La semana pasada estuvo en Chile Guillaume Long, ministro Coordinador de Conocimiento y Talento Humano de Ecuador, cartera que ha conducido una inédita e histórica reforma a la educación en ese país. El ministro Long, en su breve estancia en Chile, concentró la atención de académicos, estudiantes, dirigentes sociales y sostuvo reuniones con altos funcionarios del gobierno, entre ellos el ministro Eyzaguirre. Ante una interesada audiencia, Long demostró que es posible mutar un modelo neoliberal en uno basado en la gratuidad y calidad. El fin del lucro en la educación es posible.
La atención que concita en Chile la reforma educacional en Ecuador surge no sólo por sus causas como por sus efectos. Un proceso breve, de unos seis años, que transformó la educación universitaria ecuatoriana desde un escenario privado producto de años de febril neoliberalismo a otro en el cual el Estado ha conseguido instalar las bases de un modelo gratuito, inclusivo y de calidad. Long, que habla de esta experiencia con pasión y seguridad, cree que es posible mirarla como ejemplo para los chilenos. “Con absoluta humildad, modestia, creo que hemos llevado adelante una reforma de educación interesante. Si algo se puede aplicar en Chile, muy bien”, dijo ante una audiencia académica y juvenil en el Instituto de la Comunicación y la Imagen de la Universidad de Chile.
En este momento Ecuador es el país que más gasta en el mundo en educación. “Estamos muy cerca de Dinamarca, pero hasta ahora no hemos encontrado un solo país en el mundo que dedique tantos recursos en proporción a su PIB a educación superior. Ecuador le dedica el 2% de su PIB a la educación, lo que es mayor a lo que le dedica la OCDE, con un promdio del 1,7%”.
La reforma está intimamente ligada a una refundación del país, que toma cuerpo hacia finales de la década pasada con una asamblea constituyente y una nueva constitución, aspecto que liga aún más el momento actual que vive Chile con el ecuatoriano de hace unos años. Y sobre esta base se levantan tres pilares fundaamentales, que es la calidad, democracia y pertinencia. “No hay que tratar estos temas de forma excluyente. Son términos simbióticos, creemos la transformación de la educación no como un fin en sí mismo, sino como un medio para transformar la sociedad. Buscamos una sociedad más democrática”.
La reforma en la educación es un efecto directo del proceso constituyente del 2007, del cual surge un texto que fue aprobado en el referendum del 2008. Es a partir de aquí que se diseñan los grandes derroteros, como el establecimiento de la gratuidad de la educación pública en las universidades, la regulación del sistema de admisión, y la calidad, entre otros, variables que implicaron más exigencias y en consecuencia el necesario cierre de 14 universidades privadas que no cumplían los estándares básicos.
El tercer nivel de educación permite la movilidad social, dice Long. “Y fruto de la gratuidad se ha ampliado la cobertura, que ha pasado desde un 33,8 por ciento a un 40 por ciento. La gratuidad demuestra que se puede incrementar el total de la población en la universidad”, que en Ecuador, a diferencia de Chile, es muy bajo.
El trabajo de inclusión social está en plena marcha mediante el mayor acceso a la universidad de los grupos otrora excluidos. “Si el promedio de ingreso a la universidad era de un 33 por ciento, vemos que ciertos grupos históricamente discriminados no estaban considerados. Por ejemplo, el 2006 apenas el seis por ciento de los indígenas iban a la universidad, en tanto hoy es el 18 por ciento. Y lo mismo con los afroecuatorianos y el quintil 1 y 2, que considera a los más pobres, con saltos formidables. Somos el país que más ha democratizado el ingreso a la universidad por la gratuidad, lo que está en la constitución. Eso es importante, porque no se cambia fácilmente. La educación se ha establecido constitucionalmente como un derecho”.
El éxito del modelo ecuatoriano no solo es por la gratuidad y la democratización en el acceso, también es por la calidad, enfatiza Guillaume Long. “Si no hay calidad sería demagogia. En Ecuador hemos sido víctimas del neoliberalismo en la educación superior, de la creación de universidades por inadecuada regulación y de estándares de calidad insuficientes. Hasta 1990 había pocas universidades privadas, pero entre 1992 y el 2006 se crean 45 universidades privadas sin pasar por ningún filtro”. ¿Alguna similitud con Chile?
Esto, agrega, le hizo mucho daño al sistema de educación superior. Cuando comenzó nuestro gobierno teníamos más de 70 universidadse, muchas de ellas de muy baja calidad. El problema era estructural.
Una de las propuestas consideradas en la asamblea constituyente fue la educación. Derecho en el acceso, gratuidad, pero también calidad. Uno de los mandatos era la capacidad de evaluación el sistema. “El 2009 tuvimos un informe de la institución de calidad, y estableció categorías de calidad. En la más baja entraron 26 universidades, que había que cerrar”, proceso que se vivió no sin tensiones. “Finalmente hicimos un artículo de transición para volver a evaluar más tarde. En esa segunda etaapa, 18 meses más tarde, fueron 14 privadas las que no calificaron. Con esto en mano, se suspendieron”.
Un tema muy importante es la pertinencia de la educación superior. La universidad ha respondido a carrerqas de moda, comenta, que son carreras baratas, preferente en el marketing, en la ingenería comercial, la administración. Son baratas y respondían al modelo ideológico de esas décadas. Nada con la producción y mucho con la intermediación, el mercado. “En Ecuador tenemos una gran carencia de carreraas relacionadas con la economía real, un problema que se extendía también al financiamiento. El Estado financiaba parte de esas carreras, que no contribuían socialmente”.
El financiamiento, a diferencia del proyecto chileno, no ha sido vía aumento tributario. “Esto se ha financiado no subiendo los impuestos, sino haciendo pagar los tributos que hoy existen. Y eso ha dado resultado. En Ecuador teníamos miedo de cobrar impuestos. Con solo eso se ha triplicado la recaudación”.
Hoy la transferencia financiera es por carrera, lo que también significa premiar carreras más costosas, de más calidad. Asimismo, han ponderado el ranking de estudiantes, lo que ha permitido distribuir mejor según los intereses del país.
La inversión de becas ha gozado de un enorme incremento. “Hay ocho mil estudiantes estudiantes en el exterior. Ecuador tiene un problema de talento humano. Necesitamos formar los cuadros del cambio de la matriz productiva, en tanto para refrescar nuestras universidades también necesitamos talento humano. Esta es una de las campañas del Ecuador y para eso establecemos un contrato muy draconiano con los estudiantes, que deben regresar al país y trabajar el doble del tiempo que se invirtió en la beca”.