Febrero 13, 2025

Literatura y Guerra Fría: cómo la CIA convirtió a Doctor Zhivago en un arma

La propaganda estadounidense de la guerra fría tuvo poco, si algo, que ver con el colapso de la unión soviética. Sin embargo, al dramatizar la mendacidad soviética, cegó al mundo respecto a la propia mendacidad de Washington.

Cuando las autoridades soviéticas se negaron a publicar la obra maestra del destacado escritor soviético Boris Pasternak, Doctor Zhivago, la CIA lo convirtió en un golpe propagandístico. Un periodista italiano y miembro del Partido Comunista supo del manuscrito suprimido y ofreció llevarlo al editor comunista italiano en Milán Giangiacomo Feltrinelli, quien lo publicó en italiano en 1957, a pesar de las objeciones soviéticas. Feltrinelli creía que Doctor Zhivago era una obra maestra y que el Gobierno soviético era insensato al no apuntarse los éxitos de su principal escritor. En vez de eso, un Kremlin dogmático e inflexible le hizo el juego a la CIA.

 

Los soviéticos armaron tal escándalo por el libro que la controversia aumentó su fama. Según documentos recientemente desclasificados de la CIA, ésta consideró que el libro representaba una oportunidad para lograr que los ciudadanos soviéticos se preguntaran por qué una novela de un escritor ruso tan destacado solo podía encontrarse en el extranjero.

 

La CIA organizó que se publicara una edición en ruso y se distribuyera a los ciudadanos soviéticos en la Feria Mundial de Bruselas de 1958. El golpe propagandístico fue total cuando Pasternak recibió el Premio Nobel de Literatura en octubre de 1958.

 

La utilización de la novela de Pasternak para debilitar la confianza de los ciudadanos soviéticos en su Gobierno continuó hasta 1961. Ese año yo era miembro del programa de intercambio de estudiantes entre EEUU y la URSS. Nos alentaron a que lleváramos copias de Doctor Zhivago.

 

Nos advirtieron de que no era probable que los inspectores de la aduana soviética supieran inglés y fueran capaces de reconocer los títulos de los libros. Si nos preguntaban debíamos responder “lectura para el viaje”. Si reconocían las copias y las confiscaban no había motivo de preocupación: eran demasiado valiosas para que las destruyeran. Los funcionarios de la aduana primero leerían ellos mismos los libros y luego los venderían en el mercado negro, una manera eficiente de ampliar la distribución.

 

Lo que me impresiona en los memorandos de la CIA es lo parecido que es el actual Gobierno estadounidense al Gobierno soviético de 1958. El jefe de la División Soviética de la CIA describió en un memorando de julio de 1958 el motivo por el cual Doctor Zhivago era una amenaza para el gobierno soviético. La amenaza residía en “el mensaje humanista de Pasternak de que cada persona tiene derecho a una vida privada y merece respeto como ser humano”.

 

Id a decirle eso a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), la Stasi de EEUU, a la Seguridad Interior, a los detenidos de Guantánamo y los encarcelados en las prisiones de tortura de la CIA: La privacidad del individuo ya no existe en EEUU la NSA recopila y almacena cada correo electrónico, cada compra con tarjeta de crédito, cada conversación telefónica, cada búsqueda en internet, cada uso de los medios sociales de cada ciudadano.

 

Sin lugar a dudas, Pasternak gozó de mucha más privacidad que cualquier estadounidense actual. Los viajantes soviéticos no eran sometidos a rastreo genital y a escáneres pornográficos. Las penas que los ciudadanos soviéticos pagaban por expresar verdades inconvenientes para el Gobierno no eran más severas que las condenas impuestas a Bradley Manning, JulianAssange y a Edward Snowden.

 

Actualmente los ciudadanos rusos son más libres para tener vidas privadas que los estadounidenses y la prensa rusa es más vivaz y más crítica del Gobierno que la prensa de EEUU.

Como escribí en uno de mis artículos, cuando Alemania Oriental se disolvió, el Stasi (Servicio de Seguridad del Estado) se mudó a Washington.

 

*Economista estadounidense, escritor, columnista, antiguo adjunto al Secretario del Tesoro, editor asociado del Wall Street Journal.

 

 

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