El Presidente del PPD encendió ideológicamente el debate político en un país que rehuye de las discusiones ideológicas. Rehuye por miedo a los fácticos, por ignorancia o simplemente por flojera de mantener disputas que demanden algo más que cuñas simpaticonas y basadas en los “problemas reales de la gente”.
Encender el debate ideológico hace bien a la cartucha y adolescente democracia chilena.
Es normal que un gobierno que anuncia restauraciones al sistema existente, comience a develar al actual, lo analice, enjuicie y compare con la alternativa propuesta. Eso es actuar ideológico. Es lo que suelen hacer las democracias maduras cada vez que existen “cambios de ciclo”. Más aún en el contexto chileno, regido por amarres políticos y económicos dejados por la “revolución silenciosa” de la dictadura.
Decir que la metáfora de la “retroexcavadora” usada por Quintana fue una des-ubicación y un error estratégico, no hace más que confirmar algo alarmante: los traumas y fantasmas de la dictadura, están vivitos y coleando. Y es que nuestro país ya parece acostumbrado a la dinámica de los acuerdos, esa en la que todo se puede o no hacer en “la medida de lo posible”, o sea, cambiar cositas pero sin joder mucho a empresarios, conservadores ni regimientos.
La política de “la lucha libre”, esa de pelea ficción y con aparatosos golpes de mentira, no permite salidas de madre. La camotera llega de inmediato. Si hasta algunos parlamentarios de derecha compararon a Jaime Quintana con Carlos Altamirano. Mientras que en el propio domicilio de la Nueva Mayoría, Gutemberg Martinez salió a decir que el Chile de la concertación no fue neoliberal.
Decir que las palabras de Quintana no son creíbles por venir de un Senador del PPD, partido instrumental y que cobija a muchos liberales que han profitado del actual modelo, ya sea desde directorios de grandes empresas o como ejecutores de malas prácticas políticas, es algo extremista. Perfectamente el Senador PPD y parte de esa coalición hoy pudieran sentirse arrepentidos de haber amparado un sistema hiper capitalista y opten por regresar al origen ideológico de sus domicilios políticos de centro-izquierda. Hay muchos casos en la historia universal que muestran estos redentores cambios en la mirada política de hombres y mujeres afines a la izquierda.
Sin embargo existe un concreto hecho reciente que pone en duda el sustrato de las palabras anti-neoliberales de Quintana. Hace pocas semanas la comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología del Senado rechazó la idea de legislar el proyecto que fija un mínimo de 20 % de música chilena en radios. La negativa de debatir el proyecto fue de los senadores Ena Von Baer, Carlos Cantero y Jaime Quintana.
Y es que el mismísimo Senador que hoy amenaza con arrasar los cimientos del modelo económico y cultural de Pinochet, no está a favor de terminar con las prácticas monopólicas y dictatoriales de difusión de música chilena ejercidas por transnacionales y la ARCHI.
Por un lado el Senador Quintana defiende la educación como un derecho y no un bien de consumo, pero por otro desconoce a la música chilena como patrimonio cultural y de transformación social, que debiera ser protegido por el Estado y no dejado a criterio del mercado. El Senador Quintana aboga por una reforma tributaria que suba impuestos a empresarios y defienda la explotación de recursos naturales desde el reconocimiento de estos como patrimonio de todos los chilenos, pero desconoce al espectro radial como reducto público y no exclusividad privada de la ARCHI y transnacionales.
La incoherencia en la crítica hecha por Quintana al modelo neoliberal no tiene que ver con su pasado concertacionista, ni con su domicilio político. Tiene que ver con su ambivalente postura ideológica o de resguardo de intereses respecto a la ley de difusión de música chilena en radios.
Si la negativa de Quintana a la ley de difusión de música chilena pasa por el miedo a ir contra la poderosa ARCHI, cuyas radios en regiones son claves para campañas políticas, estaríamos en presencia de una oportunista retroexcavadora que sólo arrasa los terrenos que no puedan perjudicar una reelección senatorial.
Y si la negativa de Quintana a la ley del 20 % de música chilena en radios pasara por razones ideológicas, en las que avala el descarado y mentiroso argumento de la ARCHI que apela a la neoliberal “libertad de elegir”, estaríamos en presencia de una retroexcavadora de hule, creada en el departamento de utilería del PPD, para uso interno y en año de elecciones internas.