Diciembre 13, 2024

  Conflictos en Irak y Siria tienden a fundirse

En un reflejo de lo entrelazados que se han vuelto los conflictos en Siria e Irak, miles de combatientes iraquíes chiíes que ayudan al presidente sirio Bashar Assad a doblegar a la insurrección suní están volviendo a su país, lo que pone mayor tensión sobre las desbordadas fuerzas armadas sirias mientras batallan para retener el territorio que recuperaron en los últimos meses.

 

    Las fronteras entre ambos países están siendo ignoradas en gran medida, con combatientes del Estado Islámico para Irak y el Levante que, según se dice, cruzan libremente de un lado a otro transportando armas, equipo y dinero en efectivo en un suceso que tiene el potencial de cambiar el equilibrio de poder en una guerra que se ha estancado.

    La captura por parte de extremistas de grandes extensiones de territorio en Irak le ofrece a Assad una victoria en los mensajes que ha dado: Desde hace tiempo ha insistido en que el alzamiento en su contra es trabajo de extremistas islámicos cuya inspiración proviene del extranjero, insinuando que Occidente necesita trabajar con él para mantener a raya la influencia de los yihadistas, y que los radicales, no los rebeldes moderados divididos y más débiles, son quienes se apoderarán del gobierno en caso de que él caiga.

    Las acciones violentas y éxitos veloces del mismo grupo en Irak contra un gobierno respaldado en gran medida por Occidente parecen coincidir con su argumento. Y puede deleitarse en el hecho de que Estados Unidos sopesa efectuar ataques aéreos contra rebeldes suníes en Irak  -aunque también posiblemente en Siria-, al tiempo que él ha logrado evadir cualquier acción militar del extranjero en contra de su gobierno durante los últimos tres años. Pero los sucesos también amenazan con afectar lo que recientemente ha sido una tendencia ascendente de las fuerzas de Assad en el conflicto sirio.

    El gobierno en Damasco depende en gran medida de combatientes extranjeros para reforzar sus filas y ayudarse a doblegar a la insurgencia -integrada en su mayor parte por suníes- que controla partes del país.

    Entre ellos hay miles de extremistas chiíes del Jezbolá libanés, asesores de la Guardia Revolucionaria iraní e insurgentes iraquíes que dejaron sus viviendas y se dirigieron a Siria para repeler lo que consideran un ataque al eje regional chií compuesto por Irán, Assad, el Jezbolá y el gobierno del primer ministro Nuri al-Maliki en Irak. Ese eje se encuentra ahora bajo creciente presión, y la pérdida de combatientes lo podría afectar seriamente.

 

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