Diciembre 5, 2024

Entrevista a Guillermo Almeyra: El gobierno de Kiev era y sigue siendo un gobierno de oligarcas*

Mario Hernandez (MH): Escuchábamos a Jauría interpretando “Tosco” y la voz de Agustín Tosco porque mañana se cumplen 45 años del Cordobazo. Continuamos el recorrido electoral en “Fe de erratas”. Recién tuvimos la oportunidad de escuchar desde Roma a Tonino Infranca, quien vivió varios años en nuestro país trabajando en el área educativa en una institución italiana, con quien analizamos las elecciones en la Unión Europea. Ahora, seguimos con nuestro columnista internacional habitual, Guillermo Almeyra, con quien queremos comentar las elecciones en Ucrania, pero antes analizar algunos hechos que van en la línea de nuestra última conversación sobre el tema porque en la República del Donetsk se han nacionalizado los ferrocarriles, una política contradictoria porque, por otro lado, se discute una Constitución para esa república que poco tiene que ver con esta orientación de política económica.

Guillermo Almeyra (GA): En efecto, no tienen absolutamente nada claro. Ellos están, como por otra parte toda Europa, metidos en el dogma del mercado, del capitalismo y, por otro lado, tienen que darle viabilidad a una entidad bastante complicada porque vive en sus 2/3 partes del comercio con Rusia, pero el resto está vinculada a Ucrania Occidental y necesitan tener una estructura estatal y empresas para las cuales no tienen capitales.
Creo que las nacionalizaciones han sido impuestas por una necesidad pragmática pero ideológicamente no han salido fuera de una vaga nostalgia por el pasado estalinista, sobre todo la población más vieja, pero sin romper todavía con el neo-liberalismo.

MH: En esta República del Donetsk y en Lugansk la mayoría de los distritos boicotearon las elecciones nacionales del pasado domingo.

GA: Incluso impidieron la votación tomando las sedes electorales. Hay que tener en cuenta que la población es predominantemente de habla rusa, ortodoxa, partidaria del Partido Comunista pro-ruso, totalmente nacionalista o del Partido de las Regiones del ex presidente Yanukóvich, también pro-ruso.
No obstante, la población no es exclusivamente rusa, está mezclada, en Crimea la mayoría es pro-rusa o rusa, pero existe una cantidad enorme de tártaros que no tienen ninguna simpatía por Rusia, entre otras cosas, porque Stalin los deportó.
Al Donetsk y toda la zona oriental, muy rica en yacimientos mineros e importante industria pesada, acudían trabajadores de otras partes de Ucrania, por lo cual, no se puede hablar de una homogeneidad étnica-cultural-religiosa, como en ninguno de esos países.
El problema no es étnico sino la expresión muy deformada de la lucha de clases. El gobierno de Kiev es, era y sigue siendo un gobierno de oligarcas y esta zona es de vieja tradición obrera, campesina asalariada o de pequeños campesinos. Ahí está el verdadero problema. No pueden aceptar las resoluciones del FMI que acabarán con su modo de vida.

MH: Gana las elecciones un magnate, Piort Poroshenko, el rey del chocolate, ¿qué se espera que haga este personaje?

GA: Ha demostrado un poco más de claridad que los anteriores. No coquetea con los fascistas, es pro-occidental pero su primera visita al exterior será a Moscú, intenta llegar a un acuerdo, incluso fue ministro del presidente depuesto, aunque hizo todo lo posible para derribarlo. Es un sector de la oligarquía fabricante de productos de consumo y de lujo que cree poder colocarlos en Europa a bajo precio. No tienen buena calidad, pero la mano de obra ucraniana es muy barata, pero no es idiota, se da cuenta que depende totalmente de Moscú.
La situación de Europa es gravísima desde todo punto de vista, lo que se reflejó en las elecciones con el 75% de votos de odio contra el sistema instaurado desde Bruselas. En esta situación, no se puede permitir el lujo de poner a Ucrania en primer plano y buscar absorberla, ni siquiera ayudarla prescindiendo del combustible, del gas de Rusia. No está en condiciones inmediatas de sustituirlo, tampoco Ucrania.
Necesita negociar y aprovecha que Putin no tiene ningún interés en anexar esas regiones, incluso está dispuesto a hacer concesiones buscando un régimen federal en Ucrania que le permita ganar tiempo.
Putin ha demostrado con el acuerdo con China que a mediano plazo le puede cortar el gas tanto a Ucrania como a Europa porque ya lo tendría vendido aunque no pueda hacerlo mañana mismo. El 5 de junio Ucrania va a tener que decidir si paga o no el gas al precio que Rusia pide, sino se lo cortarán. Falta poco, el tironeo será en estos días y Poroshenko va a intentar negociar ese tema esencial.

MH: ¿Es previsible que continúe la operación antiterrorista iniciada por el ejército ucraniano en el aeropuerto de Donetsk?

GA: No creo que la puedan mantener por mucho tiempo. Si quieren negociar con Rusia no pueden hacerlo desde posiciones de fuerza sin tenerla. Hay un problema interno al gobierno de Poroshenko aunque sea el presidente elegido por la mayoría.

MH: ¿Fue elevada la abstención?

GA: No hay dado datos. Nadie. Ni Putin ni los otros porque están tratando de jugar el ajedrez de noche y en piezas acolchadas para que nadie sepa hacia dónde van. Todo lo que sea expresión de voluntad popular, de organización, desaparece.

MH: Volvamos al enfrentamiento del ejército ucraniano con las milicias.

GA: El ejército está actuando agresivamente pero con pie de plomo porque podría e incluso amenaza con usar medios más modernos, más eficaces e intervenir más masivamente, pero no quiere llevar las cosas hasta un punto irreparable, entre otras cosas, porque me imagino que debe haber una pelea muy grande al interior del gobierno ucraniano. No tengo datos inmediatos, pero aunque todos están de acuerdo en unirse a Europa Occidental, no lo están en enfrentar en lo inmediato a un coloso como el ejército ruso. Hay una lucha de partidos, de tendencias donde los más duros han pasado a un segundo plano porque no les fue bien en las elecciones, pero siguen estando. Son partidarios de ir tanteando de a poco, como decimos en México, midiéndole el agua a la batata.

 

(ARGENPRESS.info)

 

*Guillermo Almeyra es editor de Internacional en La Jornada

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