Diciembre 10, 2024

Gabinete con más dudas que certezas

Michelle Bachelet ha logrado con éxito nominar a su primer gabinete tratando de conciliar las demandas de los partidos políticos que integran su coalición con la oportunidad de trabajar con personas que le sean cercanas y confiables. En los largos años de posdictadura debe ser la primera vez que este trámite se hace de forma tan libre. Ello se debe a que la victoria electoral de la Primera Mandataria se explica mucho más en su carisma que en el aporte de las  colectividades que la respaldaron  y que, al momento de la elección, estaban sumidas  en el más alto descrédito.

 

Con todo, recordemos que ella sólo pudo imponerse  en una segunda ronda electoral y con una abstención del  58 por ciento de los ciudadanos, es decir mucho más alta que la votación sumada  de las dos últimas contendoras. Vamos a ver ahora si con el nombramiento de los subsecretarios, intendentes y otros Michelle Bachelet persistirá en recurrir a personas de su ámbito de confianza, o si estos cargos los ofertará de botín para las ansiosas cúpulas políticas que, mal que mal, van a controlar en el Congreso Nacional la mayoría que ella necesita en favor de sus iniciativas.

Es difícil hacer proyecciones respecto de la orientación y conducta de sus secretarios de estado, aunque entre éstos hay varios que “se repiten el plato” y el país pudo ya evaluarlos en su desempeño. Tal como lo ha indicado la Presidenta de la FECH,  Melissa Sepúlveda,  la  nueva Mandataria le ha entregado la cartera de educación a quien se desempeñó en el ministerio de Hacienda cuando se aprobara el nefasto crédito universitario con aval del Estado. El mismo que produjo el enorme endeudamiento de los estudiantes y sus familias, además de animar las masivas protestas a partir del 2011.

Al ministerio de Justicia, en tanto, vuelve el que ya fuera titular en este cargo,  así como se sabe que la mayoría de los demás secretarios de estado han estado por años actuando en distintos cargos de las administraciones concertacionistas, ya sea como funcionarios subalternos o francos operadores de sus partidos. La principal novedad del Gabinete es, entonces,  el único ministerio que se le otorgó a una militante activa del Partido Comunista, colectividad que estuvo en la oposición a los gobiernos anteriores, pero que ahora, con su reducida participación en el Ejecutivo,  difícilmente pueda ejercer mucha influencia. Toda vez que su representante en el Gabinete no formará parte del llamado “equipo político” de La Moneda, en el que sólo se instalarán los partidos tradicionales de la Coalición.

De todas maneras, lo cierto es que desde los partidos no están muy conformes con la escasa consideración que la Presidenta les ha brindado en la conformación de este gabinete. Varios de los llamados “barones” de la política andan rumiando su exclusión, pero no expresan abiertamente  su malestar a la espera de ser consolados con algunas buenas embajadas u otros apetitosos cargos, como los que ofrece Codelco, por ejemplo. Veremos cómo se maneja Michelle Bachelet en esta situación cuando a quienes predicen que la discreta experiencia de algunos de los nombrados obligará a la Presidenta a encarar, más temprano que tarde,  cambios en su círculo ministerial. La sospecha incluso llega al extremo de señalar que el mismo titular de Educación, Nicolás Eyzaguirre, o se pone a la cabeza de las demandas de los estudiantes y profesores, o será arrollado por las movilizaciones callejeras que ya se anuncian. Y con bríos.

La gran diferencia del gobierno que viene respecto de  los anteriores es que ahora éste  y los integrantes de la “Nueva Mayoría” no podrán tener excusas para realizar los cambios. El caos profundo y prolongado de la Derecha, así como la mayoría parlamentaria recién consolidada,  auguran que la nueva administración  podrá ejercer sin  mayores contratiempos. Como que, a muy breve paso,  éstos se verán forzados a adoptar posiciones claras respecto de la demanda de una Asamblea Constituyente y una reforma tributaria severa, como a concretar cambios sustantivos en la administración de la salud y de los fondos de pensiones. En este sentido, llama la atención la evasiva respuesta del nuevo titular de Energía respecto del cuestionado proyecto de Hidroaysen, iniciativa que ha sido ampliamente repudiada de los chilenos y sus activas organizaciones medioambientales. Por otro lado, si bien el nuevo ministro de Relaciones  Exteriores, Heraldo Muñoz,  ha declarado su intención de revertir las deterioradas relaciones de nuestro país con sus vecinos, todos sabemos que su desempeño lo vincula más con las buenas relaciones de nuestras cancillerías con Estados Unidos que con quienes tenemos proximidad geográfica.

También marca diferencia con el pasado la enorme disposición ciudadana de salir a las calles y movilizarse por sus derechos y demandas. Contra todas las bravatas de La Moneda y de los empresarios, los trabajadores portuarios acaban de culminar con éxito una huelga de 22 días que estuvo a punto, incluso, de ser respaldada por otros gremios del mundo. El éxito de esta movilización, sin duda estimulará la acción de otros sectores laborales que ya no requieren de aquellas añosas y desacreditadas estructuras sindicales para protestar, negociar e imponer soluciones. Felizmente, tampoco la nueva administración podrá valerse de aquel pretexto que nos hicieran varios gobiernos  en cuanto a que la intensidad del cambio y las demandas sociales pudieran animar a los militares a irrumpir, nuevamente,  nuestra institucionalidad…

  Mucho más que la política, son el internet y las redes sociales las que más procuran, hoy, organización, conciencia política y convocatoria popular. Construyendo  una ciudadanía que, al mismo tiempo que repudiar  el  sistema electoral vigente, la propaganda  millonaria, e incluso la represión y su ley antiterrorista, se expresa más plena que nunca en su movilización activa.

 

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