Los asesinatos de periodistas se han convertido en un hecho habitual en algunos países de América Latina, como México, Brasil, Colombia, Guatemala y Honduras y muchos corresponsales caen en conflictos armados, como en Siria e Irak.
La Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) lleva minuciosa cuenta de lo que sucede en nuestro continente.
Esa tarea está a cargo de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (Ciap), que preside el chileno Ernesto Carmona Ulloa.
Periodista de larga trayectoria, Carmona acaba de recibir en Cuba la Distinción Félix Elmuza, que otorgan el Consejo de Estado y la Unión de Periodistas de Cuba a figuras destacadas del periodismo cubano y latinoamericano. En conversación con PF, Carmona describió la magnitud del problema que ha convertido al periodismo en uno de los oficios más peligrosos del mundo.
“Las víctimas tienen un denominador común: casi todos cultivan el periodismo de investigación y sacan a la luz la corrupción del poder político, muchas veces asociado con el narcotráfico”.
Aproximadamente, ¿cuántos periodistas mueren en el mundo por ejercer su profesión?
–En 2013 se registraron entre 70 y 129 asesinatos de periodistas. Es una cifra más o menos constantes en las últimas décadas. Los antecedentes fluyen de varias fuentes, unas menos confiables que otras. En América Latina y el Caribe, la Ciap registra 225 asesinatos entre 2007-2013, un promedio de 32 por año.
¿Existe alguna fuente confiable en esta materia?
–No hay ningún observatorio creíble -por ejemplo de la ONU- que lleve una estadística inobjetable de periodistas asesinados. Existen varias ONGs, pero algunas persiguen objetivos políticos encubiertos, sintonizados con los intereses mediáticos de las grandes potencias, por lo tanto, difunden verdades mezcladas con mentiras.
Por ejemplo, en 2008 se inauguró en Washington el Newseum (Museo de la Noticia), financiado por corporaciones como Times Warner, NBC, Bloomberg, etc. En su memorial incluyeron a algunos chilenos asesinados por la dictadura militar. Emocionante, pero incluyeron al cubano Ignacio Insua, de 57 años, camarógrafo de Reuters fallecido en 2006 en Cuba,… cinco días después de chocar su automóvil. Lo cierto es que el último periodista asesinado en Cuba fue el ecuatoriano Carlos Bastidas Argüello, muerto en 1958 bajo la dictadura de Fulgencio Batista.
Los países más peligrosos
¿En qué países son asesinados más periodistas?
–En Siria, Somalía, Pakistán, Irak. Pero también en nuestra región: en 2013 en México hubo ocho asesinatos de periodistas y trabajadores de la información y 2 desapariciones forzadas, además de decenas de atentados; en Brasil se registraron siete asesinatos; cuatro en Guatemala, cuatro en Colombia, cuatro en Honduras, uno en Ecuador, uno en Paraguay, uno en Perú y uno en Nicaragua. En total, 33 víctimas incluyendo a 2 desaparecidos.
Reporteros sin Fronteras indica que en 2014 ya han asesinado a cuatro periodistas en el mundo, pero habría que multiplicar ese número por más de 3, ya que fueron cuatro los trabajadores de la prensa asesinados sólo en Brasil en febrero de este año. En lo que va corrido de 2014 han ocurrido ocho asesinatos en la región: cuatro en Brasil, tres en México y uno en Colombia.
¿Cómo se obtienen los datos?
–Con noticias de prensa, cada vez más escasas porque estas muertes no hacen noticia: el objetivo de los crímenes es producir silencio.
También hay reportes de organizaciones gremiales de cada país, como sindicatos y federaciones, y organismos especializados, como la Fundación por la Libertad de Prensa (FLIP) de Colombia.
La Federación Internacional de Periodistas (FIP) registró el año pasado 108 reporteros, fotógrafos y camarógrafos asesinados. La FIP consigna 20 víctimas en América Latina y El Caribe, aunque la Ciap-Felap reportó 31 crímenes.
¿Y Reporteros sin Fronteras?
–Es una ONG francesa citada a menudo como fuente. RSF tiene corresponsales remunerados en decenas de países, pero perdió credibilidad desde que su fundador-director entre 1985 y 2008, el periodista franco-argelino Robert Ménard, la convirtió en instrumento de la política exterior de EEUU. En 2003, RSF fue marginada de la ONU como entidad consultiva y en 2008 fue excluida de la Unesco “por actos incompatibles con los principios y objetivos de la Carta” de la organización.
Regiones temibles
¿Hay más fuentes u organizaciones abocadas a esta tarea?
–Otra fuente es la Campaña Emblema de Prensa (CEP), que registró 129 periodistas asesinados en 2013 en 28 países. Noventa cayeron asesinados en conflictos armados. Siria encabezó por segundo año consecutivo la lista con 17 víctimas, seguida de Irak, con 16; Pakistán, catorce; Filipinas, once; India, nueve. Hubo menos muertos en Siria, pero aumentaron a 14 los secuestros.
También está el Instituto Internacional de la Prensa (IPI), que cifró en 117 los periodistas muertos en 2013.
En Nueva York funciona el Comité para la Protección de los Periodistas que en su informe anual incluyó 70 muertos en 2013 y 211 periodistas detenidos.
Tarea de la Ciap-Felap
¿Cuál es el rol de la Ciap-Felap?, que usted preside.
–La Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (Ciap) fue establecida en 1993 por la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) para denunciar los asesinatos y atentados que estaban dándose en América Latina y el Caribe, principalmente en Colombia. Igual que ahora, en la región no existía ninguna protección real para los periodistas víctimas de asesinatos, desapariciones, atentados, agresiones y violaciones a sus derechos humanos en el ejercicio de su profesión.
El primer presidente de la Ciap fue el venezolano Eleazar Díaz Rangel y entre sus integrantes estuvieron la guatemalteca Rigoberta Menchú, el argentino Adolfo Pérez Esquivel y el abogado colombiano Eduardo Umaña Mendoza, asesinado en 1998. La Ciap denuncia, de manera permanente, asesinatos y atentados en la región. El trabajo se realiza con colaboradores voluntarios en cada país.
¿En qué continentes se produce la mayoría de los crímenes de periodistas?
–En América Latina y el Caribe: 33 víctimas en 2013; Asia-Pacífico, 31 asesinatos; Oriente Medio y el mundo árabe, 29; y África, 22. Los países con mayor incidencia de asesinatos fueron Siria, quince; Irak, trece; Pakistán, diez; Filipinas, diez; India, diez; Somalia, siete; y Egipto, seis.
Las víctimas tienen un denominador común: casi todos cultivan el periodismo de investigación y sacan a la luz la corrupción del poder político local, muchas veces asociado con el narcotráfico. En América Latina hay países con políticas de Estado -no declaradas- oficialmente” de matar a periodistas y editores molestos, como ocurre en Guatemala y Honduras.
¿Mueren más periodistas en las guerras?
–En guerras mueren muchos corresponsales. Todavía se reclama justicia por los corresponsales asesinados por soldados norteamericanos en el Hotel Palestine de Bagdad, en 2003. Pero la mayoría muere en países sin guerras, victimados por mafias asociadas a poderes fácticos locales.
Lo que sucede en América Latina
¿Cuáles son los países más afectados en la región latinoamericana?
–México, Brasil, Colombia, Guatemala y Honduras. Entre 1977 y 2014, en Colombia fueron asesinados 143 periodistas, según la FLIP. En 2013 fueron asesinados cuatro periodistas, otros tres tuvieron que exiliarse, uno fue secuestrado, diez estuvieron detenidos ilegalmente, dos fueron heridos mientras trabajaban y 75 recibieron amenazas de muerte. En total, 194 profesionales de Colombia fueron víctimas de agresiones u obstrucción de su labor periodística.
¿Hay algún caso en qué se haya juzgado a los responsables?
–El denominador común de los asesinatos de periodistas es la impunidad. Las organizaciones denuncian y claman justicia a los gobiernos sin resultados. En muchos países el delito de homicidio prescribe a los 20 años. En Colombia tomó 24 horas arrestar a quienes dieron muerte a Henry Rojas Monje, un periodista que vivía en Arauca, asesinado el 28 de diciembre de 1991, mientras estaba en su automóvil. Murió desangrado en el regazo de su hijo de seis años, quien ocupaba el asiento del acompañante. Al día siguiente, la policía arrestó a dos soldados, que confesaron el crimen y fueron condenados. Pero el acusado de ordenar el asesinato, José Gregorio González, ex alcalde de Arauca, denunciado en algunos artículos del reportero, terminó exonerado de culpa y liberado. Este es un caso típico. A veces la justicia les cobra a los sicarios, pero nunca hay castigo para los autores intelectuales.
¿Qué se puede hacer?
–Las organizaciones periodísticas, como la Felap o la FIP, llaman a los gobiernos a terminar con la impunidad de los asesinatos de periodistas. Naciones Unidas también “pide”, “exhorta”, “solicita” a los gobernantes que adopten políticas drásticas para reducir el baño de sangre de trabajadores de los medios de comunicación. Se lucha por una vigilancia efectiva de los gobiernos para detener los asesinatos impunes de periodistas. Pero la mayoría de esos crímenes son cometidos por agentes del Estado. México, Guatemala y Colombia adoptaron leyes o decretos que establecen medidas de protección en favor de los periodistas, pero no se advierten efectos positivos, ni disminución del número de víctimas.
¿Conoce algún ejemplo concreto?
–Claro, México… Desde su creación, en 2010, la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos Contra Periodistas de la Procuraduría General de Justicia (PGJ), no ha tenido mucho éxito. México sigue siendo el segundo país en el mundo con más casos de atentados contra los profesionales del periodismo. Según la ONG Article 19, con el crimen de Gregorio Jiménez suman quince los periodistas asesinados desde 2000 en Veracruz. Diez de las víctimas cayeron bajo el mandato del actual gobernador del Estado, Javier Duarte, del PRI, partido gobernante en México. La muerte violenta de un periodista ya no es noticia, es descaradamente censurada.
*) Diego Rojas Jiménez, productor chileno de documentales