Diciembre 7, 2024

El Futuro de Chile

La educación chilena no sólo se convirtió, gracias a la revolución de Pinochet y post revolución concertacionista, en la más capitalista y segregadora del planeta. También la educación chilena está convertida en una de las más anacrónicas, irreales y aburridas del mundo.

Al interior de nuestros carcelarios y grises jardines y escuelas, se encuentran millones de chilenos que egresarán de la educación media en el Chile del 2030, estarán capacitados profesionalmente para ejercer el 2035 y trabajarán hasta el 2080. Por ende, las estrategias y planificaciones en curso, condenarán o ayudarán al país de todo un siglo.

 

Considerando que el boom del cobre es incierto y que otras materias primas pudieran verse afectadas por cambio climático y sobreexplotación, la formación de las próximas generaciones debería pasar a ser obsesión y prioridad de la república en su totalidad. Nuestro futuro dependerá de la capacidad intelectual, social, cognitiva, creativa y productiva de los niños que hoy se aburren en las saturadas y segregadas salas de clases.

 

Y entonces ¿En manos de quién o quiénes dejamos el futuro de todo un país? ¿Mercado? ¿Religiones? ¿Sectas? Considerando que el mañana de Chile depende del humano que sus aulas generen hoy, es que debemos acordar un contrato social como el sugerido por Hobbes: el chileno en estado de ignorancia, cede sus derechos individuales de formación al Estado, a cambio de una educación integral que lo prepare para enfrentar de manera óptima, el mundo del mañana.

 

Una educación para el mañana, parte por aceptar que el mundo actual, se refunda vertiginosamente. Por lo mismo es que la escuela pública de hoy, debiera tomar como referente o modelo al paradigma del presente y futuro: Internet.

 

Y es que el modelo de Internet obligaría a desarrollar una educación integradora, heterogeneizante, menos memoriona de datos y procesos (para eso está google) y más creadora de conocimiento, arte y significados. Una educación que incluye formas de pensar y enseñar. Una educación que no se la pasa copiando lo hecho por el ayer, sino que imaginando como puede ser el mañana.

 

En esta nueva educación los huevos de oro se deberían poner en la educación inicial, vale decir, en la formación de compatriotas entre los 6 meses y los 5 años de edad. Está científicamente demostrado que gran parte del desafío educativo se juega en esta etapa de la vida. El Estado debe ofrecer formación y remuneración de primer nivel a parvularios y profesores de enseñanza básica, además de invertir en la mejor infraestructura para cobijar a quienes se forman en esta etapa.

 

La nueva educación de Chile debe transformar a sus liceos en laboratorios de creatividad. Para ello la formación artística y entrega de experiencias culturales significativas, resultan fundamentales. La formación artística es clave para fomentar el trabajo en equipo, ayuda a la resolución de problemas y rompe el miedo a crear desde la subjetividad y autonomía. Sin embargo el año 2011 y en medio de las movilizaciones estudiantiles, el gobierno de Piñera aprobó un decreto que redujo las horas de arte en el currículo escolar.

 

No es posible que frente a esta nefasta decisión del gobierno anterior, el Consejo de la Cultura y las Artes no haya siquiera emitido una columna de reclamo. Más aún, considerando su condición de ente colegiado. Tampoco es posible que en la discusión de una nueva educación para Chile, el Consejo de la Cultura se resigne al levantamiento de centros juveniles o aderezos de educación artística. Al interior del Consejo de la Cultura existen elencos con años de experiencia y recorrido en formación artística que debieran participar en el diseño de contenidos para una nueva educación.

(El diseño de la nueva educación de la Nueva Mayoría, hoy lo diseñan economistas e ingenieros)

 

La actual educación secundaria se ha transformado en un memorión y competitivo preuniversitario, donde sus alumnos, estudian con el objetivo único de llegar a la tan ansiada universidad que les otorgará estatus y buen sueldo.

 

La nueva educación de Chile debe extirpar el sesgo cultural y social a favor de la formación universitaria, en detrimento de la formación vocacional o técnica. No podemos continuar con una distancia promedio salarial abismante entre universitarios y no universitarios.

 

La nueva educación debe generar una malla que permita tránsito transversal y expedito entre distintas y flexibles trayectorias educativas. Nuestra educación no resiste más la anticuada y aspiracional máxima “cartón o muerte”. Sabido es que somos el país del analfabetismo funcional adulto crónico con título. El Chile actual, no entiende lo que lee.

 

Llegó el momento de abordar la educación chilena con similar o superior prioridad de cómo se ha abordado la explotación del cobre en los últimos años. Nuestros profesores y alumnos deben ser tratados como han sido tratados trabajadores y ejecutivos de Codelco.

 

Y es que el sueldo del Chile de mañana, será el intelecto.

 

 

 

 

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *