Diciembre 14, 2024

Un fascista en Arica

La cobertura de Arica en los medios de comunicación, suscitada a raíz del fallo emitido por la Corte de La Haya, dejó al descubierto la presencia en la zona de un personaje siniestro, que nosotros conocimos muy bien durante nuestro confinamiento en la Isla Dawson. Se trata de Jaime Weidenlaufer, quién era entonces un subteniente del cuerpo de infantería de la Armada, encargado de nuestra custodia durante una de las guardias.

 

Weidenlaufer hizo carrera en la Marina chilena tras su paso por Dawson pasando a retiro el año 2002 con el rango de Capitán de Navío. En Febrero de 2012, el gobierno de Piñera lo designó Secretario Regional de Sernapesca en la Región de Arica y Parinacota, por lo cual conduce las actividades pesqueras en una zona neurálgica en la actualidad, a raíz de la controversia por los límites marítimos suscitada con el Perú.

 

Nada más antagónico al propósito de establecer en la zona una atmósfera de paz y armonía, que tener a este fascista ejerciendo una responsabilidad de gobierno tan delicada. Hasta ahora permanecía inadvertido, pero investigaciones del diario electrónico El Dínamo lo han dejado al descubierto, como pueden confirmarlo en el link que les adjunto.

 

Como recuerdo de su comportamiento en la Isla Dawson, reproduzco el siguiente párrafo de mi libro Retorno a Dawson: Transcurre el mes de Marzo y se precipita el cambio de clima. Llueve con más frecuencia, y a ratos copiosamente. Han descendido las temperaturas, acentuadas por vientos helados que generan una sensación térmica aún mas baja. Nos preocupa la proximidad del Invierno por las peligrosas consecuencias en nuestros organismos, ya bastante debilitados. El 20 de Marzo cambia nuevamente la guardia, y asume la dirección del Campo una compañía de Infantes de Marina encabezada por el teniente primero Eduardo Carrasco, y los subtenientes Jaime Weidenlaufer y Mario Tapia.

 

Nos convocan a formación para dejar muy en claro que en adelante cambiará radicalmente el régimen al cual estamos sometidos. Carrasco las emprende a gritos contra nosotros, afirmando que viene a poner orden en un establecimiento indisciplinado, donde reina la insubordinación, el caos y la holgazanería.

 

Todo cambiará: la diana será mas temprano, iniciándose a las 6,30 con media hora diaria de gimnasia. La luz en las barracas se apagará mas temprano. Nadie puede circular por los patios sin autorización, a riesgo de recibir un castigo. Nadie puede moverse ni hablar en la fila, a menos que reciba una orden expresa. Cuando algún militar nos dirige la palabra es una obligación mantenerse respetuosamente firmes. Cambiarán las tareas, que ahora serán mas serias, sin exclusiones, llueva o no, y apropiadas a una formación militar. Nadie puede hablar en los frentes de trabajo ni en el comedor.

 

Cuando concluye esta severa reprimenda, el subteniente Weidenlaufer nos conduce a la barraca extremando la escolta militar. Nos instruye a entrar formados y mantenernos en posición de firme frente a cada litera. Dos soldados se estacionan a ambos costados de la puerta y proceden a encañonarnos con sus metralletas, mientras el subteniente se pasea arrogante por el pasillo central mirándonos uno a uno sin decir palabra, deteniéndose cuando parece reconocer a alguien, hasta que comienza a enunciar el siguiente discurso:

Prisioneros: Ustedes tendrán que olvidarse de lo que eran antes. Vean lo que son ahora. Cualquier conscripto vale cien veces mas que ustedes. Chile no necesita intelectuales vagos, ociosos como ustedes. Chile necesita de soldados y haremos de ustedes soldados cueste lo que

cueste. Óiganlo bien: cueste lo que cueste. El que no quiera entenderlo se quedará en el camino.”

 

A mi llegada a Copenhague tras ser expulsado de Chile en 1975, hice un dibujo recordando este episodio, que retrata muy bien a este individuo.

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