En un discurso pronunciado en Bruselas el pasado 26 de marzo, el presidente de Estados Unidos Barack Obama aseguró que “nosotros no pretendemos anexar el territorio de Irak. No les arrebatamos sus recursos para nuestro propio beneficio. En vez de esto, terminamos nuestra guerra y dejamos Irak a su pueblo, en un Estado iraquí plenamente soberano que puede tomar decisiones sobre su propio futuro”.
Menos de dos meses después, el lunes 16 de junio, el mismo Obama, en cumplimiento de la Resolución de Poderes de Guerra expuso en una carta dirigida al presidente de la Cámara de Representantes John Boehner y al presidente del Senado Patrick Leahy que “a partir del 15 de junio de 2014, aproximadamente 275 miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se estarán desplegando en Irak, para proporcionar apoyo y seguridad al personal de Estados Unidos en Bagdad” y agregó que “esta fuerza se está implementando con el fin de proteger a los ciudadanos y los bienes de Estados Unidos, si es necesario, y está equipada para el combate. Esta fuerza permanecerá en Irak hasta que la situación de seguridad sea tal que ya no sea necesaria”.
Paralelamente el gobierno de Estados Unidos ha decidido el despliegue del portaaviones George Bush junto a un destructor y un crucero porta misiles en el Golfo Pérsico. Según el vocero del Pentágono, contralmirante John Kirby, el envío de los tres buques de guerra a los mares cercanos de Irak “dará una flexibilidad adicional al presidente Barack Obama para que considere la necesidad de una intervención militar” en el país árabe.
En octubre de 2011, el propio presidente de Estados Unidos al informar el retiro de las tropas de su país de Irak anunció que la guerra de 9 años había terminado, porque “una vez muerto Bin Laden, nos concentraremos en repatriar a nuestras tropas”. El primer mandatario estadounidense aseguró que los militares estadounidenses saldrán de Irak “con la cabeza bien en alto, orgullosas de su éxito”.
Vistas las palabras, surgen algunas dudas y no pocas interrogantes, ¿terminó realmente la guerra de Estados Unidos en Irak? ¿Es el Estado iraquí plenamente soberano?, ¿puede tomar decisiones sobre su propio futuro? ¿Salió Estados Unidos de Irak con la cabeza bien en alto? ¿Tuvo realmente un éxito en Irak?
Siguiendo la tradición de los presidentes estadounidenses, Obama ha erigido una nueva mentira, que sólo tiene cabida por el aletargamiento colectivo y los altos niveles de desinformación e ignorancia de la opinión pública de su país. La veracidad de lo que encubre esta nueva falacia, no vino formulada por ningún “marxista trasnochado” ni por “oscuros terroristas tramando conspiraciones” contra la sacrosanta democracia, sino del propio vocero de las fuerzas armadas estadounidenses que ha exteriorizado sin pudor alguno que se están creando las condiciones para que el presidente del país más poderoso del planeta “…considere la necesidad de una intervención militar”.
Disfrazar la misma, ya no es posible. El año pasado ha sido el más mortífero desde 2008. En el Irak “plenamente soberano que puede tomar sus propias decisiones” según Obama, el gobierno no ha podido consolidarse. Desde abril del año pasado, los conflictos entre las sectas se han incrementado. Todos los días hay atentados terroristas. El “oasis de paz” que dejó Estados Unidos muestra –al igual que en Libia- un país carente de Estado. Como lo señaló Serguei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, la situación actual de Irak ilustra “el fracaso completo de la aventura que comenzó principalmente Estados Unidos y el Reino Unido, y que finalmente ha terminado fuera de control”.
Lo cierto es que la situación creada en Irak tiene su origen en la intervención militar de Estados Unidos y sus aliados en 2003 y si ahora se muestran preocupados es porque las acciones de los grupos terroristas que amenazan con apoderarse del país ponen en cuestionamiento los inmensos intereses de las grandes transnacionales occidentales de energía que tomaron el control tras el derrocamiento de Saddam Hussein.
No hay que olvidar que las supuestas armas químicas que poseía el gobierno de Hussein que sirvieron como pretexto para la invasión, nunca fueron encontradas. En esa medida, quedó claro que la verdadera causa de la intervención fue el propósito estadounidense de controlar las enormes reservas petroleras del país. Después de la ocupación de Afganistán, el ataque a Irak, perseguía como objetivo ulterior detener los avances de Irán en su proceso de transformación en potencia regional. Así, se pensaba colonizar esta estratégica zona del planeta rica en petróleo, gas, agua y minerales.
Por otra parte, es imposible abstraer la situación actual de Irak con lo que está ocurriendo en Siria. No en vano, la organización terrorista actuante se denomina Estado Islámico de Irak y el Levante (EEIL) y opera tanto en Irak como en Siria.
Este grupo sunnita aliado de Al Qaeda ha recibido un importante apoyo logístico y financiero de Occidente, Arabia Saudita y Catar. Precisamente, el pasado 14 de junio, 4 días después del inicio de las acciones del EEIL en Irak que lo llevaron a ocupar Mosul (la segunda ciudad en importancia del país) y, a dominar casi en su totalidad la provincia de mayoría sunnita de Nínive, Mohammad Abbud, uno de los nueve altos oficiales que renunció a seguir formando parte del Ejército Libre Sirio, la principal fuerza que desarrolla la guerra para derrocar al presidente Bashar El Assad, denunció que su decisión está basada en la “…mala gestión de la ayuda militar concedida por los países que financian a los grupos opositores.
En sus declaraciones, Abbud afirmó, que la decisión de él y sus compañeros se debe a que el Consejo Militar Supremo ya no tiene ninguna función pues “los países donantes nos han evitado por completo” y han resuelto enviar las armas de guerra a los mercenarios asegurando que las mismas han sido hechas llegar a “grupos específicos”.
Con sus acciones iniciales, el EEIL provocó el desplazamiento de alrededor de 500 mil ciudadanos, así mismo reivindicó el asesinato de 1 700 soldados gubernamentales mediante ejecuciones masivas que han divulgado a través de redes sociales, todo lo cual está redundando en un gran desastre humanitario que ya se comienza a configurar. No ocultan su intención de ocupar Bagdad, para lo cual incrementaron el avance de sus tropas que ya se encuentran a solo 50 Km. de la capital, lo cual ha disparado todas las alertas y la solicitud de apoyo militar a Estados Unidos por parte del Presidente iraquí Nuri Al Maliki.
Esta situación amenaza con desestabilizar toda la región toda vez que un gobierno fundamentalista en Irak pondría en riesgo los débiles equilibrios políticos de la zona. De hecho, las acciones del EEIL ya han provocado que los kurdos del norte de Irak, enfrentados a los sunnitas hayan aprovechado la situación de debilidad creada en el país para tomar la importante ciudad petrolera de Kirkuk. Un incremento del potencial militar kurdo crearía condiciones para un gran alzamiento de esa nación que vive desperdigada sin Estado entre Siria, Irak, Irán y Turquía. Para este último país en particular y para la OTAN y la Unión Europea, significaría un conflicto de dimensiones colosales.
El virtual desmembramiento de Irak tornaría la situación de la región -ya de por si explosiva- en un trance que amenazaría la paz mundial y obligaría a las potencias a tomar decisiones simultáneamente de corto y de largo plazo a fin de evitar la expansión del conflicto. De ahí la inquietud del canciller Lavrov quien manifestara preocupación y expresara con vehemencia que Rusia se solidariza con el gobierno y el pueblo iraquí que debe “… restablecer la paz y la seguridad en su país”, pero alerta en torno a que “las acciones de nuestros socios occidentales causan muchas preguntas
(Tercera Información)