Es de esperar que este miércoles el Equipo de todos (“La Roja”) nuevamente regale a la ciudadanía la OPORTUNIDAD de ahogarse en los vinos, el aguardiente y la cerveza, al tiempo que grita a todo pulmón: Gol. Porque cuando uno grita Gol es como si se estuviera ahí mismo, en la cancha, eclipsado por los tatuajes y las pedrerías y el oro que cuelgan del pescuezo y los dientes del Pitbull Y JAMÁS en otro lugar feo y sin brillo, como puede ser el living de una casita con ventanales bow-window o la sección de pantallas de plasma de Ripley y Falabella. Los únicos que no sonríen mucho son los emprendedores que tanto en la víspera como durante el duelo entre Titanes ven fugarse un poquito de la productividad de la amasandería o la talabartería o la peletería. El síncope desde luego puede curarse, solo hay que alargar la mano y sacar el clery del refrigerador. También la sidra y el pisco, en caso de que los haya. Y viva Chile mierda.
Nuestros niños han desatendido sus clases porque con motivo del mundial los libros se pueden ir a la Conchinchina, aquí lo que interesa son los resultados, a ver, a ver, ¿Quién va a ganar? ¿Chile o el otro país feo por naturaleza, con sus gentes feas y de visión cortoplacista? Comienzan las apuestas. Los hombres ya consiguieron la pantalla de plasma en los días previos, aunque algunos precavidos (la bribonada chilena, tan típica) se compraron el suyo dos o tres meses antes, aprovechando las noventa mil cuotas sin pie. Si la tele termina pagándose sola, una auténtica inversión. Las mujeres opinan que los hombres son muy bruscos y que siempre se dejan dominar por el impulso y no por el sentimiento, entonces claro, en lugar de comprar un precioso mueble de alerce o de pino insigne para guardar las copas, los platitos de torta, las tacitas y las cucharitas de alpaca (¡herencia de la abuela!), exacto, van y compran todo lo contrario, es decir un plasma en el que ellas ni siquiera tienen el derecho a ver Talento Chileno. No es justo, no es justo, gritan, rechinando con los dientes y escupiendo espuma blanca, porque encima el causeo se lo acaban ellos mientras que a nosotras únicamente nos arrojan los pucheros sucios. No es justo este tratamiento, ¡No es justo!
Pero el fútbol chileno no podía quedar exento de los avances del Feminismo. Es así como la mismísima presidenta de la República fue a dar el ejemplo, inspirando no solo a los jóvenes deportistas que de no estar chuteando el balón participarían directa (y no indirectamente) en el mundo del hampa, sino también a las miles de mujeres que dan cabezazos a la pantalla exigiendo dignidad e igualdad de derechos. Entonces la mujer de pronto también está ahí, de cara a la televisión y a la cerveza, y venga para adentro que el Pitbull está para comérselo, asimismo Vidal y también Pinilla. Doncellas y señoras madres rivalizan entre ellas para ver quién conoce más detalles sobre la vida íntima de Vidal, que es tan multimillonario y buen hijo, aunque sea géminis. De inmediato son aplacadas por sus hombres que quieren vociferar tranquilos y mantenerse bien ebrios, en realidad a ellos les importa muy poco la calidad de las cenefas del departamento de Valdivia, con sus sofás blancos y sus alhajas. Ellas en cambio opinan que la esposa de Valdivia es una floja ordinaria y desconsiderada porque para mantener así de limpio un departamento tan grande y tan claro hay que, por lo bajo, contratar a dos o tres empleadas. Seguro que ella no es quien limpia y por descontado no sabe organizar una lista del pedido del mes en el supermercado, sin calculadora. Opinan que de tener un marido como Valdivia ellas sabrían organizar mejor un hogar. Protesta de los hombres que ya van por la quinta cerveza. Una de más allá tiene que irse corriendo a la cocina para freír las empanadas de queso, que de cualquier modo serán expulsadas por las fauces de papi cuando se desentienda de la borrachera ahí, en la alfombra pagada a plazos. Mami sonríe porque de esa forma tendrá excusa para comprar pasillos y choapinos nuevos. Mami ya se imagina el living de la casa con esos pasillos y esos choapinos nuevos al tiempo que escurre la manteca de las empanaditas. Pies en polvorosa y en menos de dos minutos ya está en el living, repartiendo comida.
Las otras mujeres también se unen al jolgorio pero a fin de cuentas resultan bastante estúpidas. Los hombres las superan en lo que a conocimiento futbolístico se refiere. También saben gritar mucho más fuerte cuando resulta el gol, lo que después del partido quizá llegue a ser visto por las gentes de la calle, es decir, los transeúntes. Crucemos los dedos.
Los hombres de la casa nunca se habían visto más atractivos como ahora. En serio. En contraste con los monos de trabajo, el trajecito de oficina y el uniforme de ejecutivo de cuentas está la camiseta de la Selección que saca a relucir lo mejor de todos: la enorme barriga repleta de cerveza. Las mujeres sonríen, ellas también gritan y se enorgullecen de su ropa de la Selección, porque es bueno estar comprometidas con el país. También se emborrachan y se marean y se mean. Bravo.
Y entonces Chile gana el partido, es decir, los miembros del Equipo ganan el partido. Aplausos. Se elevan las copas, los vinos y las botellas de cerveza, se inaugura una mancha en la alfombra y otra más grande en el antiguo nuevo sofá (dicen que esas manchas salen con un poco de Quix). Todos sonríen y afirman que efectivamente han ganado, aunque desde luego se trata de una metáfora porque si ellos no estaban ahí, ¿cómo iban a ganar? ¿verdad? La pasión de multitudes les hace un guiño y les invita a sacar el automóvil para dar vueltas en círculo alrededor de las plazas (¿?) tocando las bocinas y haciendo flamear las banderas. Declaran que se sienten muy orgullosos de ser chilenos y explican que nadie que no sea chileno puede saber lo que es ser chileno, y desde luego que ellos lo saben porque son solamente eso, es decir, chilenos. Entretanto la mujer, madre y presidenta de Chile no da en sí de gozo. El triunfo de la Selección le sienta muy bien. Se nota. Mientras la población celebra (¡con todo el derecho!) el triunfo del PAÍS por ENCIMA de otro, jijiji, relegados han quedado los motivos de crítica a su gestión empresarial como cabecilla del gobierno. Algunos intelectuales han dicho que Piñera debe estar comiéndose las uñas al tiempo que Matthei se acurruca en su casita esperando un día de sol. Se compró hasta el traje de baño, para ese día de sol. La reconstrucción del terremoto y las mediaguas calcinadas son cuestiones viejas que nada tienen que ver con las bocinas, las rencillas, las peleas, los quebraderos de botellas, las alfombras meadas y las poltronas vomitadas en honor al país. Qué alegría.
Y sin embargo ¿Qué ocurrirá este miércoles? ¿Podrá Chile ganarle a España? ¿Habrá celebración? ¿Se pegarán codazos de camaradería los señores y su plasma de 40 pulgadas? ¡Ante todo no hay que olvidar que la Selección representa a todo un país! Los enormes logros de toda una nación pueden irse fácilmente por la taza del wáter. La presidenta reza para que Chile gane, así su gobierno puede (eventualmente) repuntar en las encuestas.