos. Eso sí, las crisis de sobreproducción y sobrecapacidad productiva también provocan recesiones y, por lo demás los grandes holding cuentan tanto con entidades financieras e instrumentos bursátiles, como con cadenas de supermercados, inversión extractivista, acciones en fábricas de armas, narcotráfico y automóviles, y en la industria alimentaria, de la red de trata de personas y en la textil. Es decir, el capital especulativo organiza al conjunto de los demás momentos del capital y al mismo tiempo, su movimiento tiende a la concentración de la propiedad en todos los ámbitos que generan ganancias. A fin de cuentas, sólo el trabajo humano produce valor y de allí la sobreexplotación y los talleres esclavos.

 

Borón prosigue el diagnóstico. “El propio Brzezinsky plantea la enorme desigualdad social que sufre Estados Unidos y que ha puesto fin al proceso de movilidad social ascendente que fue su característica desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de los 80. Con la administración Reagan comenzó el actual período neoconservador, las políticas ortodoxas, el recorte de los gastos públicos y de los impuestos a los ricos. En las últimas cuatro décadas el impuesto a la riqueza se redujo a la mitad. Entonces como los impuestos exiguos al gran capital más la insuficiente recaudación  de los impuestos indirectos vía consumo no les alcanza para sostener el aparato estatal, deben acudir a la deuda. Así pueden observarse fenómenos aberrantes. Por ejemplo, según estudios de diciembre de 2012, el ingreso promedio de una familia norteamericana (cuatro personas) era de alrededor de 53 mil dólares anuales (si se trata de una familia blanca es más y si se trata de una familia hispana o negra, es menos). Esa familia tipo debe mandar a dos hijos a la universidad y por cada uno de ellos tiene que pagar 70 mil dólares al año. Basta usar la aritmética para dimensionar los niveles de endeudamiento familiar. Por eso en las universidades norteamericanas uno se topa con muchos más estudiantes chinos, japoneses, filipinos, coreanos, etc., que con estudiantes estadounidenses o europeos.

En consecuencia, la distribución del ingreso en Norteamérica se parece cada vez más al perfil de distribución del ingreso de los países subdesarrollados. Este es un dato que conspira con la vitalidad del imperio.”

 

Voy en la mitad de la gaseosa y me salta Chile como fósforo en la cara junto con la broma negra de que cualquier día en los petitorios de algunas carreras de la Universidad de Chile o de la Católica se exigirán estacionamientos estudiantiles de calidad y gratuitos (en las Ues mencionadas, sus matriculados son quienes obtienen los mejores puntajes nacionales en la prueba de selección y, en su gran mayoría, que no todos, salen de colegios particulares privados caros y de familias muy particulares, muy privadas y armadas de billeteras con clave).

 

La locomotora de la historia a velocidad de carreta

 

Sostiene Borón que otra señal de decadencia imperialista “es la obsolescencia de la infraestructura, denunciada varias veces por la Asociación de Ingenieros. Sus líneas férreas están caducas. Con el inmenso territorio que tiene Estados Unidos (8 millones de kilómetros cuadrados), carece de trenes de alta velocidad. Está como Argentina. De hecho, es el único país del primer mundo que no cuenta con trenes de alta velocidad. China posee más de 10 mil kilómetros de vías para trenes de alta velocidad, y crece a un ritmo abrumador. Esto incide de manera notable en su competitividad económica.”

 

La mala educación

 

Y Atilio Borón casi sin respirar y siempre refiriéndose a la decadencia norteamericana, nos informa respecto del “alto nivel de ignorancia del público estadounidense. Existe una encuesta de 2006 que demostró que un 63% de los entrevistados no pudo identificar a Irak en un mapa en momentos en que allí había 40 a 50 mil soldados norteamericanos. El 75% no encontró a Irán, y el 88% se perdió con la ubicación de Afganistán.

Zbigniew Brzezinski dice que en un país donde sólo hay 5 diarios que tienen una página de información internacional más o menos aceptable, simplemente no puede regir al resto del mundo porque no tiene la base cognitiva que necesita para contar con una clase dirigente acorde con las responsabilidades imperiales. Tampoco los periódicos locales, la TV y la radio ofrecen cobertura a los asuntos mundiales.

Otro estudio pidió a alumnos de enseñanza media (secundaria) –que es una calamidad a nivel global- que identificaran la ciudad de Nueva York y la isla de Manhattan. Casi las ¾ partes no pudieron identificar en el mapa la isla de Manhattan. Lo anterior es producto de los recortes brutales que introdujo Reagan en los 80  y cuyos recursos jamás fueron repuestos. EE.UU. antes tuvo un sistema que garantizaba la gratuidad de la enseñanza primaria y secundaria a través de subsidios del Estado Federal porque los gobiernos locales eran incapaces de hacer frente a ello. Pero eso se acabó y vino una declinación de la calidad de la educación, de los apoyos bibliográficos, de la pedagogía práctica. O sea, nuevamente EE.UU. perdió competitividad.”

 

La CIA

 

¡Qué hablar de la CIA!”, exclama el escribidor de “América Latina en la Geopolítica del Imperialismo” (2012). “¿Cómo es posible que la CIA se haya enterado por la prensa de la caída de Mubarak en Egipto? Ocurre que hay un mal análisis resultado de gente mal formada, de la crisis universitaria, porque el modelo teórico vigente en esas casas de estudio lo único que hace es exaltar el capitalismo y la sociedad burguesa y no le entrega a los estudiantes ningún instrumento de análisis para entender el mundo de hoy. Por lo mismo tomó por sorpresa a la CIA que no se fuera abajo el gobierno bolivariano a la muerte de Chávez, o cómo está terminando la invasión a Irak.

Por otra parte, y ya dejando a Brzezinski y a los factores domésticos anuncia Borón-, se está produciendo un desplazamiento del centro de gravedad de la economía mundial desde el Atlántico Norte hacia el Asia Pacífico. Esto es que, si durante dos siglos el centro de la economía mundial estuvo en un punto imaginario del Atlántico Norte entre Europa, EE.UU. y Canadá, ahora ese centro de gravedad se acerca mucho a China. Para el 2030, según los cálculos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos de potente orientación liberal), juntas las economías de China e India equivaldrán al 39% del PIB mundial, mientras que EE.UU. va a caer del 23% al 18%; Japón se hundirá hasta un 6 o 5% y la zona del Euro no llegará a un 11%. Esto es una verdadera revolución. Además, están surgiendo nuevos pactos internacionales donde EE.UU. se encuentra con aliados debilitados y vacilantes, como Europa. Por su lado, Rusia recientemente le dio un “manotón” a Norteamérica y se quedó con Crimea y su valor geoeconómico.”

 

Y, pobre de mí, que siempre he tenido problemas con la autoridad, pero que sólo me pongo pesado contra los enemigos principales y no con los amigos con los que guardo diferencias. Pasa que no me entra que la CIA esté jodida por el bajo presupuesto estatal a las universidades norteamericanas. Total que la CIA tiene un jugoso presupuesto propio y no selecciona a su personal entre los peores, sino que lo contrario. Si EE.UU. es dueño de la mitad de la industria militar del planeta, con todo respeto, no parece posible que su aparato de Inteligencia sobreviva en la precariedad económica y sin capacitaciones de excelencia.

Lo que sí prueba la historia es que nada es infalible y que la lucha humana contra la incertidumbre está lejos de ganarse. Ojalá, me digo impresionado por la duración de la pila de mi grabadora, que la CIA fuera una ruina. Para los intereses del planeta, contando seres humanos y naturaleza en peligro, sería un alivio mayúsculo. Por lo demás, los aparatos de Inteligencia son sólo aparatos de Inteligencia que, aunque tengan algunos privilegios autonómicos ganados por la fuerza y el miedo de sus propios gobiernos, en última instancia están subordinados a la política y sus estrategias. Y la política y sus estrategias a escala terrícola es un ajedrez que se juega a distintas velocidades, de acuerdo a relaciones de fuerza cambiantes, coyunturas y otras cuestiones de este mundo.

 

Nuestra gran batalla de Stalingrado”

 

Hacia la última parte de su apretada exposición, Atilio Borón nos recuerda que América Latina es la retaguardia estratégica de EE.UU., que el petróleo se va a acabar y que la guerra por la apropiación del agua ya está siendo y sustituirá la explotación de combustibles fósiles. Que América Latina es el principal reservorio acuífero y de biodiversidad del planeta y que, entre otras cosas, allí está la causa de la IV Flota y de tantas de sus bases militares distribuidas en el continente nuestro.

 

También sostiene Borón que en “Venezuela está la principal reserva petrolera comprobada del globo, incluso mayor que la que tuvo Arabia Saudita. Este es un imán irresistible para los apetitos de control de EE.UU. Si Venezuela fuera el principal productor de cacao, de cebolla o tomate del mundo, a Norteamérica no le importaría nada. Debido a ello, la resistencia a la ofensiva contra Venezuela es nuestra “gran batalla de Stalingrado”. Si se pierde Venezuela, aquí se acaba todo. Si cae el gobierno bolivariano, con todo respeto, creo que la presión que habría contra Ecuador y Bolivia será irresistible porque la solidaridad venezolana ha sido muy importante para darles estabilidad económica a esos países. Caído el gobierno de Venezuela, entramos a un cono de sombras del que nos va a costar mucho trabajo volver a salir. Y el proyecto de EE.UU. es ese: volver a la situación anterior al triunfo de la Revolución Cubana. Por eso, primero el imperialismo necesita echar abajo al gobierno de Venezuela. Luego ocuparse de Cuba, a la que le resultaría muy difícil resistir sin el petróleo venezolano del cual depende en un 60%. (…) Debido a ello, EE.UU. mató a Chávez.”  En relación a la última afirmación de Atilio Borón, intelectual conocido, en este caso, por realizar declaraciones siempre bien fundadas, en un siguiente artículo realizaré su ampliación. Como se apunta por razones de tiempo y espacio en las mejores series televisivas, “esta historia continuará”.

 

-Atilio, a propósito de la nueva fase capitalista en curso de debilitamiento del imperialismo norteamericano y multipolaridad de los capitalismos centrales –aprovechando la reciente venida de Putin a la Argentina-, ¿son alternativas para el progreso de las economías dependientes del mundo los capitalismos de China o Rusia?

 

Copiar el modelo chino o ruso para nosotros no es una alternativa. Pero yo prefiero relacionarme con China, que me invade con supermercados, que con EE.UU., que me invade con bases militares. Creo que con China y Rusia se nos abre un abanico de posibilidades más favorables.”

 

Y claro, yo discrepo con Borón al respecto. Pero mis argumentos también serán materia de otro texto, que ya me he pasado de caracteres con creces.

 

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